Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
El momento para los juicios de las copas de la ira está sobre nosotros. Toda la ira de Dios que empezó en el Capítulo 6, se avecina. Esta se ha acumulado en etapas para darles a todas las personas que lo desean la oportunidad de buscar al Señor y encontrarlo, antes de que sea demasiado tarde. Pero ahora el clímax está a la puerta. Después de que se completen los juicios de las copas de la ira, los justos requisitos de Dios para el juicio sobre todas las personas que han rechazado Sus serios e incesantes llamados para que se reconcilien con Él, habrán sido satisfechos. Por fin el Planeta Tierra estará listo para recibir a Su Rey y disfrutar la paz que solamente Él puede brindar.
Apocalipsis 15
“Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba la ira de Dios. Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios. Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo:
Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado” (Apocalipsis 15:1-4).
Lo que ya he dicho con anterioridad merece ser repetido. La ira de Dios no comienza aquí. Comenzó con los juicios de los sellos como se indica en Apocalipsis 6:17 y termina con los juicios venideros de las copas de la ira de Apocalipsis 16.
Los judíos y gentiles que han sido martirizados por rehusar ponerse la marca de la bestia empiezan a llegar al cielo. Estos son aquellas personas que serán reunidas con sus cuerpos físicos en Apocalipsis 20:4. De la misma manera como la multitud de Apocalipsis 7 que sirve a Dios en el Templo pero que nunca se les llama sacerdotes, estos mártires reinarán con Cristo pero nunca son llamados reyes. Solamente la Iglesia puede ser llamada Reyes y Sacerdotes.
El pensamiento del hombre se conformará al de Dios, lo cual por tanto tiempo fue resistido, pero finalmente será logrado. Después de la destrucción cierta y total del anticristo y sus aliados, toda rodilla se doblará en el Cielo, en la Tierra y debajo de la Tierra, y toda lengua confesará que Jesucristo es Señor (Filipenses 2:10-11).
“Después de estas cosas miré, y he aquí fue abierto en el cielo el templo del tabernáculo del testimonio; y del templo salieron los siete ángeles que tenían las siete plagas, vestidos de lino limpio y resplandeciente, y ceñidos alrededor del pecho con cintos de oro. Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios, que vive por los siglos de los siglos. Y el templo se llenó de humo por la gloria de Dios, y por su poder; y nadie podía entrar en el templo hasta que se hubiesen cumplido las siete plagas de los siete ángeles” (Apocalipsis 15:5-8).
El hecho de que estos ángeles estén vestidos de lino limpio y resplandeciente, significa que los juicios son justos. La Tierra se merece cada fragmento de lo que se avecina y no será una situación agradable. El Rey del Universo se encierra en Su templo para lamentar la necesidad de todo esto, y una vez más se nos muestra que Él no hará nada ni para acortar la duración como tampoco para disminuir el impacto de estos juicios finales. Todo esto correrá su curso y nadie puede cambiar eso ahora.
Apocalipsis 16
Las Siete Copas de la Ira de Dios
“Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles: Vayan y derramen sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios. Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen” (Apocalipsis 16:1-2).
Todo el mundo fue advertido sobre las terribles consecuencias que tendría el tomar la marca (Apocalipsis 14:9-12). Pero como siempre sucede, cuando de la Palabra de Dios se trata, muchas personas ignoraron esa advertencia. Solamente se podrán culpar ellas mismas por los que les está sucediendo.
“El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que había en el mar” (Apocalipsis 16:3).
Una tercera parte del mar había sido golpeado durante los juicios de las trompetas. Ahora, lo que quedó se contamina.
“El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre. Y oí al ángel de las aguas, que decía:
Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas. Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen.
También oí a otro, que desde el altar decía:
Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos” (Apocalipsis 16:4-7).
Y, de nuevo, las fuentes de agua fresca son atacadas. Habían sido parcialmente envenenadas antes (Apocalipsis 8:11), pero ahora todas se convierten en sangre, como el mar.
Por segunda vez (v. 5), el Nombre de Dios no contiene “y que vendrás”. Pero ahora el Nombre también indica la pluralidad de la Trinidad. (Algunas traducciones le agregan la frase “y que vendrás”, y otras no lo hacen.) Todas aquellas personas que están bajo el altar claman apoyando esos juicios. Es la sangre de ellas a lo que el ángel de las aguas se está refiriendo. Ellas le habían pedido al Señor cuánto tiempo tendrían que esperar hasta que su sangre fuera vengada, y ahora ha terminado su espera (Apocalipsis 6:9-10).
“El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria” (Apocalipsis 16:8-9).
En los EE.UU., este año 2012 ha sido el más caluroso que se ha registrado hasta el momento. Se han roto o igualado miles de marcas de temperatura. La principal causa de ello es el aumento en la temperatura del sol. A pesar de los esfuerzos patéticos del hombre para legislar una reversión de ese efecto, esta tendencia continuará hasta que llegará el momento en que las personas literalmente se encenderán en llamas ante la exposición directa del calor del sol.
“El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus lenguas, y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras” (Apocalipsis 16:10-11).
Ahora las cosas se están volviendo personales. Habiendo sumergido la Tierra en la oscuridad espiritual, el anticristo es atacado con la oscuridad física, con lo cual se le agrega más incomodidad a las llagas y a las quemaduras del sol. Ninguna lámpara, ni el fuego, ni aun la luz del sol, serán de ayuda alguna ante esta oscuridad que es tan densa que casi se puede palpar. El esfuerzo de Satanás para transformar la verdad en una mentira ha sido tan efectivo, que las personas maldicen a Dios por su situación, endureciendo aun más sus corazones para no arrepentirse. Creyendo que Dios es su enemigo y que Satanás está tratando de salvarlos, toda esta gente se mantiene firme en su lealtad al anticristo.
“El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente. Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso” (Apocalipsis 16:12-14).
La gran frontera entre el este y el oeste finalmente es removida y la coalición de los victoriosos de las guerras del oriente de Apocalipsis 9:13-16, cuyas mentes han sido incitadas por los espíritus malignos, se dirigen atronadoramente hacia el Medio Oriente, para el enfrentamiento final.
Antes de proseguir, este es el momento para un pequeño repaso de la historia, cortesía de Daniel 11:40-45. Cuando Alejandro Magno murió en el año 323 a.C., el Imperio Griego fue dividido entre sus cuatro generales. Casandro tomó los territorios europeos del este, alrededor del Mar Adriático. Seleuco tomo Turquía, Irak y Siria. Lisímaco obtuvo las provincias orientales que abarcaban de Irán a India. Y Ptolomeo obtuvo Egipto. A Casandro no lo menciona Daniel 11, y Seleuco más tarde derrotó a su amigo Lisímaco, adquiriendo así Irán y el Imperio Oriental en el proceso. La historia de Daniel 11 es sobre los Reyes del Norte (los Seleucos) y los Reyes del Sur (los Ptolomeos), los cuales pelearon entre sí por el control del mundo conocido durante más de 150 años. Estos son los reyes que Daniel 11:40-45 describe.
Por supuesto que cuando Daniel escribió el capítulo 11 cerca del año 539 a.C. todos estos hombres ni siquiera habían nacido, y el reino de Alejandro aun estaba 200 años en el futuro. Pero ésta es una abrumadora demostración del conocimiento de Dios sobre el futuro; hay 135 profecías cumplidas que han sido históricamente verificadas, solamente en los primeros 35 versículos de Daniel 11, todas las cuales fueron escritas entre 200 y 400 años antes de que sucedieran los hechos allí narrados. Esto le da credibilidad a lo que Daniel escribió sobre los tiempos del fin, inspirado por Dios, los cuales comienzan en el versículo 36. Pero por el momento, nos vamos a concentrar en los versículos 40 al 45.
En el mismo momento en que los Reyes del Oriente de Apocalipsis 16:12 comienzan su marcha, otro gran ejército procedente del norte, empieza a movilizarse también. Con anterioridad, el Rey del Norte (principalmente Irán, Irak, Turquía y Siria) se había unido con el Rey del Sur (Egipto) para oponerse al movimiento del anticristo de querer controlar el Medio Oriente, pero este último los vencerá. Solamente Jordania, el lugar del escondite de los judíos, permanecerá intacto (Daniel 11:40-43). Por eso es que esta nueva amenaza del norte no puede ser la del ya derrotado Rey del Norte.
Los informes sobre el movimiento de esta gran fuerza de combate, procedente del este y del norte, atemorizan grandemente al anticristo. ¿Qué es lo que van a hacer? ¿Es esta la alianza Rusa-China que tanto ha atemorizado al mundo? ¿O será cada hombre por sí mismo?
Instalando su centro de operaciones en Jerusalén, el anticristo alista sus tropas para encontrarse con ellos, en lo que será la última batalla por el Planeta Tierra (Daniel 11:44-45). Según algunas estimaciones, en este conflicto podría haber hasta 400 millones de combatientes, antes de que todo termine. La sangre de los muertos forma un río que fluye desde Meguido, en el centro de Israel, hasta llegar a Petra en Jordania, de casi 280 kilómetros de largo (Apocalipsis 14:20).
“He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza.
Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón” (Apocalipsis 16:15-16).
Esta advertencia es la segunda indicación (la primera se encuentra en Apocalipsis 14:12-13) de que los creyentes de la tribulación serán los responsables de mantener su propia salvación, lo cual se simboliza por mantener [guardar] sus vestiduras con ellos. Eso también confirma tres declaraciones en Mateo 24-25 de que los creyentes en la Tierra al final de la Gran Tribulación no sabrán exactamente cuándo es que el Señor retornará. (Mateo 24:42-44, Mateo 24:50 & Mateo 25:13)
Si usted está familiarizado y familiarizada con la referencia simbólica de las vestiduras, entonces sabrá lo que este versículo significa. Si no es así, repasémoslo. Isaías 61:10 dice, “En gran manera me gozaré en El Señor, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas.”
De la misma manera como los vestidos proveen una protección física, la justicia provee una protección espiritual. En el primer momento de creer, Dios viste a la Iglesia con Su propia justicia (2 Corintios 5:21) y la sella con el Espíritu Santo en nosotros garantizando de esa manera nuestra salvación (Efesios 1:13-14).
Pero en el Libro de Apocalipsis, no hay ninguna indicación de que el Espíritu Santo more en los creyentes para garantizarles su seguridad durante la tribulación, como lo hace durante la Era de la Iglesia. Y como era el caso con los santos del Antiguo Testamento, todas estas personas deben de mantenerse despiertas y alertas y constantemente estar confirmando su posición ante Dios. Aquí se les advierte que permanezcan alertas y que guarden su justicia intacta porque el tiempo es muy corto y si no son cuidadosas serán tomadas por sorpresa.
El nombre Armagedón se deriva de la frase hebrea Har Meguido, o Monte Meguido. Este es un lugar en el centro de Israel, en la entrada occidental del Valle de Jezreel. El Rey Salomón tenía grandes establos en ese lugar, y Napoleón le llamó el campo de batalla ideal sobre la tierra. En este versículo se utiliza como el escenario para que las tropas se concentren en contra de Jerusalén. Es el único lugar en la Tierra que Dios ha reclamado para Sí Mismo (2 Crónicas 6:5-6), y, por consiguiente, las fuerzas que se le oponen lo quieren para ellas mismas.
“El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está. Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra. Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira. Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados. Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande” (Apocalipsis 16:17-21).
Este pasaje desafía cualquier descripción. Dios le ha dado al Planeta Tierra Sus juicios más severos jamás vistos antes. Un poco más y literalmente el planeta dejaría de existir.
Los terremotos destruyen todas las ciudades, dejándolas en ruinas. Babilonia, la enemiga antigua de Dios, es señalada para un trato especial, el cual abordaremos la próxima vez. Toda la Tierra está siendo reconstruida en este ciclo final de juicios, los cuales son en parte para erradicar todo trazo de las intensiones malvadas del hombre, y en parte también para prepararla a un cambio completo para la Era del Reino (Hechos 3:21).
El castigo bíblico por la blasfemia es la muerte a pedradas (Levítico 24:10-16). El anticristo y los moradores de la tierra han estado blasfemando el Nombre de Dios desde el comienzo. Y ahora viene la fase del castigo. Pedazos de hielo de hasta 45 kilogramos de peso, caen violentamente del cielo produciendo una devastación sin paralelo. Dios está apedreando a la gente de la tierra por su blasfemia. Y aun así lo siguen blasfemando.
La próxima vez, cubriremos la destrucción de las tres fuerzas poderosas que forman Babilonia la Grande, y que han oprimido y esclavizado a la humanidad a través de casi toda su historia. Estas son, por su naturaleza, la religión, el comercio y el gobierno, y cada una es tratada en la medida especial de la ira de Dios. Nos vemos entonces.
Título Original: Revelation 15-16
Traducido por Walter Reiche B.
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