Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
Nos devolvemos ahora del estudio de la doctrina al estudio de la profecía. Una profecía que involucra a judíos y a gentiles y que revela un secreto oculto desde la fundación del mundo. De entre ellos dos, Dios va a crear una nueva raza humana, la cual no es ni judía ni gentil, y es llamada la Iglesia. Como Pablo le escribiría a los Efesios, “Para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre” (Efesios 2:15), y a los Gálatas, “Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús … Ya no hay judío ni griego” (Gálatas 3:26, 28), y a los Corintios, “No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios” (1 Corintios 10:32). Es la Iglesia la que heredará el reino de Dios. Y sucederá de la manera siguiente.
Romanos 9
1 Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo, 2 que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. 3 Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne; 4 que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; 5 de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén (Romanos 9:1-5).
Con todo su corazón Pablo deseó que de alguna manera pudiera hacer algo para que el pueblo judío entendiera y aceptara el regalo que se les había ofrecido, aun a costo de su propia salvación. Pero después de esperar 4000 años por el Redentor prometido a Adán y confirmado en un sinnúmero de profecías, finalmente cuando Él llegó los líderes judíos no lo reconocieron y lo rechazaron como un impostor.
6 No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, 7 ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. 8 Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes. 9 Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo (Romanos 9:6-9).
Dios siempre supo que eso sucedería. Al hacer esperar a Sara y a Abraham hasta que tuvieran 90 y 100 años respectivamente, para que tuvieran el hijo que les fue prometido, Dios nos había estado dando una pista sobre lo que vendría. Todas aquellas personas que van a poblar el Reino no lo harán debido a su nacimiento natural, sino a un nacimiento sobrenatural. Y así como fue con Sara, en el momento indicado, Dios de nuevo retornará y el Reino será lleno con Sus hijos, nacidos sobrenaturalmente. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios (Juan 1:12-13). Algunos fueron una vez judíos y algunos fueron una vez gentiles, pero al haber nacido de nuevo, ya no son ni lo uno ni lo otro. Todos ellos ahora son la Iglesia.
10 Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre 11 (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), 12 se le dijo: El mayor servirá al menor. 13 Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí (Romanos 9:10-13).
Nadie podrá entrar en Su Reino por poseer un derecho por nacimiento, ni tampoco nadie podrá ganarse su entrada al mismo. Pero Dios, con el mismo conocimiento que demostró tener al decirle a Rebeca sobre la vida de sus gemelos varones, ha predestinado a todas aquellas personas que lo escojan para convertirse en hijos de Dios. Recordemos de nuestro estudio de Romanos 8:28-30, que la predestinación le sigue al conocimiento previo. Mucho tiempo antes de que el evento se lleve a cabo, Dios sabe lo que vamos a hacer para luego hacer que suceda.
Esaú despreció su derecho de primogenitura (Génesis 25:34) y lo vendió por un plato de comida. Más tarde, cuando quiso heredar la bendición, fue rechazado. Todas sus lágrimas de pesar fueron derramadas en vano (Hebreos 12:16-17). Fue como si Dios le hubiera dicho, “Esta bien. Tú despreciaste y rechazaste lo que era tuyo por herencia. Puesto que eso fue lo que tú querías, Yo me encargaré para que eso suceda así”. Jacob recibió la bendición y los descendientes de Esaú terminaron sirviendo a los hijos de Israel, tal y como Dios lo había predicho.
Jesús les dijo lo mismo a los líderes de Israel en la parábola de los labradores malvados. “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él” (Mateo 21:43). Él le estaba hablando a Israel sobre la Iglesia. Como Esaú, los líderes de Israel escogieron rechazar la promesa que por nacimiento heredarían. Y, de nuevo, el Señor les dice, “Bien. Puesto que eso es lo que ustedes quieren, me aseguraré que suceda”. “Los publícanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios” (Mateo 21:31). Los cobradores de impuestos y las prostitutas no tenían ningún lugar bajo la Ley, como tampoco lo tenían los gentiles. Pero cuando Juan el Bautista les mostró el camino de la justicia, ellos le creyeron. Observen que Jesús no les dijo en lugar de ustedes, sino delante de ustedes. A diferencia de Esaú, Israel eventualmente será bendecido, como lo veremos.
14 ¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera. 15 Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. 16 Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. 17 Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. 18 De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.
19 Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad? 20 Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? 21 ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? (Romanos 9:14-21).
Si estuviéramos leyendo estos versículos en un vacío, sería fácil adoptar el punto de vista de que Dios es el determina quién se salvará, y no el hombre. Pero afortunadamente nosotros tenemos la perspectiva de todo un capítulo y aun más del resto de las Escrituras. Por ejemplo, ¿cómo podría ser posible que Juan 3:16 y Romanos 10:13 fueran ciertos si las personas no pudieran escoger sobre su propia salvación? Y si Dios quiere que nadie se pierda sino que todos lleguen al arrepentimiento (2 Pedro 3:9), ¿por qué lo hizo de esa manera? ¿Y por qué, si Él determina quién será salvo o salva, y quién no, les dijo a Sus seguidores que hicieran discípulos a todas las naciones? (Mateo 28:19). La palabra griega traducida naciones se usa 164 veces en le Nuevo Testamento. Se traduce “gentiles” 94 veces, y naciones, o pueblos, las demás. Puesto que la palabra “todas” la precede, la cual significa todo el mundo, literalmente quiere decir toda la familia humana.
Del contexto de este capítulo queda claro que Pablo está haciendo un caso para Dios al ofrecer la salvación a los gentiles, a pesar de que los judíos eran Sus escogidos y que Él se había concentrado exclusivamente en ellos durante los anteriores 2000 años. Dios creó los gentiles como lo hizo con los judíos, y Él tiene el derecho de ofrecer la salvación tanto a un grupo como al otro.
22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, 23 y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria, 24 a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles? 25 Como también en Oseas dice:
Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, y a la no amada, amada. [Oseas 2:23],
26 Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, allí serán llamados hijos del Dios viviente [Oseas 1:10] (Romanos 9:22-26).
Observen que Pablo dice, “No sólo a los judíos, sino también a los gentiles”. La idea queda clara una vez más, de que desde el punto de vista de Dios no es un asunto de salvar a los judíos o a los gentiles, sino que a través de la creación de una nueva raza llamada la Iglesia Él está llamando a ambos.
27 También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente será salvo; 28 porque el Señor ejecutará su sentencia sobre la tierra en justicia y con prontitud [Isaías 10:22-23].
29 Y como antes dijo Isaías: Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, Como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes [Isaías 1:9] (Romanos 9:27-29).
Estas dos citas coronan el pensamiento de que la salvación no es un asunto de derecho de nacimiento. Los judíos que rechazan el llamado de Dios no serán tratados de manera diferente que los gentiles no arrepentidos.
La Incredulidad de Israel
30 ¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe; 31 mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó. 32 ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo, 33 como está escrito:
He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída; Y el que creyere en él, no será avergonzado [Isaías 8:14; 28:16] (Romanos 9:30-33).
Pablo combinó dos pasajes de Isaías para implicar que mientras Jesús es una “piedra de tropiezo” para todas aquellas personas que pisotearon la Ley, todos, judíos y gentiles, que persiguen “una justicia que es por fe” a través del sacrificio expiatorio de nuestro Señor Jesucristo, heredarán Su Reino. Pablo les dijo a los Corintios la misma cosa.
22 Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; 23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; 24 mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios (1 Corintios 1:22-24).
Y como fue Su derecho soberano, Dios escogió a los judíos para ser Su pueblo por medio del cual Él se revelaría al mundo. Él pudo haber escogido a cualquier otro, pero Él escogió a Abraham, prometiendo bendecir a todas las naciones a través de él. Y ahora Él le estaba dando a los gentiles también el derecho de convertirse en hijos espirituales de Abraham, y junto con los judíos, ser herederos según la promesa. Para ambos, la entrada a esta herencia fue y es la muerte expiatoria del Señor Jesús. Selah 24/02/2007.