Siete Cosas Que Debemos Saber Para Entender La Profecía De Los Últimos Días… Parte 3

Un Estudio Bíblico por Jack Kelley

Este es el último artículo de la serie titulada Siete Cosas Que Debemos Saber Para Entender La Profecía De Los Últimos Días. Empezamos con la quinta cosa de nuestra lista de siete.

5). Las Condiciones que Rodean la Segunda Venida

Un par de días antes de que Jesús fuera arrestado, tuvo una conversación privada con cuatro de Sus discípulos,Su círculo más allegado. Ellos eran Pedro y Andrés, y Santiago y Juan, dos pares de hermanos. El propósito de la conversación era para responder a su pregunta sobre Su Segunda Venida y el final de la era. Ellos estaban confundidos porque según la profecía de Daniel 9:24-27 estos eventos estaban solamente a siete años de distancia, y sin embargo Jesús les había dicho que el Templo y todos los edificios alrededor serían derribados completamente y no quedaría piedra sobre piedra de ninguno de ellos. Jesús le había dicho a la muchedumbre la misma cosa el Domingo de Ramos y expresó que eso sucedería porque la nación no había reconocido el momento de Su venida a ellos (Lucas 19:44).

La respuesta de Jesús está contenida en Mateo 24 y 25, Marcos 13 y Lucas 21. Se le llama el Discurso del Monte de los Olivos porque la conversación se llevó a cabo allí. Para este estudio, solamente lo resumiremos, centrándonos en las porciones que nos ayuden a identificar lo que el Señor tenía que decir sobre las condiciones que rodean la Segunda Venida.

En la narración que hace Mateo, que es la más detallada, Jesús utilizó en Su respuesta varias referencias específicas tanto geográficas como en el tiempo. Él lo hizo así con el objeto de que Sus lectores no se confundieran sobre quién y sobre cuándo Él estaba hablando. Habiéndonos ordenado, en Mateo 24:15, entender este pasaje, Jesús quería que lo entendiéramos correctamente. Utilizaremos estas referencias para tener un claro entendimiento de quién es su audiencia final y cuándo es el momento de los eventos.

La respuesta del Señor a la pregunta de Sus discípulos empieza en Mateo 24:4 con una vista general. Él dijo que falsos mesías engañarían a muchas personas y que habría guerras y rumores de guerras, pero estas cosas no estarían apuntando hacia el fin. Él las caracterizó, junto con las hambrunas y los terremotos en varios lugares como el comienzo de dolores de parto. Los dolores de parto le indican a la madre que va a dar a luz que el parto está cercano, pero no dicen exactamente cuándo va a suceder. Es lo mismo con estas señales.

Jesús dijo que ellos (los judíos) serían perseguidos y muertos y odiados por todas las naciones, causando que muchos de ellos se apartarían de su fe y aún se traicionarían unos a otros, pero quienes permanecían firmes hasta el final serían salvos. Luego, Él terminó su resumen en Mateo 24:14, diciendo que el evangelio sería predicado en todo el mundo y luego sería el fin (Según Apocalipsis 14:6-7, esta profecía se cumplirá por medio de un ángel luego de que empiece la Gran Tribulación.)

“Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes.” (Mateo 24:15-16)

Estos dos versículos nos dan la las primeras pistas específicas para identificar la audiencia final y el momento en Su respuesta. El Lugar Santo es el Templo Judío y como lo vimos en la Parte 2, la abominación desoladora es una profanación específica que lo hace inadecuado para su uso futuro. El último Templo que estuvo en Jerusalén fue destruido en el año 70 d.C. antes de que esta profecía se cumpliese. La misma nación dejó de existir cerca del año 135 d.C. y no reapareció sino hasta el año 1948. Pero debido a que aún no existe ningún templo allí, la profecía permanece sin cumplirse. También está dirigida a aquellas personas que se encuentran en Judea, que es el nombre bíblico para Israel. El Señor le estaba advirtiendo a la gente en Israel que quienes estuvieran vivos cuando el Templo se comenzara a construir, que observaran esta señal, y cuando la vieran huyeran de inmediato.

“Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo; porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.” (Mateo 24:20-21)

Las montañas de Israel son traicioneras durante el invierno, y a los judíos les está prohibido bajo la Ley viajar más de 1000 pasos en un Sabbat bajo ninguna circunstancia. Esto confirma que esa advertencia era para el Israel de los últimos días, que estaría de vuelta en su relación del Antiguo Pacto al inicio de la Gran Tribulación, tres años y medio antes de la segunda Venida. Para entonces la Iglesia ya se habrá ido.

Luego en Mateo 24:29 Jesús dice que inmediatamente después de la tribulación, “el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas”. Cuando vean estas señales la Gran Tribulación ha terminado.

En Mateo 24:30 tenemos a la gente en la Tierra viendo la Señal del Hijo del Hombre en el cielo, y luego Su retorno visible a la tierra con gran gloria y majestad. Esto hará que la gente de la Tierra se lamente, pero en ese momento ya es demasiado tarde para ser salvos y de manera intuitiva se darán cuenta de ello. Esa es la Segunda Venida del Señor.

Mateo 24:36 comienza con “del día y la hora nadie sabe”. ¿Qué día y qué hora? Según Mateo 24:37 y 39 son el día y la hora de Su Segunda Venida. Aquí debemos mantenernos dentro del contexto, pues eso ha sido el tema del Señor desde el versículo 30. Yo creo que el motivo que Jesús tenía para decir “el día y la hora” era para que supiéramos de seguro que Él estaba hablando sobre el día y la hora específicos de Su Venida y no sobre un tiempo en general. El momento específico de la Segunda Venida está envuelto en misterio. No menos de cuatro veces en un lapso de 27 versículos Jesús dijo que la gente que estuviera viva en la Tierra en ese momento no conocería por adelantado el día ni la hora de Su venida (Mateo 24:36, 42-44, 50; Mateo 25:13). De hecho, el único momento que Él utilizo la frase del día y la hora fue en conjunto con Su Segunda Venida.

Esto tiende a apoyar la idea de que la Segunda Venida posiblemente suceda durante la Fiesta de las Trompetas. Se le llamaba la fiesta de la que nadie sabía el día ni la hora porque sucedía en la luna nueva, lo cual era muy difícil darse cuenta en los cielos nocturnos. Agregado al hecho de que inmediatamente después de la Gran Tribulación la luna se oscurecerá completamente (Mateo 24:29), esto haría esa tarea casi imposible.

Mateo 25 comienza con la frase, “Sucederá Entonces” (Versión DHH) que es el momento inmediatamente después de la Segunda Venida, y contiene tres ilustraciones que el Señor usó para describir los juicios que Él conducirá después de Su Venida. Solamente resaltaré lo que revelan sobre la identidad de la audiencia a la se está dirigida.

La Parábola de las Diez Vírgenes

La primera es la Parábola de las Diez Vírgenes (Mateo 25:1-13). Es la historia de 10 jóvenes mujeres esperando al novio. Todas tienen lámparas con aceite porque han estado esperando por un largo rato, a cinco de ellas se les ha terminado el aceite y están tratando de comprar más cuando llega el novio. Al no tener aceite se les niega la entrada al banquete de bodas. Esta parábola algunas veces se ha utilizado para ilustrar la posición precaria de los que “resbalan de la fe” en la iglesia, pero hay varios problemas con eso. En primer lugar, el aceite aquí se usa simbólicamente, entonces, pero aún si no tomamos en cuenta el problema del momento preciso, casi todo lo que contiene esa interpretación está equivocado.

Primero, si el aceite se usa de manera simbólica aquí, como creo que es, entonces el principio de la Constancia de la Exposición exige que el aceite represente al Espíritu Santo. Este principio dice que cuando las cosas se utilizan de manera simbólica en las Escrituras, el uso simbólico es consistente. Por ejemplo, la levadura siempre simboliza el pecado, el aceite siempre simboliza el Espíritu Santo. ¿Puede la Iglesia perder el Espíritu Santo, o que se le agote el suministro de Él? Efesios 1:13 y 2 Corintios 1:21-22 dicen que el Espíritu Santo ha sido sellado en nosotros como una garantía de nuestra herencia y que eso sucedió solamente porque creímos en el mensaje del Evangelio. No hay nada que alguien pueda hacer para cambiar eso.

Pero esta clase de garantía no se les da a los creyentes de la Tribulación. De hecho Apocalipsis 16:15 específicamente les advierte que se mantengan alerta y guarden su justicia, lo cual se simboliza al mantener sus vestiduras limpias. (Las vestiduras generalmente se utilizan para representar la justicia, como en Isaías 61:10). Apocalipsis 16:15 implica que los creyentes de la Tribulación son responsables por mantenerse firmes en su fe y así evitar perder su salvación. Mateo 25:8 concuerda con eso al decirnos que las 10 vírgenes tenían aceite en sus lámparas al principio, pero las cinco necias no tenían suficiente aceite para permanecer durante toda la jornada. Recuerden, las 10 vírgenes se encuentran dormidas cuando Él retorna. Es el aceite lo que distingue un grupo del otro, no el comportamiento.

Segundo, estas diez jóvenes mujeres son llamadas vírgenes o damas de honor, pero nunca la Novia. A la inversa, la Iglesia es la Novia y ¡nunca se le llama dama de honor! ¿Y cuándo han oído ustedes que una novia tenga que rogar para entrar con el novio a su propio banquete de bodas?

Tercero, parece ser que todas estas jóvenes quieren entrar en la fiesta de bodas (Seudas Mitzvah), que es un banquete que prosigue a la ceremonia de bodas. Si eso es así, ninguna de ellas logró llegar a la ceremonia nupcial como tal, aceite o no aceite, así que ninguna puede ser la desposada. De hecho, en esta parábola no se menciona ninguna novia.

Estas vírgenes no son la iglesia. Son los sobrevivientes de la tribulación que intentan entrar en el reino del milenio. Cinco fueron salvas durante el tiempo entre al Rapto y el final de la Gran Tribulación (indicado por el aceite), permanecieron firmes y fueron bienvenidas. Las cinco sin aceite cuando Él llegó, no permanecieron firmes y perdieron su lugar.

La parábola nos enseña que el retorno del Señor señala el límite después del cual el pedido para ser salvos y para recibir el Espíritu Santo es denegado. La puerta para entrar en el Reino se cerrará y el Señor negará aún conocer a las personas que llegaron demasiado tarde.

La Parábola de los Talentos

En Mateo 25.14, al comienzo de la parábola de los Diez Talentos, la frase “sucederá también” (versión DHH) significa que Jesús está dando otra ilustración, desde el mismo momento en el tiempo que el de las Diez Vírgenes, sobre el Día de Su Venida.

A pesar de que el uso del talento como un regalo o habilidad se deriva de esta parábola, un talento era una unidad griega de medida, por lo general monetaria. La clave para poder interpretar una parábola es conocer que todo es simbólico de algo más, por eso es que en esta parábola un talento es algo que es valioso para el Señor y que Él quiere que sea invertido en Su nombre. En Su retorno, Él les preguntará a todas aquellas personas a quienes se los ha confiado qué es lo que han logrado con él.

Aquellas personas que enseñan que los talentos son los regalos dados a la Iglesia para que los use sabiamente, produciendo un retorno cuantificable, no han leído el último versículo de la parábola. El siervo que entierra su talento y no produjo nada es echado en las tinieblas de afuera, que es el destino eterno de los incrédulos. ¿Está el Señor enseñando una salvación basada en obras con esta parábola? ¿Nos está amenazando con la pérdida de nuestra salvación si no producimos lo suficiente con los dones que nos ha dado? ¡No puede ser!

Al leer la Biblia nos damos cuenta de que el dinero no es importante para el Señor. Pero el Salmo 138:2 dice que Dios ha engrandecido Su nombre y Su palabra sobre todas las cosas. Entonces, yo creo que los talentos representan Su Palabra. Todos aquellos que la siembran en los corazones de otras personas encuentran que se multiplica en los nuevos creyentes. Todos aquellos que la estudian encuentran que su propio entendimiento crece, multiplicando así su fe.

Pero todas aquellas personas que ignoran Su Palabra encuentran que es como enterrarla bajo tierra, para que esté fuera de la vista, fuera de la mente, hasta que lo poco con que comenzaron, al final lo pierden. Esto demuestra que la Palabra no tuvo ningún valor para ellos y los condena como incrédulos para ser echados en las tinieblas de afuera. Estas personas han escuchado la verdad y la han ignorado. Ahora ya es demasiado tarde. En 2 Tesalonicenses 2:10 Pablo los describe como aquellos que se pierden por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Algunos de ellos llevarán una responsabilidad mayor por haber alejado a sus seguidores por su rechazo a enseñarles la verdad.

En Su Palabra, el Señor proyectó cada acción que Él tomaría referente a Su plan para el Planeta Tierra. “Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas” (Amós 3:7). El Señor hizo esto para que el hombre nunca tuviera que estar pensando qué haría Él. Y cuando se trata del final de la era, el Señor tenía más que decir que sobre cualquier otro asunto. Nadie puede alegar ignorancia. De nuevo, el punto es que algunos que sobrevivan la gran tribulación serán bienvenidos en el Reino y otros no, y el factor determinante es la fe.

El Juicio de las Naciones (las Ovejas y los Cabritos)

Mateo 25:31 no deja ninguna duda en cuanto al momento de este juicio. Comienza así: “Cuando el Hijo del Hombre venga…” y prosigue hablando sobre el Señor estableciendo Su trono en la tierra después de Su retorno para juzgar a las naciones, lo que en realidad es el juicio de los sobrevivientes de la tribulación. El Señor no juzga naciones en un sentido eterno, solamente individuos. La palabra griega aquí es etnos, que significa “gente de toda clase”. Serán juzgadas sobre cómo trataron a “Sus hermanos más pequeños” durante la Gran Tribulación. También se le llama el juicio de las ovejas y los cabritos, siendo las ovejas todas aquellas personas que ayudaron a sus hermanos a través de esos momentos terribles que acaban de pasar, y los cabritos siendo las que no lo hicieron.

Algunas personas dicen que Sus hermanos son los creyentes, ya sean judíos o gentiles, y otras dicen que son específicamente los judíos, pero el punto más importante que se debe resaltar aquí es que todos estos sobrevivientes de la tribulación no están siendo juzgados por sus obras. Sus obras se mencionan como evidencia de su fe, como en Santiago 2:18. El ayudar a un creyente, especialmente uno judío, durante la gran tribulación, requerirá un mayor coraje que el que se requería en tiempos de la Alemania de Hitler, y según algunas personas, esta será una ofensa castigada con la pena de muerte. Solamente una persona que es seguidora de Jesucristo, que está segura de su destino eterno, se atreverá a hacer eso, o de aun querer hacerlo. Todas aquellas personas que ayudaron a “Sus hermanos” habrán demostrado su fe por sus obras y serán acompañadas en vida a entrar en el Reino. Pero todas aquellas que rehusaron ayudar se han condenado a sí mismas a las tinieblas de afuera por la evidencia de su falta de fe.

Estas tres ilustraciones nos enseñan la misma lección. Los creyentes que sobrevivan vivirán en el Reino. Algunos habrán dependido exclusivamente en el don de fe del Espíritu Santo, como en la parábola de las diez vírgenes. Otros habrán multiplicado su fe al estudiar y compartir Su Palabra como en la parábola de los talentos. Aun otros habrán puesto su fe en acción, poniendo sus vidas en peligro en el proceso. Todas estas personas son las ovejas en este juicio. Pero así como ha sido a través de toda la historia, todas son salvas por fe.

¿En Dónde Está el Rapto?

El Juicio de las Ovejas y los Cabritos (las Naciones) es realidad es una ampliación de Mateo 24:40-41, “Uno será tomado y el otro será dejado…» Debido al problema de la coordinación del tiempo, estos versículos no pueden estar describiendo el Rapto. Pero hay más. La palabra griega traducida “tomado” en los versículos 40 y 41 quiere decir “recibir”. Es como cuando el capitán de un equipo deportivo recibe a algunos jugadores al equipo y a otros no. Entonces, el Señor está llamando a unos y a otros no.

Pero el significado principal de la palabra “dejado” es “despedir”, como cuando un esposo que se está divorciando “despide” a su esposa. En aquellos días las esposas no tenían derechos y excepto en circunstancias muy excepcionales, no eran dueñas de ninguna propiedad. El hogar en que vivían era propiedad del esposo, por lo general construido en propiedad de la familia de este. Si se divorciaba de su esposa, la enviaba a vivir lejos, a otro lugar, excluyéndola de su presencia. En el Rapto, los incrédulos no son “despedidos” de esta manera. Serán dejados en su lugar para soportar los juicios.

Este pasaje no está describiendo el Rapto. El momento, el contexto y la disposición de las partes, está equivocado. Es un resumen del Juicio de las Ovejas y los Cabritos. Aquellas personas que son tomadas (recibidas) vivirán en el Reino en sus cuerpos naturales y ayudarán a repoblar la tierra, mientras que las que han sido dejadas (despedidas) irán a las tinieblas de afuera, quedando para siempre alejados de la presencia de Dios.

“Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:37). Analicemos por un momento esta corta declaración. En los días de Noé los pueblos de la tierra podían ser separados en tres grupos. Estaban los incrédulos que perecieron en el diluvio; la familia de Noé que fue preservada del diluvio, y Enoc que fue tomado de la tierra antes del diluvio. (Enoc fue trasladado en Génesis 5. Eso quiere decir que Dios lo tomó vivo al cielo. El diluvio sucedió después en Génesis 6.)

En el momento de la Segunda Venida de Jesús, los pueblos de la tierra se pueden separar también en tres grupos. El mundo incrédulo que perecerá bajo los juicios del fin de los tiempo; Israel que será preservada de los juicios; y la Iglesia que será llevada de la tierra antes de los juicios.

Existen similitudes interesantes entre Enoc y la Iglesia. El nombre de Enoc significa “enseñanza”, que es uno de los principales papeles de la Iglesia. La tradición judía sostiene que Enoc nació en el día 6 del mes de Sivan. El 6 de Sivan es el día en el calendario hebreo en que se celebra la Fiesta de Pentecostés. Es el día en que la Iglesia nació. Yo creo que Enoc es un buen modelo de la Iglesia. Pero usted puede decir, «Enoc era solo una persona, un cuerpo”. También la Iglesia es un solo cuerpo

6). La Duración y Propósito del Milenio

De la misma manera que las palabras “Rapto” y “Lucifer” tienen su origen del latín, así es la palabra “Milenio”; ninguna de ellas aparece en las Escrituras como tal. Esta palabra quiere decir «mil años» y es el período en que el Señor va a reinar en la tierra, conocido también como la Era del Reino. Es el séptimo y último período de mil años de la Era del Hombre, la cual comenzó con la creación de Adán. Algunas personas confunden este período con la eternidad, pero como vimos anteriormente, los dos son totalmente distintos. Un milenio es un lapso definido de tiempo, mientras que la eternidad es la ausencia del tiempo como lo conocemos.

El Milenio en la Tierra

Durante el Milenio, el Señor será Rey del Cielo y de la Tierra, habiendo restaurado la tierra a la condición que tenía cuando Adán fue creado. Esto incluye el restablecimiento de la paz entre el hombre y los animales, devolviendo a la tierra el entorno original del jardín del Edén, con un clima sub-tropical a nivel mundial, eliminando el clima violento, las tormentas mortales, los terremotos y los climas extremos de calor y frío. El lapso de la vida humana empezará a aumentar de nuevo hasta igualar al de los patriarcas en Génesis. Las enfermedades y las dolencias, que son sub-productos del pecado, serán grandemente reducidas. Aparentemente la población de la tierra será sostenida por el retorno de una economía agraria, pero sin todos los obstáculos que enfrentó Adán después de la maldición de Génesis 3 la cual será removida. El hombre producirá lo suficiente para el sostenimiento de su familia, y disfrutará haciéndolo. Nadie trabajará sin producir algo, o principalmente para beneficio de los demás. Los hijos crecerán sin temor y los adultos llegarán a viejos en paz. (Esto es un resumen de Isaías 2:1-5, 4:2-6, 35, 41:18-20, 60:10-22, 65:17-25; Miqueas 4:1-8)

Puesto que la tierra será repoblada principalmente por los sobrevivientes de la tribulación, en sus cuerpos naturales, aún habrá pecado pero a un grado mucho menor, especialmente al principio. En el llamado Templo Milenial en Israel, los sacerdotes conducirán los sacrificios cotidianos por el pecado, como lo hacían en el Antiguo Testamento. Pero mientras que los creyentes del Antiguo Testamento eran solamente observadores de estos sacrificios para que aprendieran lo que el Mesías haría un día por ellos, los creyentes originales del Milenio los observarán como un recordatorio, y para que sus hijos aprendan lo que Jesús ya hizo por ellos (Ezequiel 40—47).

El Señor reinará de manera suprema en la Tierra como Rey y Sumo Sacerdote, y será la cabeza de un gobierno mundial y de una religión mundial. Él no tolerará ninguna amenaza a Su paz establecida, como tampoco ninguna desviación a Su doctrina (Salmo 2).

Al principio, solamente creyentes habitarán la Tierra, disfrutando de un ambiente verdaderamente utópico, sobre el que la humanidad siempre ha soñado tener, pero que solamente Dios puede crear. Pronto empezarán a tener hijos que, al madurar, tendrán que escoger recibir el perdón del Señor, tal y como nosotros lo hemos hecho. Y como lo es hoy también, algunos van a rechazar al Señor para seguir sus propios caminos. Al momento en que Satanás sea soltado al final del Milenio, habrán tantos que han rechazado al Señor que rápidamente este podrá reclutar un gran ejército en su intento final de expulsar al Señor de este planeta.

Pero con fuego del Cielo, el Señor destruirá el ejército de Satanás, lanzándolo al lago de fuego en donde será atormentado día y noche para siempre. Nunca más él y sus cómplices estarán libres para afligir al pueblo de Dios (Apocalipsis 20:7-10).

¿Cómo Sucederá Eso?

Lo que comenzó como una era de insospechable paz y prosperidad, habrá terminado en una guerra abierta en contra del mismo Rey que hizo posible todo eso. ¿Cómo puede ser eso?

Antes del Milenio el hombre tenía tres excusas en su incapacidad para complacer a Dios. La primera era Satanás, cuyas astutas artimañas hicieron que muchos cayeran. Pero durante todo el milenio, Satanás estará atado en la oscuridad.

La segunda era la mala influencia de los incrédulos. Pero cuando el Milenio comience, la Tierra ha quedado limpia de todas estas personas. Solamente aquellos que han entregado su corazón a Cristo podrán entrar en el Reino.

Y la tercera era la ausencia de Dios en nuestro medio. Durante 2.600 años, con la excepción de un corto período de 33 años, Dios había estado ausente del planeta dejando al hombre que se valiera por sí mismo. Pero durante todo el Milenio, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo estarán morando en medio del pueblo de la tierra.

¿Cuál es el Punto?

En el Milenio, los moradores de la tierra vivirán en un ambiente ideal como el que Adán y Eva disfrutaron en el Paraíso. La maldición ha desaparecido y el Señor está allí entre ellos, todos son creyentes y Satanás está atado. Y sin embargo, aún queda suficiente pecado residual en el corazón de las personas no regeneradas, las cuales se rebelarán en contra de Dios en la primera oportunidad que se les presente. El hombre pecador no puede vivir en la presencia de un Dios Santo pues es incapaz de guardar Sus mandamientos. La persona pecadora necesita un Salvador y Redentor para reconciliarse con Dios y un trasplante de corazón para curarlo de su naturaleza pecaminosa. Todo el asunto del Milenio es el demostrar de una vez por todas que el corazón del hombre es engañoso sobre todas las cosas y más allá de ningún remedio (Jeremías 17:9) haciendo imposible que pueda vivir de una manera agradable a Dios.

El Milenio en la Nueva Jerusalén

La vida es totalmente diferente en la Casa de los Redimidos. A pesar de que los reyes de la tierra nos traen su esplendor, ningún incrédulo podrá poner siquiera un pie en este lugar, ni aun un creyente en su cuerpo natural. Nuestras mansiones en el cielo están hechas del oro más puro como también lo son las calles que pasan frente a ellas y sus cimientos están hechos de piedras preciosas. En la Nueva Jerusalén no hay ningún templo porque el Cordero de Dios mora allí y Él es nuestro Templo. La fuente de energía que nos ilumina y nos calienta es la Gloria de Dios y nuestro resplandor a su vez provee luz a las naciones de la tierra (Apocalipsis 21:9-27).

Nuestros cuerpos glorificados habrán sido liberados de sus ataduras dimensionales, permitiéndonos aparecer y desaparecer a voluntad, viajando a través del tiempo a la velocidad del pensamiento conforme sondeamos las delicias ilimitadas de la Creación de Dios. Ningún detalle ha sido olvidado cuando se trata de nuestra comodidad y felicidad. No habrá más muerte ni lamento ni llanto ni dolor, solamente los interminables gozos de la exploración y del descubrimiento. “Antes bien, como está escrito: cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9).

Nuestro hogar no se encuentra en la Tierra, como tampoco está en el Trono de Dios. Bajando del cielo, pero sin tocar la Tierra, nuestro hogar podría ser llamado un satélite en órbita baja en términos de la tecnología de hoy en día. 2.240 kilómetros de alto, ancho y fondo, no cabría siquiera en Israel, menos en Jerusalén. Si tocara la Tierra, necesitaría el espacio equivalente a Centroamérica y México juntos; de toda Europa Occidental desde Suecia a Italia; y sería 4.000 veces más alto que el edificio más alto de la Tierra. Cerca de dos tercios el tamaño de la luna, simplemente no cabría en la Tierra.

La iglesia ha sido descrita como una perla de gran precio. Una perla se forma en el océano y crece en respuesta a la presencia de un cuerpo extraño, un estorbo. Es la única gema preciosa que se origina de un organismo vivo. Cuando se cosecha, se remueve de su hábitat normal para colocarla en un entorno hecho a la medida en donde se convierte en un objeto de adorno.

Así sucede también con la Iglesia. Formada de entre las naciones gentiles, la Iglesia fue un estorbo mayor tanto para Israel como para el Imperio Romano. A través de cientos de años de persecución para destruirla creció de manera constante. Al momento de la siega, seremos llevados de la Tierra a nuestras mansiones que el Señor ha preparado especialmente para nosotros, para convertirnos en su objeto de adorno.

7). La Eternidad

No puedo decir mucho sobre la eternidad, excepto que sí hay una. La Biblia termina al final del Milenio pero, sin embargo, nos enseña que todas las personas que han nacido vivirán eternamente. La cuestión no es si uno va a tener vida eterna. La cuestión es en dónde va a pasar usted la eternidad. Solamente hay dos posibles destinos y ya los hemos descrito. La felicidad eterna en la presencia de Dios, o la vergüenza y castigo eternos apartados de la presencia de Dios. Mientras Dios es paciente, deseando que nadie se condene, esa no es la decisión de Él. Esa decisión la ha puesto Dios en nuestras manos, sabiendo que sin una alternativa, el escoger aceptarlo de manera voluntaria, no tiene sentido. Dios le ama a usted lo suficiente como para arriesgarse a que usted tome la decisión equivocada, y también le ama lo suficiente como para cumplir Sus deseos si usted lo hace.

Aclaremos algo: Nadie escoge a sabiendas el ir a un lugar de tormento eterno. Pero muchas personas terminarán allí. Cuando lo hagan será porque rehusaron escoger ir al cielo, y entonces, solamente hay otra alternativa.

Aquí están, pues, las Siete Cosas Que Debemos Saber Para Entender La Profecía De Los Últimos Días. El aprenderlas nos permitirá, de manera exitosa, evitar todas las herejías y las falsas enseñanzas que abundan en estos últimos días. El estudio de la profecía no es un asunto de salvación, pero el Señor sí nos advirtió en varias ocasiones que supiéramos las señales de los tiempos para que esas herejías y falsas enseñanzas no nos tomen por sorpresa. Debemos estar vigilando con gran expectativa y esperando con gran certeza.

En Apocalipsis 1:3 se nos prometen las bendiciones por nuestro estudio diligente de la profecía, y en 2 Timoteo 4:8 se le otorga una corona a todas aquellas personas que aman Su venida. Pero para mí, el regalo más grande viene del estudio de la profecía que es lo que fortalece nuestra fe. Nada se puede igualar al observar la Palabra de Dios procediendo de lo abstracto a lo concreto, como lo podemos ver en el cumplimiento de la Profecía Bíblica ante nuestros ojos. Si escuchamos cuidadosamente, ya casi podemos oír los pasos del Mesías. 23/07/11