Explicando Romanos 7:9

Q

Lunes 19 de agosto de 2020

P: Por favor explique dónde en Romanos 7:9 dice que los niños tienen vida eterna puesto que sus pecados no se les toman en cuenta. No puedo encontrar ninguna referencia a los niños en ese versículo.

A

R: Pablo estaba usando su propia vida como un ejemplo de lo que le pasa a cada niño. Romanos 7:9 dice, “Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí.

Puesto que la Ley de Dios había sido parte de la vida judía por más de 1000 años, Pablo no podría estar diciendo que fue implementada durante su vida. Por consiguiente él tenía que decir que él no era responsable por sus pecados (una violación a la ley de Dios) desde su nacimiento, sino que eso se convirtió así en algún momento durante su vida. Y puesto que él aún estaba vivo cuando escribió la carta a los Romanos, tampoco podía estarse refiriendo a su muerte física cuando dijo, “Pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí.” Él tenía que estar hablando del tiempo durante su vida cuando él se hizo responsable por sus pecados y perdió su vida eterna.

Por consiguiente, Pablo estaba diciendo que él nació con vida eterna y la tenía hasta el momento en que se hizo responsable por sus pecados. En ese momento el castigo por sus pecados (el cual es la muerte) fue impuesto en su contra y entonces había perdido la vida eterna. La cadena de eventos obviamente no fue única con Pablo, sino que se aplica a todos los niños y niñas.

Este momento en la vida de una persona se ha llamado la “edad de la razón.” Es el momento cuando un niño y una niña desarrollan la suficiente madurez intelectual para entender la naturaleza y consecuencias del pecado. En la cultura judía eso tradicionalmente se alcanza a la edad de 12 años para las niñas y 13 años para los niños, pero en la Biblia no se menciona una edad específica porque los niños maduran en distintas edades.

Algún tiempo después que Pablo fue responsable por sus pecados, pero antes de escribir la carta a los Romanos, Pablo le había entregado su vida al Señor y había nacido de nuevo. En ese momento volvió a ganar la vida eterna con la que él había nacido.