Miércoles 4 de noviembre de 2020
P: Le estoy escribiendo porque usted es la única persona que me puede aconsejar. No tengo trabajo, y no he podido encontrar un trabajo porque, a mi edad, nadie me quiere emplear. Estoy esperando recibir mis fondos de retiro, los cuales supuestamente recibo después de mi cumpleaños, el 14 de mayo. Pero mientras tanto, tenemos que vivir, y en este momento, mi esposa y yo estamos pasando por una terrible crisis económica. Entonces, en la desesperación, estoy usando todas mis oraciones para pedirle al Señor por dinero de la lotería. Como un creyente nacido de nuevo, algunas veces tengo sentimientos de que no debería pedirle al Señor dinero por el que no he trabajado, pero en otras ocasiones yo creo que Él está probando mi fe. ¿Qué debo hacer?
R: Fuera de lo que usted me ha dicho, no sé nada más acerca de su situación actual por eso no le puedo dar un consejo específico. Pero sí sé que no hay nada inherentemente malo con pedirle al Señor ayuda. Él ha prometido satisfacer las necesidades de aquellas personas que buscan primero Su Reino y Su justicia (Mateo 6:31-34). Siendo nacido de nuevo, usted parece que cumple con el requisito. Él también dijo que nos daría de acuerdo a la manera cómo le hemos dado a otras personas (Lucas 6:38) y el que ha sembrado generosamente también cosechará generosamente (2 Corintios 9:6). Estas son cosas que solamente usted puede saber de usted mismo.
Pero para el Señor no es necesario que usted gane la lotería para poder ayudarlo. Él puede bendecirlo de muchas maneras. Una de Sus maneras más frecuentes es presentar oportunidades de empleo cuando ninguna parece posible. De esa forma sabremos que proceden de Él. Así que yo le sugeriría que no lo limite a Él en sus oraciones y que mantenga sus ojos abiertos por cualquier medio de manutención que se cruce en su camino. Recuerde, usted solamente lo necesita de aquí hasta mayo del próximo año.
A propósito, Él no nos hace pasar por tiempos difíciles para probar nuestra fe. Él ya sabe cuánta fe tenemos. Somos nosotros los que necesitamos ver cuanta fe tenemos. Por el contrario, Él nos dice de no estar ansiosos por nada, sino que en todo, en oración y súplica, con acción de gracias, presentemos nuestras peticiones ante Dios (Filipenses 4:6). O como un amigo mío dice, “No temas nada, ora por todo, y da gracias en todo.”
En resumen, siendo genuinamente agradecidos por lo que ya tenemos es una de las maneras más seguras de recibir más. Siendo generosos en compartirlo es otra.