Jueves 6 de junio de 2024
P: Como usted sabe, por fe soy una persona creyente. Hay una persona que publica con frecuencia en un foro al que pertenezco y dice que los Evangelios no fueron escritos por los autores indicados (Mateo, Marcos, etc.) y continúa agrediéndome a mí y a otras personas que discutimos investigaciones y hechos bíblicos, diciendo que la historia del “mundo real” demuestra lo contrario. Estaba esperando que usted me guiara en una dirección fuera del mundo apologético, por hechos para disputar sus afirmaciones, sabiendo que usted tiene mucho más conocimiento que yo en este tema. Cualquier ayuda que me pueda dar será grandemente apreciada.
R: La historia del “mundo real” de la que esta persona está hablando debe de haber sido escrita por personas que tratan de demostrar que la Biblia está equivocada, porque la autoría de los Evangelios está muy bien documentada. Tenemos que decidir si tomar la palabra de ellos por lo que sucedió en el pasado, o creer en la palabra de Dios.
Personas como Josh MacDowell, Simon Greenleaf, y CS Lewis empezaron en incredulidad tratando de demostrar que la Biblia estaba equivocada, pero sus estudios los llevaron a cambiar su manera de pensar y se hicieron parte del “mundo apologético”. Eso ha sucedido incontable número de veces.
La evidencia está allí para cualquier persona que desee examinarla la cual puede fácilmente ser confirmada. Lo que le aconsejaría es que usted deje eso y siga su camino. Todos los hechos en el mundo no van a convencer a alguien de cambiar su manera de pensar, como en este caso, porque su decisión está basada en la emoción, no en la lógica.
El Salmo 14 empieza así, “Dice el necio en su corazón, no hay Dios.” Aún un necio no puede decir eso de manera lógica con su intelecto, porque la evidencia a contrario es abrumadora (Romanos 1:18-20). Entonces lo tiene que decir de manera emocional, con su corazón, como si negar la existencia de Dios lo lograra.
Es muy difícil usar con éxito la lógica en contra de una posición emocional. Lo mejor que usted puede hacer es orar para que Dios suavice el corazón de esa persona, como Él lo ha hecho para tantas otras personas incrédulas y que sinceramente estudiaron Su palabra, aun cuando empezaron como personas escépticas para demostrar que la misma estaba equivocada.