Lunes 24 de octubre de 2022
P: Usted ha dicho que la ira es un pecado incluso cuando creemos que está justificada y mencionada en Efesios 4:26-27. Mi interpretación de estos versículos es que la ira puede llevar al pecado, pero la ira misma no es un pecado. La escena en la que Jesús limpia el templo de los cambistas de dinero en Juan 2 viene a la mente, ya que Jesús ciertamente parece estar enojado. Esto implicaría pecado en Jesús el cual las Escrituras dicen que ese no es el caso. ¿Puede por favor dar más detalles?
R: Aquí están las palabras del Señor sobre el tema: “Ustedes han oído que se dijo a los antiguos: No matarás; y que cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo les digo que cualquiera que se enoje con su hermano, quedará sujeto al juicio del tribunal” (Mateo 5:21-22).
En Mateo 5:27-28 el Señor hizo la misma comparación entre una mirada lujuriosa y el adulterio. En ambos casos, el Señor no estaba diciendo que el pensamiento puede conducir al pecado, sino que es donde se origina el pecado. En Mateo 15:19 Él dijo que son nuestros malos pensamientos los que nos hacen “impuros”. Todos nos enojamos de vez en cuando.
En muchos casos, podemos evitar expresar nuestra ira externamente, pero no podemos evitar tener los pensamientos de ira, y no creo que el Señor espere que lo hagamos. Su punto era que es imposible evitar el pecado porque incluso nuestros pensamientos nos condenan.
Es por eso que nunca podemos alcanzar un nivel de justicia suficiente para cumplir con los requisitos de Dios. Es por eso que necesitamos un Salvador y es por eso que Él dio Su vida para salvarnos. De lo contrario, estaríamos irremediablemente perdidos.
Tratar de justificarnos comparando nuestras acciones con las del Señor Jesús nunca es una buena idea. Él no es un hombre con una naturaleza caída. Él es Dios en la carne y Su ira siempre es justa, la cual fue especialmente así en Juan 2:13-16, donde Su Santo Templo era el escenario de la avaricia y la corrupción en nombre de la religión.