Juzgando El Planeta Tierra

Un Estudio Bíblico por Jack Kelley

La combinación del Rapto y la Batalla de Ezequiel 38 llenará al mundo de angustia e incertidumbre cuando empiece la Semana Setenta de Daniel. ¿A dónde se fueron todos esos cristianos? ¿Cómo fue que Israel pudo destruir esa gigantesca invasión militar por sí solo? ¿Quién causó el intercambio nuclear en distintos lugares? ¿Cómo fue que todas estas cosas sucedieron tan de repente? ¿Por qué nadie pudo ver que esto se venía para hacer algo y prevenirlo?

Los Juicios de los Sellos

En medio de todo este caos y confusión un hombre con una increíble habilidad para restablecer la esperanza del mundo para el futuro emergerá, prometiendo traer la paz (Apocalipsis 6:2). La población asustada escuchará y será rápidamente persuadida para seguir su dirección. Él estará de acuerdo con Israel en su demanda por un Templo, no porque quiera ayudarlos a honrar a Dios por haber asegurado su victoria, sino porque tiene sus propios planes para el Templo (Daniel 9:27).

De sus propias Escrituras (Ezequiel 48:1-10) él le mostrará a Israel porqué su nuevo Templo no debe ser construido en donde se encontraba el antiguo templo. En vez de eso debe ser localizado unos kilómetros al norte, en el antiguo Silo, en donde el Tabernáculo estuvo una vez. Con esto se mantendrán las instalaciones musulmanas intactas, durante un tiempo, sobre el actual Monte del Templo. Después de la desaparición de la Iglesia el Islam rápidamente se convertirá en la religión dominante del mundo y ellos creen que su tercer lugar más sagrado queda sobre ese monte. Con este golpe maestro, él traerá una semblanza de paz a la región, demostrando que los judíos y los musulmanes pueden vivir en paz como vecinos en un valeroso mundo nuevo (Daniel 8:25). Toda la gente del mundo tendrá un suspiro colectivo de alivio.

Pero demasiado pronto las guerras empezarán a explotar en diversos lugares (Apocalipsis 6:3) porque el fin último de este líder es el dominio mundial y algunas naciones se resistirán. Él convencerá a la gente que eso es solamente un inconveniente necesario y les asegurará que pronto todo volverá a la normalidad. Pero la combinación de guerras, escasez de alimentos, y una inflación descontrolada empezarán a cobrar sus víctimas (Apocalipsis 6:6). Los efectos mortales de esta combinación se sentirán en una cuarta parte de la tierra (Apocalipsis 6:8).

A pesar que generalmente se le llama una religión de paz, el Islam le ofrece al mundo solamente dos opciones, sometimiento o muerte, como pronto lo sabrán los mártires de las demás fe. Para la multitud de nuevos cristianos que fueron testigos de la desaparición de amigos y familiares en el Rapto y conocen de su experiencia de primera mano la verdad del Evangelio, la conversión al Islam será imposible y la cantidad de aquellas personas que morirán por su fe aumentará rápida y constantemente (Apocalipsis 6:9). Todas ellas clamarán al Señor por venganza pero Él les dirá que sean pacientes por un poco de tiempo más porque muchas otras personas como ellas morirán de la misma manera (Apocalipsis 6:10-11).

Un gran terremoto, que será sentido en todo el mundo, disparará la actividad volcánica lanzando millones de toneladas de ceniza en el aire, opacando el sol y la luna volviéndose toda como sangre (Apocalipsis 6:12-14). Algunas personas culparán el terremoto como que fue causado por un alineamiento de planetas como lo predijeron los mayas hace mucho tiempo atrás. Otras dirán que se debe al retorno al sistema solar de un planeta perdido desde hace mucho tiempo. La atmósfera superior literalmente va a explotar en llamas debido a la reversión simultánea de los polos magnéticos del sol y de la tierra.

Los líderes mundiales correrán a esconderse, algunos de ellos sabiendo intuitivamente que la Ira de Dios sobre la que fueron advertidos por los cristianos, quienes todos hemos desaparecido, ya ha empezado y no tendrán tregua alguna (Apocalipsis 6:16-17).

Los Juicios de las Trompetas

Y como para confirmar los peores temores de estos líderes, una tormenta de granizo y fuego, mezclados con sangre, caerá sobre la tierra quemando una tercera parte de esta. Una tercera parte de los árboles y toda la hierba verde se quemará (Apocalipsis 8:7). Un objeto parecido a un meteoro del tamaño de una gran montaña caerá en el mar. La contaminación resultante hará que la tercera parte de los océanos de la tierra se conviertan en sangre matando toda la vida marina en las áreas afectadas. El tsunami que esto produce hundirá y destruirá la tercera parte de los navíos del mundo. Más de 50.000 barcos comerciales desaparecerán en un solo día (Apocalipsis 8:8-9).

Luego otra estrella caerá sobre la tierra y cuando lo hace una tercera parte del agua potable se contaminará. Será tan tóxica y tan amarga que muchas personas morirán al tomarla (Apocalipsis 8:10-11).

Tanto el día como la noche perderán un tercio de su luz debido al humo y la ceniza de los incendios y los volcanes. A través del humo y la niebla un mensajero traerá una advertencia del Señor, “Lo peor está aun por venir” (Apocalipsis 8:12-13).

Un ángel caído abrirá el pozo del abismo saliendo humo que contaminará aun más el ya aire tóxico. Criaturas semejantes a langostas saldrán de este humo y durante cinco meses atormentarán a las personas con heridas semejantes a la picadora de un escorpión. Estas heridas serán tan dolorosas que la gente deseará morir, pero no habrá escapatoria (Apocalipsis 9:1-11). Las únicas personas sobre la tierra que serán inmunes a este veneno serán los 144.000 evangelistas que el Señor habrá comisionado de entre las 12 tribus mencionadas de Israel (Apocalipsis 7:1-8).

Cuatro ángeles que han estado atados en la puerta del Este (el Eufrates) serán desatados para matar a una tercera parte de la restante población del mundo, con plagas de fuego, humo y azufre (Apocalipsis 9:13-19). El este es muy diferente al oeste y debido al hinduismo, el budismo y a otras religiones orientales, el Lejano Oriente será el más difícil de traer bajo el estandarte de un mundo islámico. Puesto que el 40% de la población mundial vive allí, el número de muertos será enorme.

Entre el Rapto, el martirio, las guerras y los juicios, bien que más de dos mil millones de personas no podrán ser encontradas entre los vivos del planeta tierra conforme se acerca el punto intermedio de la Semana Setenta de Daniel. Y sin embargo, la Biblia no nos indica si los incrédulos que quedan verán el error que cometieron y cambiarán de parecer. Esta es la parte más dura de los no salvos, aquellas personas que rehusaron creer la verdad del Señor sino que aceptaron la mentira del anticristo (2 Tesalonicenses 2:10). En su estado de engaño creerán que están del lado de la luz no de la oscuridad, y que están en lo cierto y no equivocados. Verán a Dios como el ejército invasor y a Satanás como su líder. Espiritualmente, todo estará al revés.

Pero con el sonido de la séptima trompeta, el reinado del Señor dará comienzo (Apocalipsis 11:15). Habiendo utilizado todo lo que estaba a Su alcance para persuadir a la gente de la tierra a que cambiaran de manera de pensar y aceptaran Su oferta del perdón, Él ahora entrará en acción para expulsar al usurpador del trono que justamente el corresponde a Él y reclamar para Sí todo lo que compró con Su propia sangre, el Planeta Tierra. Todas aquellas personas que tomaron bando con Satanás se enfrentarán ahora al peor momento de juicio en la historia de la humanidad. Si no fuera por un remanente del pueblo de Dios entre ellos, no quedaría ni un alma cuando todo esto termina (Mateo 24:21-22).

Los Juicios de las Copas de la Ira

Los juicios de las copas de la ira ocupan el período de 3-1/2 años que conocemos como la Gran Tribulación. Los ciclos de los juicios de los sellos y de las trompetas fueron en parte para demostrar la evidencia de la existencia de Dios a las personas no decididas de la tierra. Pero eso llegaría a su fin con los juicios de las copas de la ira. Estos son estrictamente con el propósito de traer el juicio sobre aquellas personas que le han rechazado a Él. En el proceso, el Señor destruirá completamente a todas las naciones entre las cuales Su pueblo fue esparcido (Jeremías 30:11). Hoy en día hay tantos judíos en los Estados Unidos de Norteamérica como los hay en Israel, así que ya saben porqué este país no escapará.

Pero ahora Satanás ha sido expulsado del cielo (Apocalipsis 12:9) y ha tomado residencia en el cuerpo del anticristo (Apocalipsis 13:4) y desata toda su furia sobre todas aquellas personas que rehúsan postrarse ante él. Tres ángeles habrán entregado el mensaje final de Dios a la humanidad. El primero ofrecerá una última oportunidad para que acepten el Evangelio, el segundo anunciará la destrucción venidera de Babilonia y todo lo que esa ciudad representa, y el tercero le advertirá a la humanidad de no ponerse la marca de la bestia (Apocalipsis 14:6-11).

Toda la gente que ha despreciado la advertencia de no ponerse la marca será tratada con una dosis de feas y dolorosas llagas (Apocalipsis 16:2). Toda el agua de la tierra se convertirá en sangre, tanto en el mar (Apocalipsis 16:3) como en las fuentes de agua (Apocalipsis 16:4). Todas las fuentes de agua están ya contaminadas. El ángel a cargo de las aguas nos recuerda que Dios es justo al hacer esto porque a quienes está juzgando han derramado la sangre de los profetas y los santos de Dios. Ahora Él les está dando a beber sangre (Apocalipsis 16:5-7).

El sol se hará una súper nova en este punto volviéndose tan caliente que la gente estallará en llamas con solo salir afuera. De nuevo, van a maldecir a Dios pero rehúsan arrepentirse (Apocalipsis 16:8-9).

Luego el sol se oscurecerá totalmente haciendo que el día sea noche, y aun así, la gente de la tierra maldecirá a Dios y no se arrepentirán de sus obras (Apocalipsis 16: 10-11).

El anticristo reunirá los ejércitos del mundo en Armagedón en un esfuerzo final para repeler a los “invasores” de la tierra. Desde el cielo una gran voz anunciará, “¡Hecho está!” y todo el ardor de la ira de Dios será desatado sobre la tierra. Relámpagos, voces, truenos, y el peor terremoto que la gente haya sentido jamás será seguido de un torrente de bloques de granizo de 45 kilogramos de peso (Apocalipsis 16:17-21). El castigo por la blasfemia es la lapidación, y la gente blasfema sobre la tierra sufrirá la forma más extrema de este castigo por su comportamiento.

Luego Dios se volverá a Babilonia, centro de operaciones de las fuerzas que lo han desafiado desde el tiempo después del diluvio. Hay tres componentes involucrados, gobierno, comercio y religión, y entre ellos han esclavizado a la gente de la tierra durante milenios.

Primero, Dios va a usar el componente gubernamental para destruir el religioso.

“Y los diez cuernos (los diez reyes asistentes del anticristo) que viste en la bestia (el anticristo), éstos aborrecerán a la ramera (la Babilonia religiosa), y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego; porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios” (Apocalipsis 17:16-17).

Luego Él se volverá al componente comercial. Será tan completa su destrucción que los líderes de la tierra quedarán estupefactos no queriendo creer lo que sus propios ojos les dicen.

“Se pararán lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentando, y diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas! Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas” (Apocalipsis 18:15-17).

Y finalmente el componente gubernamental.

“Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos” (Apocalipsis 19:20-21).

Durante seis mil años Dios ha trabajado sin descanso para reconciliarse con la humanidad, aun dando Su propia vida a cambio de la nuestra, y todos Sus esfuerzos han terminado en fracaso debido a la infidelidad de la gente. Pacto tras pacto fue instituido y roto. El único que no lo fue es el que hizo el Padre con Su Hijo para salvarnos. Pero aun así, las personas, dándoles a escoger para que participen como beneficiarias, rehusaron. Pronto, con Su paciencia agotada, Dios va a remover el remanente que escogió el perdón que Él ofrece, y juzgará al resto. ¿Lo pueden culpar por eso? 31-07-10