Lunes 17 de junio de 2024
P: Estoy luchando mucho con el concepto del perdón y del enojo. Esta lucha en curso me ha causado mucho dolor durante muchos años. Yo sé que Dios nos ordena perdonar a los demás como hemos sido perdonados. A pesar de ello, me cuesta mucho perdonar a un miembro de la familia que traicionó mi confianza y robó una considerable suma de dinero la cual ella no puede pagar. No estoy seguro de poder reconciliar mi respuesta emocional de enojo versus mi deseo lógico de perdonar. ¿Es posible perdonar y al mismo tiempo permanecer enojado?
R: En Mateo 5:21-22 Jesús igualó el enojo con el asesinato. En Efesios 4:26-27 Pablo escribió que permitir que el sol se ponga sobre nuestro enojo le da cabida al diablo en nuestra vida. Eso es especialmente cierto cuando nuestro enojo es justificado. Él usa eso para persuadirnos de no perdonar a la persona que nos dañó. Poco a poco mientras nos sostenemos en nuestro enojo esa influencia se hace más fuerte. Es como una fortaleza en nuestras mentes.
2 Corintios 10:3-5 dice que se nos han dado las armas que tienen poder divino para derribar las fortalezas del diablo. Nosotros demolemos sus argumentos y cualquier pretensión que nos ponga en contra del conocimiento de Dios al tomar nuestros pensamientos y hacerlos obedientes a Cristo.
Nosotros hacemos eso al tomar lo que algunas personas llaman elecciones contrarias a los sentimientos. Nosotros no podemos controlas nuestros pensamientos de enojo pero sí podemos controlar nuestra respuesta a los mismos. La respuesta apropiada es pedirle al Señor que perdone a la persona que nos ha enojado y también pedirle que nos perdone por estar enojados. No importa cómo nos sintamos. Lo que importa es lo que hacemos. Al tomar repetidamente la elección de perdonar cuando los momentos de enojo nos dominan, nos damos cuenta de que nuestros sentimientos empezarán a alinearse con nuestras elecciones. Mientras más le hemos permitido a esa fortaleza que crezca, más tiempo tomará para poder dominarla, pero tarde o temprano será demolida y nuestro enojo habrá desaparecido.