Los Tiempos Del Fin Según Isaías, Parte 5

Lunes 26 de agosto de 2019

Un Estudio Bíblico por Jack Kelley

Este artículo sobre los Tiempos del Fin Según Isaías, nos lleva a Isaías 17 y la profecía sobre la destrucción de Damasco que aun se ha cumplido todavía.

Una Profecía Sobre Damasco

Profecía sobre Damasco. Damasco dejará de ser ciudad, y será montón de ruinas. Las ciudades de Aroer están desamparadas, en majadas se convertirán; dormirán allí, y no habrá quien los espante (Isaías 17:1-2).

Debido al lenguaje de estos versículos, muchos eruditos creen que esta profecía solamente fue parcialmente cumplida cuando los asirios derrotaron a los arameos y pasaron por encima de su ciudad, Damasco, en el año 732 a.C. Hoy en día, Damasco es considerada la ciudad más antigua del mundo que ha permanecido continuamente habitada, con una historia de 5000 años y una población cercana a los dos millones de habitantes, y, sin embargo, Isaías 17:1 indica que un día dejará de existir.

Algunas personas creen que la frase “las ciudades de Aroer” se refiere al territorio arameo al este del Río Jordán alrededor del Río Arnón, el cual desemboca en el Mar Muerto al sur de Jordania. Sin embargo, la Enciclopedia Judía afirma que esta frase en Isaías 17:2 probablemente se ha traducido incorrectamente porque la distancia geográfica desde Damasco es muy grande. Mientras dicen que es posible que pueda haber habido otro Aroer cerca de Damasco, es muy probable que este pasaje pueda leerse como “las ciudades de allí serán desamparadas”. Si esa es la traducción correcta, incluye la fortaleza de Hezbolá en el valle de la Bekaa en Líbano, el cual formaba parte del territorio arameo en tiempos de Isaías, y está en línea directa entre Beirut y Damasco.

Y cesará el socorro de Efraín, y el reino de Damasco; y lo que quede de Siria será como la gloria de los hijos de Israel, dice Jehová de los ejércitos. En aquel tiempo la gloria de Jacob se atenuará, y se enflaquecerá la grosura de su carne. Y será como cuando el segador recoge la mies, y con su brazo siega las espigas; será también como el que recoge espigas en el valle de Refaim (Isaías 17:3-5).

Este segmento menciona la derrota de Damasco en el año 732 a.C. y la destrucción de Samaria 10 años después (722 a.C.). Damasco continuó su existencia como parte del imperio asirio y aun permanece hoy en día, pero las ruinas de Samaria apenas están siendo excavadas del suelo arenoso de Israel. También está a la vista la relocalización de las clases dirigentes hacia los extremos del imperio asirio. Esta era una política estándar de Asiria para reducir cualquier subsiguiente rebelión entre los pueblos conquistados. Jacob y Efraín son nombre alternos para el Reino del Norte, y Samaria era su capital.

Y quedarán en él rebuscos, como cuando sacuden el olivo; dos o tres frutos en la punta de la rama, cuatro o cinco en sus ramas más fructíferas, dice Jehová Dios de Israel (Isaías 17:6).

No todo el pueblo fue esparcido. Los agricultores fueron dejados para cuidar las siembras y proteger la siega para los nuevos gobernantes. A ellos se les unieron refugiados de otras partes de Asiria y sus descendientes se conocían como los samaritanos en tiempos de Jesús. (Una lectura rápida de 2 Crónicas 11:16 muestra que todos los que permanecieron fieles de las 10 tribus, se trasladaron al sur en tiempos de la guerra civil que dividió la nación después de la muerte del rey Salomón 150 años antes. De allí en adelante, todas las 12 tribus estaban representadas en el Reino del Sur, Judá, de tal manera que las 10 tribus del norte no se perdieron después de todo. El Señor siempre la preservado un remanente de creyentes de todas las tribus de Israel.)

En aquel día mirará el ser humano a su Hacedor, y sus ojos contemplarán al Santo de Israel. Y no mirará a los altares que hicieron sus manos, ni mirará a lo que hicieron sus dedos, ni a los símbolos de Asera, ni a las imágenes del sol. En aquel día sus ciudades fortificadas serán como los frutos que quedan en los renuevos y en las ramas, los cuales fueron dejados a causa de los hijos de Israel; y habrá desolación (Isaías 17:7-9).

Este es otro pasaje problemático para aquellas personas que tratan de consignar toda la profecía a la historia. Simplemente no existe ninguna razón para creer que los asirios se volvieron a Dios después de haber conquistado Aram e Israel. Y lejos de haber abandonado sus ciudades a causa de los israelitas, fueron los israelitas los que fueron derrotados y dispersados. Entonces, el aun futuro ataque a Damasco que causa la destrucción y el abandono de las ciudades sirias, y el eventual retorno de los sobrevivientes a su Dios, es un cumplimiento mucho más posible, y eso puede suceder pronto.

Porque te olvidaste del Dios de tu salvación, y no te acordaste de la roca de tu refugio; por tanto, sembrarás plantas hermosas, y plantarás sarmiento extraño. El día que las plantes, las harás crecer, y harás que su simiente brote de mañana; pero la cosecha será arrebatada en el día de la angustia, y del dolor desesperado (Isaías 17:10-11).

Asur, padre de los asirios, y Aram, padre de los arameos, ambos fueron hijos de Sem. El hijo de Aram, Uz, es el fundador tradicional de Damasco. (El ambiente para el Libro de Job, el más antiguo de la Biblia, es la Tierra de Uz.) El conocimiento de Dios en la memoria de estos patriarcas no puede ser cuestionado. Y no es que nunca lo conocieron, sino que lo olvidaron y lo abandonaron a favor de los dioses cananitas de la región, Baal y su consorte Astoret (también conocida como Asera, Astarté, Istar, Afrodita, Venus.) Actualmente, Siria es casi totalmente musulmana. Hasta que ellos retornen a Su Hacedor y Salvador ninguno de sus planes y estrategias van a prosperar a la larga, aunque parezcan muy prometedores al principio.

¡Ay! multitud de muchos pueblos que harán ruido como estruendo del mar, y murmullo de naciones que harán alboroto como bramido de muchas aguas. Los pueblos harán estrépito como de ruido de muchas aguas; pero Dios los reprenderá, y huirán lejos; serán ahuyentados como el tamo de los montes delante del viento, y como el polvo delante del torbellino. Al tiempo de la tarde, habrá turbación, pero antes de la mañana el enemigo ya no existe. Esta es la parte de los que nos aplastan, y la suerte de los que nos saquean (Isaías 17:12-14).

Habiendo conquistado la mayor parte del Medio Oriente incluyendo a los arameos y el Reino del Norte, los asirios pusieron su mirada en el Reino del Sur, Judá. El rey asirio, Senaquerib, llevó sus ejércitos casi literalmente a las puertas de Jerusalén, y estaba tan cerca que sus comandantes le podían hablar y ser escuchados por los defensores judíos. En la noche antes de empezar su ataque, el Señor envió Su ángel al campamento asirio en el Monte Scopus, para matar a 185.000 soldados asirios. Antes del amanecer, el resto del ejército había huido, terminando así con 44 años de conquistas (Isaías 37:36-38). Este momento en la historia de Israel es tan paralelo al punto de vista judío de los tiempos del fin, que Senaquerib es visto por ellos como un tipo de anticristo, mientras que el rey Ezequías de Judá como un modelo del Mesías.

Pero debemos observar que Isaías habla de muchas naciones vociferando en contra del pueblo de Dios, y no solamente Asiria, lo cual nos lleva una vez más a considerar la derrota de Senaquerib como un cumplimiento parcial de la profecía de Isaías.

La frase “bramido de muchas aguas” generalmente se usa para describir el sonido de la vociferación de la gente y hoy día hay muchas naciones que se encuentran agitadas. El grito del sentimiento antiisraelita se puede escuchar en todo el planeta. Las muchas “conferencias de paz” del Medio Oriente combinadas con la guerra de Gaza y el reciente abordaje de la flotilla turco/terrorista ha dejado a Israel sola en contra de una presión irresistible para negociar su misma existencia. Siria e Irán están totalmente seguros que Israel va a atacar pronto y se están preparando para ello. Los otros vecinos de Israel también se están preparando para la guerra, y ciertamente hay muchas naciones que están tomando bando.

Israel no está ciega a estas crecientes amenazas, pero hasta tiempos recientes parece que las han estado ignorando. Y eso está por terminar. El Primer Ministro israelita, Benjamín Netanyahu le ha expresado al mundo que no va a pedir disculpas por defender a su país y que continuará haciéndolo a pesar de que eso cause mayores confrontaciones. Fácilmente podemos vislumbrar un escenario que escalará hacia el cumplimiento final de Isaías 17, la destrucción de Damasco. Una vez más habrá al tiempo de la tarde, terror repentino, pero antes de la mañana el enemigo ya no existe. Si escuchan cuidadosamente, ya casi se oyen los pasos del Mesías. Actualizado el 03/06/2010.