El camino estrecho

Q

Lunes 25 de septiembre de 2023

P: Sobre Mateo 7:13-17: “Entren por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Pues estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la encuentran.” Muchas personas parecen interpretar que esto significa que tenemos que agregar nuestro propio esfuerzo a la ecuación de salvación al “caminar de manera recta y estrecha” como dicen.

A

R: Estoy convencido de que el camino estrecho hacia la salvación es solo por fe. Cualquier otra forma requiere mantener algún tipo de estándar de comportamiento además de la fe. En otras palabras, fe más esfuerzo humano.

Es cierto que el Espíritu Santo manifestará cambios en la vida de todas las personas creyentes, pero nuestra salvación no es prisionera de que esto suceda. Pablo dijo que fuimos incluidos en Cristo cuando escuchamos el evangelio de nuestra salvación y lo creímos (Efesios 1:13-14). En ese momento, Dios mismo puso Su sello de propiedad sobre nosotros y puso Su Espíritu en nuestros corazones como un depósito que garantiza nuestra herencia (2 Corintios 1:21-22).

Las personas que creen que tienen que mantener algunos niveles arbitrarios de rendimiento para ganar o conservar algo por lo que el Señor dio Su vida para liberarnos, han negado la suficiencia de la gracia de Dios y se han unido a la multitud que va por el camino ancho y que están tratando de ganar su salvación a través del esfuerzo humano.

Para mí, caminar de manera recta y estrecha significa reconocer que no tenemos nada que Dios necesita y que no podemos hacer nada para hacernos dignos de estar delante de Él. Solo podemos creer y recibir lo que Dios ha hecho por nosotros, y dedicar nuestras vidas a encontrar una manera de expresar nuestra gratitud por ello.

Ciertamente la gracia de Dios los ha salvado por medio de la fe. Ésta no nació de ustedes, sino que es un don de Dios; ni es resultado de las obras, para que nadie se vanaglorie” (Efesios 2:8-9).