El Relato de Noé. Parte 1

El Relato de Noé

Génesis 6-10

Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas” (Génesis 6:1-2).

Mi nombre es Noé, de la décima generación desde Adán. Si ustedes trazan las vidas de los diez patriarcas mencionados en el Relato de Adán, sobre una línea, podrán ver que yo nací 1.056 años después que Adán fue creado, y solamente 126 años después que murió, y 600 años antes del diluvio universal. (Lean “De Adán a Abraham”.)

Yo quisiera que ustedes se detuvieran un momento para darse cuenta de que cada uno de esos patriarcas tuvieron hijos e hijas los cuales no se nombran en el relato que ustedes llaman Génesis 5, y que todos esos hijos e hijas que no se nombraron, también tuvieron hijos e hijas, y que Caín estaba formando una línea paralela de sus descendientes. Si le agregamos a eso la ausencia de todo control de la natalidad, y del hecho de que cada persona era sexualmente activa durante cientos de años, rápidamente se darán cuenta de que habría un gran número de seres humanos en la tierra cuando yo nací. En realidad yo no sé exactamente cuanta población había en ese momento, pero si ustedes se fijan en los diez patriarcas y asumen que cada uno solamente tuvo cuatro hijos, quienes a su vez tuvieron cuatro hijos, etc., etc., perfectamente podría haber más de un millón de personas en la tierra para entonces. El número real podría quizás ser tres o cuatro veces más.

En esas diez generaciones, el efecto de la naturaleza pecaminosa que contaminó toda la descendencia de Adán, se había vuelto angustiosamente obvia. Como sería el caso a través de la historia, la humanidad se estaba distinguiendo a sí misma principalmente por su inclinación hacia el mal. Y si eso no fuera suficiente, los ejércitos celestiales que se habían rebelado con satanás antes de la creación de Adán, habían entrado en acción. Recordándose que Dios había prometido un descendiente de Eva que vendría a restaurar todo lo que Adán había perdido en el Huerto, satanás puso a sus secuaces a trabajar en un esfuerzo para que contaminaran lo más posible el grupo genético humano para que así ninguna especie de la raza humana quedara para cumplir con el compromiso de Dios. Hizo que estos mismos ángeles caídos seleccionaran a las mujeres más deseables y se casaran con ellas para producir unos hijos que nosotros llamamos los nefilin, que significa los caídos. Estos seres eran sobrehumanos en fuerza y en tamaño y dieron origen a los semi dioses de la mitología, pero su lealtad era a satanás, y no a Dios. Más tarde su nombre babilónico seitan (del hebreo para satanás), sería traducido al español como titán y “gigante”. La palabra griega nefilin se convertiría en la palabra “gigante”.

Para aumentar aun más la ira de Dios, satanás empezó a manosear la genética de los animales, produciendo libélulas con alas de más de un metro de largo, pájaros demasiado grandes y pesados para volar, y reptiles cuya masa corporal era demasiado grande y pesada para que sus esqueletos pudieran soportarla y con cerebros demasiado pequeños para manejarlos. A esas cosas les llaman ustedes hoy día dinosaurios, y los humanos se deleitan cuando encuentran algunos de los restos de sus huesos enterrados en algún residuo del diluvio, pero en nuestros días, se les llamaba abominaciones. Nosotros entendíamos que un Dios Todopoderoso nunca podría haber creado esas criaturas lamentables e imperfectas.

Y así Dios determinó que tenía que limpiar Su ahora arruinada creación produciendo un gran diluvio sobre toda la tierra. Pero en otro de los hechos inagotables de Su Gracia, estableció maestros entre Su pueblo para que les advirtieran del juicio venidero, y durante 120 años, esos maestros intentaron convencer a las personas para que se arrepintieran y pudieran salvarse.

Luego Él me dio una palmadita en el hombro. Parecía que entre todos los seres humanos, mi genética aún permanecía pura y, por lo tanto, yo podía preservar la humanidad para el Redentor venidero. Muchos de los animales aun estaban puros también, por eso me dijo que construyera un gran arca, en realidad, era un hotel flotante, para que nos pudiéramos salvar nosotros y los animales del juicio venidero.

Este bote era más grande de lo que era necesario solamente para salvarme a mí y a mi familia, mis tres hijos y nuestras esposas, aun con todos los animales a bordo. Tenía una capacidad de 42.480 metros cúbicos de carga, lo que equivale a un tren de carga jalando 500 vagones. Tomando como referencia que el promedio de altura de los animales, desde el más alto hasta el más pequeño, equivale a la altura de una oveja, y que cerca de 250 ovejas se pueden transportar en un vagón de carga, esta arca tenía espacio para acomodar 125.000 animales, o 62.500 parejas. Aun hoy día solamente hay cerca de 18.000 especies diferentes de los animales principales. Dos de ellos significa que nos embarcaríamos con 36.000 animales. Aun con todos nuestros suministros y alimentos, quedaba suficiente espacio, así que ¿por qué todo este espacio adicional?

Como uno de los famosos autores que tienen ustedes ha escrito, “Lo nuestro no era una cuestión de porqué. Era una cuestión de hacerlo… o morir”. Pero en mi opinión, Dios quería que hubiera suficiente espacio para que si algunas otras personas de la humanidad quisieran arrepentirse y ser salvas, había suficiente campo para ellas. Pero, sorpresa, aun después de 120 años de estarles advirtiendo, de varios millones de seres humanos, ningún otro ser humano se nos unió en el arca.

Y como lo es también hoy día, la reacción a las advertencias del juicio inminente, fue la negativa y la burla. Primero, no había nada concreto para poder convencerlos. Con eso quiero decir que ellos nunca antes habían visto ninguna lluvia caer sobre la tierra, menos aun un diluvio. Debido a la bóveda de vapor que el Señor había colocado alrededor de la tierra, el clima casi siempre era perfecto. Y durante una cuantas y cortas generaciones desde la aparición del Señor en el Huerto, las personas se habían olvidado de Él. Estaban tomando el crédito por sus éxitos, y habían inventado ingeniosas historias para explicar su existencia y rechazar el papel de su Creador en ello. Las pocas personas que intentaron convencerlos fueron ridiculizadas y burladas, y era común escuchar que mis hijos y yo estábamos completamente locos, que éramos una familia de anormales de los que había que reírse y tener lástima, mientras construíamos obedientemente nuestro barco gigante. Necesitamos de mucha fe para ver que Dios existía y que Su juicio era en serio, y fuera de nuestra familia, la fe era muy escasa. Así es, era muy parecido a lo que es hoy día en tiempos de ustedes.

Pero finalmente llegó el día y el Señor nos ordenó abordar el arca, tomando los animales que Él nos había traído. Nos instruyó a que tomáramos siete de cada especie de animales “limpios”, como una prueba de que el llamado sistema levítico era válido desde el principio, y dos de cada especie de los demás animales que se acercaron a nosotros para salvarse. (Es curioso ver cómo los animales sabían lo que se avecinaba y la humanidad no.) Él trajo siete de cada especie de aves. Cuando todos estábamos a bordo, y cuando durante los últimos siete días la humanidad tuvo su última y justa oportunidad para salvarse (¿cómo los siete años finales en el tiempo de ustedes?), el Señor cerró la compuerta del arca y la lluvia se desató. Yo tenía entonces 600 años de edad.