Lunes 29 de junio de 2020
P: En su artículo titulado “Inspectores de frutos”, [https://gracethrufaith.com/es/ask-a-bible-teacher/inspectores-de-frutos/] usted declaró que “es humanamente imposible saber quién se salvó y quién no …” ¿Es seguro asumir que no sabemos si Hitler se salvó o si los asesinos en masa del terrorismo islámico son salvos? Entiende mi punto. Se nos ordena ejercer un juicio justo que debe basarse en evidencia concluyente. No podemos juzgar sobre la base de la apariencia, opiniones personales o sospechas sin fundamento.
R: Aquí están las declaraciones más claras del Señor sobre el juicio.
“No juzguen, para que no sean juzgados. Porque con el juicio con que ustedes juzgan, serán juzgados, y con la medida con que midan, serán medidos.” (Mateo 7:1-2)
“No juzguen, y no serán juzgados. No condenen, y no serán condenados. Perdonen, y serán perdonados.” (Lucas 6:37)
A estos Pablo añadió:
“Así que no juzguen ustedes nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual sacará a la luz lo que esté escondido y pondrá al descubierto las intenciones de los corazones. Entonces Dios le dará a cada uno la alabanza que merezca” (1 Corintios 4:5).
Estos pasajes no están sujetos al contexto, sino que son advertencias generales. No sabemos qué sucede en los corazones de las personas malvadas, especialmente en los últimos momentos de su vida, y usar ejemplos tan extremos para justificar el comportamiento contra el cual la Biblia advierte, no es realmente un buen argumento.
¿Dónde se nos ordena ejercer un juicio justo contra los demás? “No hay ni uno solo que sea justo” (Romanos 3:10). Nuestra justicia nos es impuesta por la fe (Romanos 3:22), lo que significa que la misma no nos califica para actuar como jueces de otras personas. La Biblia es clara al recordarnos que tenemos suficiente de qué preocuparnos en nuestro propio comportamiento sin juzgar el comportamiento de los demás (Mateo 7:3-5).
Pero yo no estaba hablando de un comportamiento observable en mi respuesta. Estaba hablando de la condición del corazón de una persona. Es humanamente imposible saber quién se salva y quién no, porque implica mirar el corazón de una persona. Eso es algo que solo el Señor puede hacer.