El 13 de Septiembre de 2007 empezó el año 5768 del Calendario Hebreo. Como por lo general hago con los artículos que conmemoran eventos anuales, he puesto al día este estudio sobre las Fiestas Otoñales, agregándole nueva información para que ustedes puedan repasarlo.
El otoño es posiblemente el momento más importante del año para el judaísmo. Tres de las fiestas solemnes de Israel se celebran en esta época, y todas en un lapso de 15 días. Estas fiestas son el Rosh Hashanah que es el Año Nuevo Judío, seguido 10 días después por el Yom Kippur que es el Día de la Expiación, y cinco días después se celebra la Fiesta de los Tabernáculos. En nuestro calendario, estas fiestas por lo general se celebran en algún momento entre mediados de Septiembre y mediados de Octubre, debido a las diferencias entre el calendario (lunar) judío y el calendario (solar) occidental.
Cada uno de estos días santos tienen un significado tanto histórico como profético, siendo el cumplimiento profético durante el mismo día de la fiesta. Por eso es que los cristianos los estudian para tener un vistazo del futuro, como también obtener un mejor entendimiento sobre la cultura judía.
Feliz Año Nuevo
Los gentiles por lo general se confunden en sus estudios de estos días santos por el hecho de que el Señor cambió el calendario judío al momento del Éxodo (Éxodo 12:2). Lo que había sido el séptimo mes de allí en adelante sería el primer mes, colocando el inicio del año en la primavera.
Pero debido a la cosecha, los judíos han retenido el calendario original también, por eso es que ahora ellos tienen el año religioso que comienza en la primavera y el año civil que comienza en el otoño. Por consiguiente el Año Nuevo Judío siempre se ha celebrado en el otoño hasta la fecha. Esta fiesta se conoce por dos nombres, Yom Terúa, que significa el día del sonido de la trompeta. Esta fiesta se conoce como la Fiesta de las Trompetas, que quiere decir, “la cabeza del año”.
Rosh Hashanah es el momento para comenzar de nuevo. La tradición judía sostiene que la creación se completó en el Rosh Hashanah y, por lo tanto, Adán nació en ese día también. Si eso es así, el tiempo empezó entonces, en el día primero del mes primero del año primero. Rosh Hashanah.
Muchos estudiosos de la profecía colocan el nacimiento del Mesías en Rosh Hashanah, otorgándole a ese día su primer cumplimiento profético, y también creen que el comienzo de la Semana Setenta de Daniel y la Segunda Venida del Señor, siete años después, sucederán en Rosh Hashanah.
Otras personas creen que también el Rapto de la Iglesia acontecerá en Rosh Hashanah, pero yo estoy convencido de que el Rapto es un evento numerado específicamente, en vez de un evento fechado específicamente, lo que significa que la Iglesia será raptada cuando “se hayan completado todos los gentiles” haciendo que el día y la hora sean desconocidos por adelantado, excepto que eso precederá la salvación de Israel (Romanos 11:25), y la setenta Semana de Daniel (Hechos 15:15-16). Casi la única cosa que sabemos de seguro en cuanto al Rapto concierne, es que no sucedió durante esta fiesta del Rosh Hashanah.
Muchos judíos religiosos creen que en el Cielo hay unos libros que registran las obras de la humanidad y que serán abiertos el día de Rosh Hashanah, para hacer un repaso del comportamiento de las personas. Hacia este fin ellos pasan el mes anterior haciendo un esfuerzo sincero para enderezar todo lo malo que puedan haber cometido durante el año que está por finalizar.
Cuando los libros son abiertos, los nombres de aquellas personas cuya vida ha sido ejemplar en todo aspecto, se escriben en el libro durante un año más de vida, mientras que aquellas otras que han demostrado no tener ninguna cualidad para ser redimidos, están programadas para morir. Puesto que la distribución normal de la campana de las probabilidades indicará que muy pocos son los que se ajustan en cualquiera de sus extremos, a la mayoría de las personas se les otorgan diez días adicionales hasta el Yom Kippur para “ponerse a derecho con Dios”. Estos diez días son conocidos como los “días de temor, o reverencia” durante los cuales el destino de cada persona pende de la balanza conforme busca el perdón de los amigos y los vecinos por los pecados que ha cometido durante el año anterior. Un saludo común entre los judíos durante los “días de temor” es, “Que tu nombre se encuentre escrito en el libro”.
En la tarde del Rosh Hashanah, los judíos ortodoxos van a un arroyo o riachuelo, el cual contenga peces, y vacían sus bolsos de las piedrecillas o migajas que han guardado y las arrojan al arroyo, con lo cual simbolizan que Dios desecha sus pecados. Al hacerlo, recitan Miqueas 7:18-20. “¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados. Cumplirás la verdad a Jacob, y a Abraham la misericordia, que juraste a nuestros padres desde tiempos antiguos”.
Esta es una de las descripciones más elocuentes de la gracia de Dios que se encuentra en las Escrituras. Le recuerda a Dios de Su promesa de ser misericordioso con ellos en el juicio venidero de Yom Kippur.
La dependencia que tiene el pez del agua simboliza la dependencia que tienen ellos de Dios. El hecho de que los peces no puedan cerrar sus ojos les recuerda que deben de ser minuciosos porque Dios lo ve todo. Esta ceremonia se conoce con el nombre de Tashlich, que en hebreo quiere decir “Echarás”, una referencia a Miqueas 7:19.
Es Tiempo de Juicio
Diez días más tarde, durante el Yom Kippur se lleva a cabo el juicio, los libros se cierran y la suerte de cada quien es sellada durante otro año.
Yom Kippur es el único día del año en el que se permite hablar el Nombre de Dios. Así es, Dios tiene nombre, pero no es ni Jehová ni Yahvé. Estos nombres fueron formados de las cuatro letras que los escribas hebreos usaban para representar el nombre de Dios en el Antiguo Testamento. Cada vez que la palabra “Jehová” aparece en la Biblia (o Señor en letras mayúsculas en algunas versiones), en el texto hebreo aparecen las letras hebreas JHVH (o YHVH). Los teólogos le llaman a estas letras el “tetragrámaton”, lo cual en griego significa “cuatro letras”.
Entonces, en realidad, estas cuatro letras son las iniciales del nombre de Dios, siendo una indicación de Su verdadero Nombre, el cual, según algunas personas, contiene 72 sílabas.
Ya que el idioma hebreo no contiene ninguna vocal, las primeras traducciones al idioma español le agregaron a estas cuatro letras una E, una O y una A (vocales que tomaron del nombre Eloim, que es una forma de la palabra hebrea que quiere decir Dios y Adonai, Señor en hebreo) a JHVH con lo cual se formó el nombre Jehová. Nosotros pensábamos que ese era el nombre de Dios. En hebreo, esas cuatro letras se pronuncian jud, je, vav, je, lo cual posiblemente dio origen a la palabra “Yahvé” que se usa hoy día. Pero ninguna de las dos es el verdadero nombre de Dios.
Como lo he mencionado, era prohibido pronunciar el verdadero nombre de Dios excepto por una sola vez durante el año, en Yom Kippur, cuando se mencionaba 10 veces. Después de que el templo fue destruido, la ceremonia del Yom Kippur cambió gradualmente hasta que el nombre de Dios cesó de ser usado hasta que subsecuentemente se perdió.
Entonces, nadie con vida hoy día, conoce el nombre de Dios, y posiblemente no se ha mencionado sobre la tierra durante los últimos 1.700 años. Pero eso necesariamente no es malo. Filipenses 2:9 dice que Jesús, o si ustedes prefieren el nombre hebreo Yeshua, es ahora el Nombre sobre todo nombre. Este es el nombre por el cual Dios ha escogido ser conocido.
Pero volvamos al Yom Kippur. Durante una ceremonia grandiosa e inspiradora de temor reverente en el Templo, se traían dos machos cabríos que se presentaban ante el Sumo Sacerdote. Uno era el macho cabrío “para el Señor” el cual se presentaba como una ofrenda de paz como lo ordena Levítico 16:7-10. El otro era el “macho cabrío de la expiación” porque todos los pecados de la nación se ponían simbólicamente sobre su cabeza y luego se le llevaba fuera de la ciudad para ser degollado. El macho cabrío no había hecho nada para merecer eso pero se le escogía para demostrar el hecho de que solamente por el derramamiento de la sangre inocente se podía hacer expiación por los pecados del pueblo. La muerte de los dos machos cabríos simbólicamente ponía a un lado los pecados de la nación, hacía que la ofrenda de paz fuera aceptada y les daba otro año de paz con su Creador. El pueblo mencionaba el Nombre de Dios en sincero agradecimiento.
Aquí encontramos un par de pedacitos interesantes de la tradición judía. Cuando los machos cabríos se le presentaban al Sumo Sacerdote, su respectivo papel en la ceremonia se determinaba por suerte. Se colocaban dos piezas de oro marcadas dentro de un tazón de oro, y conforme colocaba su mano en la cabeza de cada uno de los machos cabríos, el Sumo Sacerdote sacaba una de las piezas del tazón. Antes de la cruz, el macho cabrío que era presentado al Señor como una ofrenda de paz, siempre estaba al lado derecho del Sumo Sacerdote. Después de la cruz, nunca más fue así.
Mientras que el macho cabrío estaba recibiendo simbólicamente los pecados del pueblo sobre su cabeza, se ataba un listón color escarlata de uno de sus cuernos a la puerta del templo. Cuando el macho cabrío se llevaba al desierto el listón se cortaba, dejando un pedazo en el cuerno y otro pedazo en la puerta. En un sitio predeterminado fuera de la ciudad, el macho cabrío era lanzado desde un peñasco y moría. Durante todos los años antes de la cruz, en el momento de la muerte del macho cabrío de la expiación, el resto del listón en la puerta del templo, cambiaba su color de rojo a blanco simbolizando así el pasaje de Isaías 1:18, “Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos”. Aquel Quien está sentado a la derecha del Padre y Quien ha cumplido el papel que los machos cabríos solamente habían simbolizado, vino y quitó para siempre los pecados de todas aquellas personas que lo aceptan a Él.
La Ley Es Solo Una Sombra …
En el cristianismo existe un punto de vista que sostiene que Jesús empezó Su ministerio en Yom Kippur, anunciando en efecto que el juicio que merecía la humanidad Él lo estaba llevando sobre Sí mismo (Lucas 4:16-21) y que las personas no tienen porqué seguir viviendo temerosamente del juicio como tampoco de soportar los diez días de temor cada año.
Es fácil ver al Señor en el papel de nuestro chivo expiatorio, cuya sangre derramada compró nuestro perdón para siempre (Hebreos 10:1-4), pero Él también fue nuestra ofrenda de paz. “Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación” (Efesios 2:14).
En un sentido profético, los sobrevivientes de la tribulación, de todas las naciones, verán su cumplimiento en el juicio del Yom Kippur durante los días que inmediatamente siguen al retorno del Señor. Esto se describe como el Juicio de las Ovejas y los Cabritos (El Juicio de las Naciones) en Mateo 25:31-46, en el cual todas las personas que han puesto sus pecados al pie de la cruz durante la gran tribulación, les será otorgada la vida en el Reino, y todas aquellas personas que no lo hicieron serán lanzadas fuera, al castigo eterno. En Mateo 19:28 el Señor les dijo a Sus discípulos que el juicio de los judíos sobrevivientes se llevará a cabo aquí también.
Y para todas aquellas personas de todas las épocas que rechazaron el sacrificio vicario y expiatorio del Señor, el cumplimiento profético del Yom Kippur se verá al final del Milenio en el llamado Juicio ante el Gran Trono Blanco, cuando todos los muertos no salvos serán resucitados para ser juzgados por sus obras (Apocalipsis 20:11-15).
Feliz Día de Gracias
La Fiesta de los Tabernáculos era la celebración de la cosecha y es la inspiración para el Día de Gracias que se celebra en América del Norte. Comenzó como una fiesta que se prolongaba durante siete días, y más tarde ampliada a ocho, cuando todos los diezmos que los israelitas habían apartado durante el año, se traían a Jerusalén para la celebración nacional de un tiempo lleno de gozo y de dar gracias al Señor por toda esa abundante provisión. El aroma de toda esa exquisita comida que se preparaba sobre el fuego abierto, penetraba en toda la ciudad. Durante siete días por todos lados que se iba se sentía ese aire de gozo y de festividad cuando el pueblo recordaba a su Proveedor y le daba las gracias (Deuteronomio 14:22-26).
Históricamente, esta fiesta conmemora el tiempo cuando Dios moró en medio de los israelitas en el desierto. Su cumplimiento profético se verá durante el Milenio cuando, una vez más, el Señor morará en medio de Su pueblo; con la Iglesia en la Nueva Jerusalén (Apocalipsis 21) e Israel en Jehová Sama, que es el nuevo nombre para la Santa Ciudad en la Tierra Prometida (Isaías 62:2 & Ezequiel 48:35).
En algún momento se le agregó una ceremonia de libación con agua a la Fiesta de los Tabernáculos. Cada mañana una procesión de sacerdotes descendía por las gradas del Templo hacia el estanque de Siloé para sumergir un pichel de plata en el agua. Llevando esa agua de regreso al altar, la derramaban en la tierra que había quedado expuesta al haber quitado un pedazo del mosaico cerca del altar, mientras ofrecían oraciones para que lloviera. El propósito de esta ceremonia diaria era para recordarle a Dios que les diera las lluvias otoñales necesarias para preparar la tierra para la siembra. En Israel no llueve durante el verano y la tierra se vuelve muy dura. Las lluvias eran necesarias para suavizar esa tierra y poder prepararla para la siembre del otoño.
En el último día de la fiesta el mismo Sumo Sacerdote era el que oficiaba y en ese día, en lugar de un pichel de plata, se usaba uno de oro puro. El Sumo Sacerdote vestía sus mejores galas y un gran contingente de sacerdotes vestidos de manera similar, lo acompañaba, tocando trompetas, cantando salmos y batiendo ramas de palmas. Cuando esto se me describió por primera vez, quedé asombrado por su belleza y su pompa. Después he leído que se colocaban tarimas adicionales alrededor del Patio de los Sacerdotes para que más personas pudieran observar la ceremonia.
Un día justo cuando el Sumo Sacerdote estaba por verter el agua en la tierra, una fuerte voz interrumpió la ceremonia exclamando, Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva (Juan 7:37-38). Era Jesús y Él se estaba refiriendo al Espíritu Santo, al que los creyentes pronto recibirían. Esto hizo que muchos creyeran que Él ciertamente era el Mesías de Israel. (No se nos dice cuál fue la reacción del Sumo Sacerdote, pero ciertamente no pudo haber sido nada agradable.)
Pongámonos Espirituales
Siguiendo el pensamiento de que los eventos que eran externos y físicos en el Antiguo Testamento, con frecuencia son internos y espirituales en el Nuevo Testamento, hay un sentido en el cual estos días santos también reflejan la vida del creyente.
Cuando Jesús vino a vivir en el mundo al nacer (Rosh Hashanah), de la misma manera Él viene a vivir en nuestros corazones al momento de nuestro nuevo nacimiento. Así como Él requirió el derramamiento de sangre inocente para reconciliarse a Sí mismo con Israel (Yom Kippur), de la misma manera Él derramó Su propia sangre para reconciliarse a Sí mismo con nosotros. Cuando moraba en medio de los israelitas en el desierto de Madián (Tabernáculos), de la misma manera Él morará entre nosotros en el desierto de la Tierra. “Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”, nos prometió (Mateo 28:20). “Amén; sí, ven, Señor Jesús” (Apocalipsis 22:20). Ya casi se pueden escuchar los pasos del Mesías.