¿Gracia gratuita, o salvación por mandato?

Q

Miércoles 11 de mayo de 2022

P: ¿Cómo definiría la teología de la “gracia gratuita” y cree usted que es bíblica? Creo que la salvación por mandato, o señorío, no es bíblico, a como yo lo entiendo, pero en el otro lado del espectro está la “gracia gratuita” y no tengo claro cómo se ajusta con las Escrituras tal como la definen sus seguidores. Creo plenamente que la gracia de Dios se nos da libremente independientemente de nuestros méritos, pero no me quiero etiquetar a mí mismo dentro de la “gracia gratuita” si eso significa que soy uno que piensa que puedo vivir de la manera que quiera porque ese no es el caso. ¿Esto tiene sentido?

A

R: Estrictamente hablando, somos salvos por gracia a través de la fe solamente (Efesios 2:8-9), y nuestra salvación quedó garantizada desde el momento en que creímos (Efesios 1:13-14). Dios ha aceptado la responsabilidad por nosotros, ha puesto su marca de propiedad en nosotros y su Espíritu en nuestros corazones como un depósito que garantiza esto (2 Corintios 1:21-22).

Él también ha perdonado todos nuestros pecados (Col. 2:13-14) y nos ha hecho una nueva creación (2 Corintios 5:17); somos tan justos como Él es (2 Corintios 5:21), y hemos sido perfeccionados para siempre (Hebreos 10:14) ante Su vista.

Por lo tanto, podríamos vivir de la manera que queramos, porque desde Su perspectiva ya hemos sido levantados y sentados con Él en los lugares celestiales (Efesios 2:6-7) y nada puede cambiar eso (Romanos 8:38-39)

Pero, mientras tanto, sabemos que Él quiere que vivamos de acuerdo con lo que ya hemos alcanzado (Filipenses 3:16). Entonces, ¿cómo queremos vivir?

La salvación por mandato, o señorío, introduce un grado de obligación en esta respuesta, diciendo que tenemos que dar evidencia de nuestra salvación por la forma en que vivimos. Ninguna evidencia iguala ninguna salvación. Esto puede hacernos vivir con miedo de que no estamos haciendo lo suficiente.

Pero la gracia gratuita se basa solo en la gratitud como motivación para vivir la vida que Dios quiere que vivamos. Esto nos da la libertad de agradar a Dios sin preocuparnos por lo que otros puedan pensar.

Creo que la mayoría de la gente diría que tener la libertad de hacer lo que nos plazca, pero elegir vivir de una manera que complace a Dios, siguiendo la guía del Espíritu Santo, es la demostración más pura de nuestra gratitud porque no hay ninguna obligación para hacerlo.