Lunes 3 de junio de 2019
P: Tengo una pregunta. Jeremías 17:9 dice que “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” En Hechos 8:37, Felipe dijo: “Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.” Estos dos pasajes casi parecen contradecirse. ¿Cómo podemos creer con todo nuestro corazón si nuestro corazón es incurablemente engañoso?
R: Desde el tiempo en el desierto, el mandamiento de amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, alma y fuerza ha sido un requisito (Deuteronomio 6:4-5).
Jesús le llamó a esto el mayor mandamiento y agregó: “con toda tu mente” (Mateo 22:36-38). Al igual que todos los mandamientos de Dios, este es imposible de obedecer por completo mientras tengamos una naturaleza pecaminosa, pero después de que Dios nos haya perfeccionado, podremos obedecerlos todos completamente.
Mientras tanto, si estamos en Cristo, Dios ha elegido vernos no como somos ahora, sino como lo seremos después de haber sido perfeccionados. Desde su perspectiva, el viejo nosotros se ha ido y el nuevo nosotros ya ha llegado (2 Corintios 5:17).
Él puede hacer esto porque todos los pecados de nuestra vida fueron perdonados en la cruz (Colosenses 2:13-14). Para Él es como si nunca hubiéramos pecado y ahora somos tan justos como Él (2 Corintios 5:21).
Debido a nuestra fe en lo que Jesús hizo por nosotros, Dios acepta nuestra habilidad defectuosa como siendo pura en los motivos (Romanos 3:21-24). Y con Él siempre es la pureza de nuestros motivos lo que importa.
“¿Quién subirá al monte del SEÑOR? ¿Y quién estará en su lugar santo? Sólo quien tiene limpias las manos y puro el corazón; sólo quien no invoca a los ídolos ni hace juramentos a dioses falsos. Quien es así recibe bendiciones del SEÑOR; ¡Dios, su salvador, le hace justicia!” (Salmo 24:3-5).