El Relato de Adán. Parte 3 – Conclusión

Parte 3 – Conclusión

La vida después de la muerte

Génesis 4 & 5

No existe ninguna forma adecuada con la que les pueda explicar las diferencias entre la vida en el Huerto y la vida fuera de este, porque de toda la humanidad, solamente Eva y yo la experimentamos. Pero intenten imaginarse cómo sería la vida de ustedes hoy en día si literalmente y todas las personas en el entorno que los rodea, estuvieran alineadas para cumplir con la voluntad de Dios, la cual es la expresión libre y sin obstáculos de Su amor hacia Su creación.

En la mente de ustedes traten de liberarse de las ataduras económicas que los tienen aprisionados. Él nunca quiso eso. Si los ingresos económicos de ustedes se detuvieran hoy, ¿cuánto tiempo pasaría para que su seguridad se viera amenazada y su estilo de vida irrevocablemente cambiado? Quizá usted es una de esas personas que han sido bendecidas y que aman su trabajo, pero ¿cuánto más lo amaría si no tuviera la necesidad siempre presente de ganar el dinero que necesita para hacerle frente a sus obligaciones y ahorrar para cualquier incertidumbre futura? Y si usted está estacionado en un trabajo que odia y no puede dejarlo porque necesita ese ingreso, trate de imaginarse lo que usted haría si el dinero ya no fuera más un factor importante. Usted, como la mayoría de las personas en todo el mundo, está prisionero a su sistema económico. Eso no era así en el Huerto.

Ustedes no han conocido nada diferente, pero ¿cuánta energía física y emocional creen ustedes que gastan todos los días para sobreponerse a los obstáculos en sus metas? Estoy hablando de todo, desde la mala hierba en su jardín hasta el decaimiento gradual, pero permanente, de su casa y de sus pertenencias (eso sin mencionar su cuerpo físico) y también ante las fuerzas destructivas de aquellos que se oponen o que están celosos de los éxitos que usted ha alcanzado. ¿Qué podría usted lograr si su mente, ese objeto sin medida que ninguna persona o máquina podrá nunca duplicar, fuera liberada de la atadura del pecado que le causa a usted innumerables y debilitantes horas de celos, envidias, resentimientos, furia y diversión escapista? Podría seguir, pero no quiero desanimarlos más de lo que ya están. Además de eso, como dije anteriormente, ustedes no se pueden imaginar cómo era la vida en el Huerto.

Desde los primeros días de nuestra mortalidad, nuestra vida después de la muerte, Eva y yo empezamos a sentir esta increíble diferencia. Claro, el trabajo era duro, y sobreponiéndonos a la resistencia de la creación de Dios que nos fue echada encima, era muy frustrante, pero la cosa más difícil era la manera cómo nuestras mentes empezaron a trabajar en contra nuestra. El pesar que sentíamos por lo que habíamos hecho, y nuestra furia hacia el que nos había engañado, consumieron casi toda nuestra energía. Si no hubiera sido por la promesa de Dios de que enviaría a Alguien para redimirnos, nunca lo hubiéramos logrado.

Cuando Eva quedó embarazada creímos que pronto seríamos restaurados. El Señor había prometido que un descendiente de ella nos salvaría, y como todos los humanos, ahora estábamos auto centrados e impacientes, y creímos que eso sucedería en ese momento. Ella declaró, “Con la ayuda del Señor, yo he adquirido varón”, y le puso por nombre Caín, que significa “adquirir”. Y cuando nuestro segundo hijo nació, le puso por nombre Abel, que significa “vapor” o “soplo”, creyendo que era una adición innecesaria a nuestra familia. Estos dos muchachos pronto demostrarían las indecibles diferencias entre la vida en el Huerto y la de fuera, y de la manera más dramática posible.

Caín se convirtió en un finquero exitoso mientras que Abel estaba al cuidado de nuestros rebaños de ovejas y cabras. Caín estaba orgulloso de su habilidad como horticultor y trajo de lo mejor de su cosecha para ofrecérselo al Señor, mientras que Abel trajo los animales para el sacrificio prescrito. Caín se sorprendió y enfureció cuando el Señor rehusó lo mejor de la cosecha de sus manos, en favor de los animales inocentes de Abel. Pero el Señor le recordó a Caín sobre la ofrenda que era la requerida, y le dijo que si él la traía también, sería aceptada, y le advirtió que el pecado que estaba sembrando en su mente pronto sería cosechado a través de sus acciones, a menos que se sobrepusiera a él.

En el primer incidente de una disputa registrado entre un hombre y su hermano, el Señor le enseñó a Caín que los malos pensamientos brotarían espontáneamente en una mente infestada por el pecado. Estos pensamientos son ataques de nuestro enemigo y por sí solos no constituyen un pecado. Es nuestra responsabilidad el rechazarlos antes de que puedan ejercer influencia en nuestro comportamiento, porque en el momento que los aceptamos y los consideramos, se convierten en pecado y eventualmente nos vencerán. Eso es una consecuencia de tener el conocimiento del bien y del mal. Simplemente no somos lo suficientemente fuertes como para enfrentarlo solos.

Como muchos de nosotros, Caín permitió que el pecado en su mente influenciara su comportamiento. Atrajo a Abel hacia el campo y allí lo asesinó. Por segunda vez, una vida humana había finalizado prematuramente. La primera vez fue cuando la serpiente terminó con la vida de Eva y la mía. Nos asesinó tan seguramente como si nos hubiera disparado certeramente allí y entonces, y ahora mi hijo primogénito había asesinado a su hermano. Y de igual forma como lo hizo su padre ante el Señor, él le mintió al Señor cuando fue confrontado por Él. (Yo había sido creado a imagen de Dios, mis descendientes fueron creados a mi defectuosa imagen.)

El Señor expulsó a Caín de Su presencia, prohibiendo que la tierra donde estuviera produjera alimentos para él, y lo convirtió en el primer nómada de la tierra. Desde la caída, era responsabilidad del pariente más cercano vengar la sangre del hermano asesinado. Todas las personas vivas de la tierra eran los parientes cercanos de Caín, siendo hijos e hijas nuestros, por eso Caín temía por su vida, pidiéndole a Dios misericordia. En otro de Sus actos de misericordia sin fin, el Señor marcó a Caín y les advirtió a todos sus hermanos y hermanas de no vengar la muerte de Abel.

Entonces Caín tomó a una de sus muchas hermanas como esposa (no había nadie más con quien casarse) y empezó una nueva vida con su propia familia. De los descendientes de Caín se originaron todas las formas que el hombre ha encontrado para glorificarse a si mismo, desde la construcción de grandes ciudades, a las artes y la música, a la creación de una miríada de aparatos para economizarse trabajo.

Obviamente, Eva y yo estábamos más que sorprendidos por este episodio. Eva estaba particularmente desanimada. Después de todo, Caín supuestamente había de ser nuestro redentor, y ahora tanto él como su hermano, se habían ido. Pero el Señor es bueno, y nos dio otro hijo. Ella estaba segura que este era el Redentor, así que lo nombró Set que significa “sustitución”. Esta vez el Señor nos mostró algo más de Sus intenciones, puesto que la cabeza de las diez generaciones siguientes, contenía otra pista para entender Su plan.

Lo que ustedes llaman el Capítulo Cinco en el Libro de Génesis, contiene el nombre de los diez patriarcas, empezando con el mío. Ya les dije que en español, mi nombre significa “hombre” y el de Set “sustitución”. El primer hijo de Set fue Enós, que significa “hombre” o “mortal”. Enós engendró a Cainán, que significa “adquisición”. Luego vino Mahalaleel que significa “Dios bendito”, Jared, “descenderá”, Enoc, “enseñanza”, Matusalén, “hombre de la deidad [Lach]”. (A propósito, el año en que murió Matusalén fue el año del diluvio), Lamec, “joven fuerte”, y, finalmente, Noé cuyo nombre significa “descanso”.

Estos diez nombres, listados según la fecha de nacimiento de cada persona, forman una frase que explica el Plan de Dios y que ha sido doblado como “El Evangelio de Génesis 5”. Se leería así:

“El hombre está asignado al lamento mortal, pero el Dios Bendito bajará enseñando que Su muerte traerá el descanso tan desesperadamente esperado”.

Una descripción tan clara del Plan de Dios para el hombre no puede ser encontrado en ningún otro lugar de las Escrituras.

Desde el principio, Él ha expresado claramente Su intención, aun yendo hasta el extremo de escribirla en las estrellas. Porque cuando tuvo a Set, Enoc y yo le pusimos nombre a las 12 constelaciones originales cuyos nombres Él nos dio para deletrear la historia del Evangelio. Cada noche cuando mis hijos estaban a la intemperie les enseñaban a sus hijos sobre el Redentor venidero, al mirar hacia el cielo y recordar los nombres de estas constelaciones. (Ustedes los conocen como los 12 signos del Zodíaco, debido a sus nombres babilónicos corrompidos. Por eso es que la astrología era un crimen penalizado con la muerte en tiempos antiguos.)

Entonces, ustedes se dan cuenta de que el Plan de Dios para la redención del hombre siempre se ha conocido. Así que aquellos que llevamos los recuerdos de la vida en el Huerto, ya sea por experiencias personales, como Eva y yo, o por las historias que les contamos a nuestros hijos y a los hijos de ellos, o al leer las narraciones de nuestras vidas en la Biblia, no debemos desesperarnos sino tener la esperanza de que un día el Señor vendrá como el Redentor prometido para dirigir a todos los hijos de Dios de regreso a ese bello paraíso que Dios llamó Su Huerto.