Entendiendo Santiago

Q

Lunes 13 de mayo de 2019

P: Mi pregunta se refiere a la carta de Santiago a la iglesia, especialmente Santiago 2:14-2:26. Esto me suena como una salvación basada en obras y no solo basada en la fe. Me parece que las cartas a los cristianos judíos presentan una salvación basada en obras y las cartas de Pablo una salvación basada en la fe. ¿No se escribieron las cartas a los cristianos judíos para aquellos que estarán en la gran tribulación? Si usted se fija en el saludo, no menciona a la iglesia sino a las tribus de Israel.

A

R: Su confusión demuestra el peligro de tratar de combinar la gracia y las obras en una fórmula para la salvación. Uno nunca va a estar seguro de hacer lo suficiente y, en lugar de tener la seguridad de la salvación, uno viviría con el temor constante de quedarse corto y no saber hasta que sea demasiado tarde.

Pero ese no es el punto de la carta de Santiago. El punto es demostrar que la verdadera fe dará como resultado la necesidad de expresar el amor del Señor a los demás a través de lo que llamamos buenas obras. Estas buenas obras son la evidencia de nuestra fe. No sustituirán la falta de fe, sino que nos brindarán la seguridad de que nuestra fe es real.

Lo mejor de todo es que no es una cuestión de cuánto hacemos. Es solo una cuestión de actuar cuando el Señor nos lo pide. Él nunca pedirá más de lo que podemos lograr, y cuando nos pida que actuemos, siempre proporcionará los medios para hacerlo. Esos tiempos se convierten en la fuente de gran alegría cuando nos damos cuenta de que Él nos ha elegido para asociarnos con Él para poder expresar Su amor a alguien que lo necesita.

Entonces la salvación es por gracia por medio de la fe, y no por obras (Efesios 2:8-9). Las obras son la evidencia de fe y nos dan la seguridad de nuestra salvación. La prueba de ello se puede encontrar en Juan 6:28-29. Cuando la gente le preguntó a Jesús cuál es la obra Dios requiere de nosotros, Él respondió: “La obra de Dios es esta. Que crean en aquel que Él ha enviado”.

La idea de que partes del Nuevo Testamento están escritas para judíos y otras partes para gentiles no puede ser respaldada por las Escrituras. El hecho de que Santiago dirigió su carta a las 12 tribus dispersas entre las naciones simplemente nos dice que cuando la escribió (muy probablemente antes del año 50 d.C.), la Iglesia era predominantemente judía.