Deshacerse de la culpa

Q

Viernes 10 de mayo de 2019

P: ¿Cómo se puede lidiar con la culpa cuando la misma tiene una fortaleza sobre uno y cuando la exposición prolongada al dolor y la tristeza por una acción pasada lo ha dejado a uno con la sensación de que no hay esperanza? He aceptado a Jesús, pero últimamente no siento que tenga fe en la curación cuando la culpa y el dolor me recuerdan constantemente que no se puede olvidar, especialmente cuando las personas a quienes he dañado no me perdonan. Quiero saber cómo me enfrento a esta situación como persona creyente.

A

R: Si usted le ha pedido al Señor que lo perdone por sus pecados pasados, entonces Él lo ha hecho. Cualquier culpa que usted siente ahora es un arma que Satanás está usando para evitar que alcance su victoria sobre el pasado. Si usted les ha pedido a las personas a quienes les hizo daño que lo perdonen y ellas no lo hicieron, entonces usted debe empezar a pedirle al Señor que las perdone y que ablande sus corazones hacia usted. Puede ayudar alejarse de ellas por un tiempo, si usted puede hacerlo.

Como persona creyente que ha confesado sus pecados y ha sido perdonado, usted tiene el derecho de reprender a Satanás en el nombre del Señor y de rechazar los sentimientos de culpa que está tratando de imponerle. Romanos 8:1 dice que ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús. Santiago 4:7 dice que cuando nos sometemos a Dios y resistimos al diablo, este huirá de nosotros. 2 Corintios 10:3-5 nos dice que tenemos el poder de tener cautivos los pensamientos de culpa y hacerlos obedientes a Cristo. Usted ya no tiene que tomar lo que Satanás está repartiendo.

En resumen, una vez que se niegue a aceptar la culpa que Satanás está acumulando sobre usted, será libre de ella. Eso puede tomar un poco de tiempo, pero si usted se mantiene firme y le entrega esos pensamientos al Señor cuando vengan a su mente, triunfará sobre los mismos.

Acerquémonos [a Dios] con un corazón sincero, y con la plena seguridad de la fe, con el corazón purificado de una mala conciencia, y con el cuerpo lavado en agua pura” (Hebreos 10:22).