¿Por qué tengo una elección?

Q

Viernes, 14 de diciembre de 2018

P: Siempre se me ha enseñado que Dios nos da el derecho de libre elección porque Él quiere que seamos libres para poder amarlo o no amarlo por elección. Por consiguiente, nosotros somos libres para pecar o no pecar. Si eso es cierto, entonces ¿por qué no puedo elegir NO tener libertad de elección? Yo QUIERO ser un robot, amando a Dios y no estar pecando continuamente. Yo peco todo el tiempo… todo el tiemplo. Estoy acosado por una adicción pecaminosa.

Le oro a Dios, por medio de Jesús, para que aleje de mí la oportunidad de pecar. Yo no me coloco en situaciones en las que puedo pecar, pero los pensamientos de mi pecado me bombardean constantemente, 24 horas al día, 7 días a la semana. Esta semana algunos pecados que había cometido hace 25 años volvieron a perseguirme. Yo confesé esos pecados a Jesús y me arrepentí de ellos hace muchos años pero, a pesar que Él me perdonó, Él me permite sufrir el castigo ahora. Yo entiendo que solamente porque me perdonó eso no quiere decir que yo voy a escapar del castigo. Esos fueron unos pecados muy serios.

Lo que me gustaría saber es que mucho antes que yo cometiera esos pecados yo gustosamente habría renunciado a mi libertad de elección y me hubiera gustado ser un “androide para Cristo” (si algo como eso habría sido posible). Usted parece ser una persona con una base muy espiritual que quizás pueda contestar eso para mí.

A

R: El defecto en su teoría es que así como usted tiene la elección de no amar a Dios, usted realmente no tiene la elección de no poder pecar.

Y aún si usted escogiera amarlo a Él, usted no puede amarlo de la manera como Él lo ama a usted.

Como resultado de la caída, se introdujo un efecto en la Creación. Eso se llama la naturaleza pecaminosa y eso es lo que hace imposible que podamos vivir de acuerdo con los estándares de justicia de Dios y Su nivel de amor.

Quienes están siendo honestos consigo mismos se dan cuenta de eso. Esas personas saben que confesarse es una actividad diaria necesaria aún para una persona cristiana nacida de nuevo.

Y así como Dios pagó el castigo eterno por nuestros pecados, Él no nos alivió necesariamente de sus consecuencias terrenales. De hecho, muchas personas creyentes por lo general son atrapadas y castigadas por sus pecados más que las incrédulas.

Dios nos salvó para demostrar las incomparables riquezas de Su gracia, y no para recompensarnos por nuestros esfuerzos por justificarnos. Si usted hubiera sido creado con ninguna otra elección que agradarlo a Él, usted sería incapaz de llenar Su propósito para usted.

Las buenas noticias son que nuestra vida aquí constituye un muy pequeño porcentaje de nuestra existencia eterna. Debido a que usted lo ha elegido a Él como su Salvador, a pesar de su estado caído, usted ha superado la única barrera que estaba entre usted y una eternidad para poder complacerlo a Él.