El Relato de Daniel – Parte 1

El Relato de Daniel

CAPÍTULO 1

Los Consejeros del Rey

Daniel y Sus Compañeros en Babilonia

En el calendario de ustedes sería el año 605 a.C. cuando todo se deshizo para mi pueblo. Yo tenía la edad de 13 años y era un príncipe de la realeza de Judá. Durante 150 años el Señor había estado amenazándonos con el juicio si no dejábamos nuestro comportamiento pagano, aun utilizando la derrota y captura de nuestros primos, las diez tribus de Israel, para demostrar lo que podía sucedernos a nosotros. Recuerde que después de la muerte del Rey Salomón 300 años antes, una guerra civil dividió nuestro país en dos, Israel en el norte, y Judá en el sur.

Primero, el Señor había enviado a Isaías para advertirle a mi tío abuelo, Ezequías, sobre Babilonia (la que ahora ustedes llaman Irak), cuando él era Rey de Judá (Isaías 39) y había hablado por medio de todos los profetas desde ese momento, que a Él se le estaba agotando la paciencia con nosotros. Pero como ha sido con los humanos a través de las épocas, nosotros no creímos que el Señor en realidad procedería a hacerlo. Hombre, eso fue un error. (Antes de que usted se burle de nosotros, recuerde que el Señor se los ha estado advirtiendo a ustedes durante 2.000 años.)

Para darles un poquito de historia, Nabopolasar había sido rey de Babilonia y su hijo de 20 años de edad, Nabucodonosor, era el general del ejército cuando las fuerzas babilónicas derrotaron a Faraón Necao en la Batalla de Karkemish, en Siria, en el año 606 a.C. Habiendo anteriormente conquistado a Asiria, los babilonios eran los que prácticamente gobernaban todo el mundo conocido, y recordando las crecientes historias que había escuchado sobre la riqueza legendaria de Israel, Nabucodonosor decidió atacar Jerusalén cuando regresaba a su país. (Él no lo sabía entonces, pero estaba siendo utilizado como un instrumento del Señor para juzgar a Israel.)

Esta fue la primera de tres batallas que se llevaron a cabo durante los siguientes 19 años las cuales acarrearían la destrucción total de Jerusalén. En este proceso, el glorioso Templo de Salomón sería quemado hasta sus cimientos y toda la riqueza de Judá así como todos los sobrevivientes, serían llevados a Babilonia por un período de servidumbre de 70 años, dejando Jerusalén como un desolado montón de ruinas. Parecía que por 490 años habíamos ignorado los mandamientos del Señor de dejar descansar la tierra durante un año de cada siete años. A eso se le llamaba el Sabath de la Tierra, lo cual fue dictado en el Libro de Levítico 25:1-7. Nuestra derrota por Babilonia fue el castigo del Señor por haber estado adorando a dioses falsos, por lo que la duración de nuestra servidumbre fue determinada ser el equivalente a los 70 años sabáticos que habíamos fracasado en cumplir. Y así fue “para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo gozado de reposo; porque todo el tiempo de su asolamiento reposó, hasta que los setenta años fueron cumplidos” (2 Crónicas 36:21). Y como ya lo mencioné, los profetas habían predicho todas estas cosas, pero me estoy adelantando un poco a mi relato.

Para impedir nuestra derrota total y que intentáramos zafarnos de los juicios del Señor, los gobernantes de Judá le habían dado su lealtad a Babilonia. Ellos también estuvieron de acuerdo de pagar un enorme impuesto anual a Nabucodonosor, quien recientemente se había enterado de la muerte de su padre y se había convertido en el Rey de Babilonia. Como una muestra de buena fe, mi tío, el Rey Joacín, estuvo de acuerdo en que Nabucodonosor se llevara a varios de los príncipes de la casa real y otros hombres a Babilonia como cautivos. Yo era uno de los que fueron seleccionados a ir, y entre los demás, estaban mis tres mejores amigos, Ananías, Misael y Azarías (Nabucodonosor les cambió el nombre por Sadrac, Mesac y Abednego, y esos son los nombres con los cuales se les conoce hoy día. Mi nuevo nombre, Beltsasar en realidad nunca se mantuvo.)

Después me enteré que Ezequías, a pesar de ser un levita, había sido también llevado cautivo y documentaría la derrota de Judá por Babilonia, mientras que Jeremías se quedó atrás para dar un relato de testigo ocular desde Jerusalén.

En Babilonia nos reunimos con lo mejor de los otros cautivos, en un programa de entrenamiento de tres años diseñado para enseñarnos el idioma y la cultura de Babilonia y prepararnos para servir al rey. Se nos ofreció comida y bebida de la cocina privada del rey, pero puesto que esta comida no era kosher, mis tres amigos y yo la declinamos, pidiendo que en su lugar se nos diera legumbres y agua. Esto produjo un enorme problema a la persona que nos atendía, el cual podía ser objeto de despido e incluso de muerte, pero estuvo de acuerdo en otorgarnos un período de diez días y luego comparar nuestros semblantes con el de los demás que estaban comiendo la comida del rey y bebiendo su vino.

Y no era que la comida del rey fuera mala, sino que el Señor estaba honrando nuestra obediencia a Sus mandamientos cuando al final de esos diez días nuestra apariencia era más saludable y lucía mejor alimentada que la del resto de las personas. Así nos dejaron en esa dieta y el Señor nos dio el conocimiento y el entendimiento sobrenaturales, aun otorgándome el poder de interpretar sueños y visiones. Esto vendría a ser muy provechoso.

Cuando nuestro entrenamiento estuvo completo fuimos cuidadosamente examinados por el rey y debemos de haber aprobado con colores brillantes, porque nos asignó a su cuerpo de consejeros. Imagínense, cuatro adolescentes judíos como consejeros del gobernador del mundo conocido. Pero ya que el mismo rey estaba en la edad de los tempranos veinte años, y puesto que él no confiaba de los consejeros que había heredado de su padre, pues quería sacarlos de allí, lo que hizo tenía sentido. Tal vez de aquí se originó la frase, “No confíes en nadie mayor de 30”.

Por supuesto uno no dura mucho en la política sin aprender algunas destrezas de supervivencia, así que los viejos consejeros, a pesar de que estaban claramente celosos de nuestro nombramiento, siguieron la corriente y empezaron a buscar una oportunidad para vengarse. Eso les tomaría algunos años, pero a pesar de que literalmente les salvamos el pellejo, nos atacaron un par de veces y casi nos atrapan.

CAPÍTULO 2

El Gran Sueño – Parte 1

Daniel Interpreta el Sueño de Nabucodonosor

En el segundo año de su reinado, Nabucodonosor tuvo un sueño que verdaderamente lo dejó perplejo, y vio la oportunidad de poner a prueba a sus consejeros. Recuerden que él había heredado a la mayoría de ellos de su padre y no les tenía ni pizca de confianza. Cuando los reunió para que interpretaran su sueño, por supuesto que le preguntaron que primero se los describiera. Pero para probarlos de que no estuvieran inventando o dándole información falsa sobre lo que les ordenaba decir, bajo pena de muerte, debían decirle tanto el sueño como su interpretación. Ellos le dijeron que nunca antes habían escuchado una cosa parecida. Ningún rey les había solicitado antes tanto una descripción como una interpretación, y cuando le dijeron que eso era humanamente imposible, el rey se puso furioso y sentenció a todos a morir.

Puesto que mis amigos y yo éramos parte de su grupo, también fuimos programados para ser ejecutados también, a pesar de que no habíamos estado presentes en esa reunión. Yo fui a ver al rey y le solicité un poco de tiempo con el objeto de darle lo que pedía y cuando él estuvo de acuerdo, corrí tan rápido como pude de vuelta a casa para que, junto con mis amigos, pudiéramos orar buscándole una salida a esta situación. Durante la noche, el Señor me dio tanto el sueño como su interpretación por medio de una visión. Los cuatro le dimos gracias al Señor y lo alabamos toda la noche.

Ustedes podrían pensar que yo era un poco presuntuoso al prometerle al rey que yo podía explicarle su sueño antes de pedirle dirección al Señor. Pero mi razonamiento fue que si Él no hubiera hecho todo el trabajo para colocarnos en una posición de influencia como la que teníamos, solamente para que se nos cortaran las cabezas, apenas estábamos empezando a duras penas. Yo sabía que el Señor me había dado la habilidad de interpretar sueños, por lo que entonces deduje que Él nos ayudaría de manera especial, puesto que nuestras vidas estaban en riesgo. A eso se le llama fe. (Créanme cuando les digo que sentí mucho alivio cuando el Señor vino a nuestro favor.)

A la mañana siguiente fui a buscar a Arioc, el guarda a quien el rey había ordenado que nos ejecutara a todos nosotros, y pude convencerlo de que me llevara ante el rey. Cuando el rey me preguntó si yo le podía decir el sueño Y su significado, yo fui cuidadoso en dar el crédito a quien se le debía y le dije que ninguna persona en la tierra podía hacer lo que el rey demandaba. Pero que había un Dios en el cielo que revelaba los misterios y que le había enviado ese sueño al rey para mostrarle lo que sucedería en el futuro y me había dado a mí la interpretación. Luego le conté el sueño.

El Señor le había mostrado al rey que él era el primero de una serie de cuatro reyes gentiles que dominarían el mundo durante un tiempo que más tarde se conocería como el Dominio Gentil. El Señor hizo esto al describir una estatua gigantesca hecha de varios metales preciosos. La cabeza de oro de la estatua representaba a Nabucodonosor y Babilonia. Después de él se levantaría otro reino representado por el pecho y los brazos de plata de la estatua. El vientre y los muslos de bronce representaban a un tercer reino que vendría después de ese otro, y finalmente, las piernas de hierro con los pies de hierro mezclado con barro cocido, completaban los cuatro reinos.

Cada metal era de inferior calidad en valor, pero mayor en fuerza que el anterior. Eso quería decir que cada reino sería más débil en términos de autoridad en el mundo que el reino precedente y tendría que depender más de su poderío militar para mantenerse en el poder. Mirando hacia atrás desde la posición ventajosa que ustedes tienen, ustedes pueden identificar esas cuatro potencias que han reinado en el mundo desde mis días hasta los de ustedes. Babilonia fue conquistada por Medo-Persia, la cual fue a su vez conquistada por Grecia, la cual a su vez fue conquistada por Roma. Roma en realidad nunca fue conquistada, sino que se desintegró gradualmente debido a la corrupción y fue transformada de un reino político a uno religioso. Cuando el Imperio Romano se deshizo varias piezas de lo que quedó tuvieron su turno en gobernar el mundo, pero ninguno lo hizo con la autoridad que se le había dado a Babilonia. Primero fue España e Inglaterra, y ahora los EE.UU., pero conforme se acerca el fin de la era, este antiguo imperio romano va a intentar formarse y hacerse valer de nuevo, como lo muestran los pies y los diez dedos de hierro mezclados con barro cocido.

Y cuando lo hace, un quinto Reino, no de este mundo, saldrá abruptamente a escena y subyugará totalmente a los otros reinos que parecerá como si nunca hubieran existido. Este Reino será mundial y nunca será sustituido por ningún otro. En el sueño, este Reino fue mostrado como una gran roca que fue cortada no por manos humanas, y que se convirtió en un gran monte que llenó toda la tierra. Ese es el Reino de Nuestro Señor el cual terminará con el dominio gentil sobre la tierra para siempre.

Sobra decir que el rey quedó muy impresionado. Nunca creyó que alguien le podría decir tanto el sueño como su interpretación. El rey me dio un gran bono al nombrarme Alcalde de la ciudad capital y me puso a cargo de todos sus consejeros. Pero lo más importante es que le dio el honor y la gloria al Señor, proclamando correctamente que Él es superior a todos los dioses. Aprovechando la oportunidad del momento, logré que promoviera a mis tres amigos también, y fueron así nombrados administradores sobre toda la provincia de Babilonia. Con todo y todo, ese fue un semejante día para cuatro adolescentes judíos, cautivos en una tierra extranjera.