Jueves 23 de mayo de 2024
P: Una amiga dijo recientemente que cuando se casó con su esposo, el cual provenía de una ciudad en un país pequeño que era muy diferente a donde ella había crecido, para ella eso fue muy difícil. Ella evidentemente se divorció, pero me dijo que había tratado muy fuertemente vivir de acuerdo con la frase en la Biblia que dice, haré de tu pueblo mi pueblo. Ella nunca fue aceptada en este pequeño pueblo por los amigos y la familia de su esposo. Mi pregunta es, ¿estaba ella interpretando esa frase correctamente?
R: El versículo que usted citó pertenece al libro de Rut. Rut era una mujer moabita, la viuda de un hijo de Noemí. La familia de Noemí se había trasladado a Moab desde Belén durante una hambruna, pero su esposo y sus dos hijos murieron allí. Ella estaba regresando a Israel y le había dicho a Rut que permaneciera en su país natal para que encontrara una nueva vida. La respuesta de Rut dice así, “¡No me pidas que te deje y me aparte de ti! A dondequiera que tú vayas, iré yo; dondequiera que tú vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Donde tú mueras, moriré yo, y allí quiero que me sepulten. Que el SEÑOR me castigue, y más aún, si acaso llego a dejarte sola. ¡Sólo la muerte nos podrá separar!” (Rut 1:16-17).
Parece que su amiga estaba interpretando ese pasaje correctamente y se comprometió a intentarlo y armonizar dentro de su nueva familia. Pero aparentemente sus esfuerzos no tuvieron el éxito que tuvo Rut la cual eventualmente se casó con un hombre prominente de su ciudad adoptiva que se llamaba Booz, y terminó perteneciendo a la línea genealógica del Señor (Mateo 1:5).