El Día de la Expiación… Yom Kippur

Miércoles, 27 de septiembre de 2017

Un estudio bíblico por Jack Kelley

Y el día diez del mes séptimo, que es el día de la expiación, ordenarás que se toque la trompeta con fuerza por todo el país (Levítico 25:9).

El próximo 30 de septiembre al atardecer empieza el día más sagrado del año judío. Muchas personas que no observan ninguna otra costumbre judía dejarán de trabajar, ayunarán, e irán a la sinagoga para los servicios religiosos, ese día y el día siguiente. El nombre “Yom Kippur” significa “Día de la Expiación” y más o menos explica lo que significa este día festivo. Es un día que se aparta para “afligir el alma”, para expiar los pecados del año que pasó.

Muchas personas religiosas judías creen que en el Cielo se guardan unos libros que registran todas las obras de la humanidad y que se abren en Rosh Hashanah empezando así un repaso anual del comportamiento humano. A las personas cuyo comportamiento ha sido ejemplar en todo respecto se les da otro año de vida, y las que no han demostrado ninguna calidad redentora se programan para morir, y las que no se ajustan a ninguna categoría se les da 10 días hasta Yom Kippur para enderezar todo el mal que cometieron durante el año que acaba de finalizar.

Los días de temor reverente

Estos 10 días son llamados los Días de Temor Reverente porque el destino de cada persona pende en la balanza conforme va pidiendo perdón por los pecados que cometió en contra de Él (las violaciones a Su Ley) y de los amigos y vecinos por los daños ocasionados a ellos. En Yom Kippur, el juicio escrito en esos libros queda sellado y los libros se cierran durante otro año más. Entonces, este día, esencialmente, es su última súplica, su última oportunidad para cambiar el juicio, para demostrar su arrepentimiento y hacer enmiendas.

Yom Kippur es un Sabbath sagrado durante el cual no se hace ningún trabajo. Las personas judías dejan de comer y ni siquiera beben agua. Es un ayuno completo de 25 horas el cual inicia antes del atardecer la noche antes de Yom Kippur y finaliza después del atardecer en el día de Yom Kippur.

En tiempos antiguos, Yom Kippur era el único día del año cuando era permitido pronunciar el Nombre de Dios. Durante una grande y solemne ceremonia en el Templo, se traían dos carneros ante al Sumo Sacerdote. Uno era el carnero “para el Señor” el cual se presentaba como una ofrenda de paz como lo manda Levítico 16:7-10. El otro se le llamaba el “carnero de la expiación” o chivo expiatorio, porque todos los pecados de la nación se colocaban de manera simbólica sobre su cabeza, y luego se le llevaba fuera de la ciudad para ser destruido. El carnero no había hecho nada para merecer eso, pero se le mataba para recordarle a la gente que solamente por el derramamiento de sangre inocente se podían expiar sus pecados. La muerte de los dos carneros de manera simbólica ponían a un lado los pecados de la nación, hacían que su ofrenda fuera aceptada y les daba otro año de paz con su Creador. Postrándose ante Él la gente pronunciaba el Nombre de Dios en un sincero agradecimiento.

Las sobras del día de fiesta

Seguidamente un par de golosinas interesantes de la tradición judía. Cuando los carneros se llevaban al Sumo Sacerdote, sus respectivos papeles en la ceremonia se determinaban por suerte. Dos piezas de oro se colocaban en un tazón de oro y el Sumo Sacerdote ponía su mano en la cabeza de cada carnero, luego tomaba del tazón una de las piezas. Antes de la cruz el carnero que se presentaba ante el Señor como una ofrenda de paz siempre estaba a la derecha del Sumo Sacerdote. Después de la cruz nunca más fue así.

Mientras que al carnero que estaba recibiendo de manera simbólica los pecados del pueblo sobre su cabeza, se le ataba un listón color escarlata a uno de sus cuernos y el otro extremo del listón a la puerta del templo. Justo antes que el carnero se llevara al desierto se cortaba ese listón en dos partes, dejando una pieza en el cuerno y la otra en la puerta. En un lugar predeterminado fuera de la ciudad, el carnero era lanzado desde una peña y moría. Durante todos los años antes de la cruz, en el momento en que el carnero moría, el pedazo de listón en la puerta del templo cambiaba su color de rojo a blanco recordando el pasaje en Isaías 1:18, “Si tus pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.” Después de la cruz eso no volvió a suceder.

La Ley es solamente una sombra…

Algunas personas cristianas creen que el Señor Jesús empezó Su ministerio en Yom Kippur de hecho anunciando que el juicio que merecía la humanidad sería llevado por Él (Lucas 4:16-21) y que el ser humano ya no tiene que vivir en temor de juicio ni tampoco tiene que soportar 10 días de temor reverente cada año.

Es fácil ver al Señor en el papel de nuestro chivo expiatorio, cuya sangre compró nuestro perdón para siempre (Hebreos 10:1-4). Y ¿durante Su juicio ante Poncio Pilato no fue Él seleccionado para llevar nuestros pecados mientras Barrabás era liberado? Pero Él también fue nuestra ofrenda de paz, porque al Padre le agradó que en Él habitara toda la plenitud, y por medio de Él reconciliar consigo todas las cosas, tanto las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de Su cruz (Colosenses 1:19-20). Porque Él es nuestra paz al derribar la pared intermedia de separación (Efesios 2:14).

Entonces, ¿por qué nunca más fue el carnero escogido para el Señor puesto de nuevo a mano derecha? ¿Y por qué el listón no volvió a cambiar su color a blanco cuando moría el carnero? Porque Aquel Quien cumplió el papel que los dos carneros solamente simbolizaban, había llegado. Él es Quien se sienta a la derecha del Padre y Él es Quien para siempre ha quitado los pecados de las personas que lo aceptan. Cuando llega la realidad ya la sombra no es efectiva (Colosenses 2:17).

De la historia a la profecía

El cumplimiento profético de Yom Kippur se realizará al final del Milenio en el llamado juicio ante el Gran Trono Blanco, cuando todas las personas no salvas que han muerto vuelven a la vida para ser juzgadas de acuerdo a sus obras (Apocalipsis 20:11-15). Los libros serán abiertos por última vez y las personas de todas las épocas que hayan rechazado el perdón adquirido para ellas en la cruz serán totalmente responsables por sus pecados en contra de Dios y el ser humano, y destinadas a pasar la eternidad en vergüenza y tormento. Pero las personas que han aceptado el perdón del Señor están en paz con Dios, y pasarán la eternidad con Él y brillarán con el resplandor del sol. Shalom.