Derrotando al enemigo

Q

Jueves, 16 de noviembre de 2017

P: Durante meses he estado en un lugar seco y no sé cómo salirme de él. He luchado con la falta de deseo que tengo por nuestro Señor y Su palabra. La vergüenza y la culpa están allí cuando me despierto y me comen en la noche. Aún he dejado de ir a la iglesia cada domingo y la comunicación (oración) con el Señor no está nada mejor. Yo quisiera sentir ese fuego de nuevo y quiero amar la iglesia del Señor y quiero ser restablecido en comunión con Jesucristo… solamente que no sé cómo.

Le he pedido al Señor que me perdone y me ayude. Aun así, los sentimientos de fracaso siempre están presentes en mi mente. Yo sé que el maligno es malo y sé que está teniendo un día de campo con mis pensamientos y mi vida. Le he dado mucho crédito y generalmente estoy fastidiado por el temor de ser dejado atrás, el temor de perderme a Jesús el día que viene por su iglesia, el temor de que en cualquier momento reciba lo que me merezco y que algo malo me va a suceder. Estoy profundamente sumergido ahora y parezco más al viejo yo que a la nueva creación que verdaderamente soy. ¿Le sucede esto a otros cristianos? ¿Qué consejo me puede dar?

A

R: Yo he oído que esto sucede, pero no lo he sentido por mí mismo. Sí puedo decirle que eso no procede de Dios. Ese es un ataque del enemigo, así que empiece reclamando la promesa de Santiago 4:7-8.

Sométanse, pues, a Dios; resistan al diablo, y huirá de ustedes. Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes.

En su corazón usted sabe que este temor es irracional. Es una pretensión que se forma en contra de su conocimiento de Dios. 2 Corintios 10:3-5 dice que podemos llevar nuestros pensamientos cautivos a la obediencia a Cristo. Usted hace esto al repasar las promesas de Dios y usarlas para derrotar al enemigo. Ese es el modelo que Jesús nos mostró cuando Él resistió al diablo en el desierto (Mateo 4).

Una de Sus promesas es que cuando usted creyó, usted fue marcado con un sello, la promesa del Espíritu Santo, quien es el depósito que garantiza nuestra herencia (Efesios 1:13-14). Mientras usted crea que Jesús murió por sus pecados y resucitó de nuevo, usted no puede ser dejado atrás. Conociendo lo que usted cree y por qué usted lo cree le da una fortaleza que no puede ser superada.

Finalmente, en vez de estarse centrando en sus sentimientos de fracaso, empiece a aplicar Filipenses 4:8, creyendo acerca de las cosas buenas en su vida y reconociendo que estas son todas de Dios, porque Él es el dador de toda buena dádiva y todo don perfecto (Santiago 1:17). El enemigo verá que no puede ganar y se apartará de usted.