¿Justicia o misericordia?

Q

Jueves 2 de julio de 2020

P: Me cuesta poder reconciliar las historias en el Antiguo Testamento en las cuales Israel se levantó contra sus enemigos y con frecuencia pedía la ira de Dios para salvarlo de ellos, y en el Nuevo Testamento que enseña que debemos ser amables con nuestros enemigos y volverles la otra mejía.

A pesar de que se nos ordena perdonar yo entiendo completamente la razón para hacerlo, pero hay una parte de mí que le gustaría que Dios interviniera y fuera el vindicador, y que hubiera un sistema de justicia en el mundo.

Mi esposo (no creyente) me hirió profundamente cuando cometió adulterio y me abandonó a mí y a mis hijos para empezar una nueva vida. Él de manera periódica continúa hiriéndome cuando retiene el dinero y me hace sentir mal por pedírselo—humillándome y menospreciándome al punto que llego a sentirme completamente inútil. Tratando de seguir la voluntad de Dios para mi vida lo veo como una debilidad; los principios devotos se rechazan como sin sentido—vistos a través de los ojos del mundo.

El perdón es difícil pero necesario. Pero me encuentro en la misma vena que el salmista que dice cuánto tiempo más continuará eso. Yo quiero que Dios le abra los ojos a mi ex esposo y le permita ver lo que está haciendo.

Luego miro a mi Salvador quien después de haber sido golpeado, azotado y crucificado, apela a Su Padre para que no mire los crímenes de Sus enemigos. Eso me hace sentir avergonzada y que Dios está decepcionado de mí por no saber manejar mejor estas cosas. Yo sé que la ira de Dios será desatada sobre quienes persiguen a Sus amados, pero, sin embargo, ¿debemos pedir por su perdón y eso se aplica a una persona que nos hiere en un nivel personal? Como Dios, hay un momento cuando nuestra paciencia llega a su término o ¿verdaderamente debemos perdonar 70 veces 7?

A

R: Esta es una de esas cosas difíciles de entender que son contrarias a la naturaleza humana. El Señor sí dijo que nos perdonáramos unos a otros tanto como 70 veces 7 (Mateo 18:22). Y Él también dijo que la venganza era Suya, y que Él devolvería de igual forma el mal hecho a usted (Hebreos 10:30).

Él hizo eso por dos razones. Él conoce que al abrigar enojo y resentimiento eso solamente nos hiere a nosotros, así que Él nos ordenó perdonar, y no dejar que el sol se pusiera sobre nuestro enojo. Pero Él también conoce que necesitamos concluir las cosas, así que Él prometió tomar la venganza por nosotros, y vengarse por todo el mal que se nos ha hecho. Mientras tanto, recuerde que nada ha cambiado desde los tiempos del Antiguo Testamento excepto las armas que usamos en nuestras batallas. Lo que era externo y físico en el Antiguo Testamento se convirtió en interno y espiritual en el Nuevo Testamento.

Satanás usa nuestros problemas de relación para acusarnos y para robar nuestro gozo. En su caso el usa a su ex esposo. Mientras le funciona, Satanás mantendrá usándolo para atormentarla a usted. Para vencer eso usted tiene que dominar tres estrategias para que las aplique con diligencia:

1.- Su ex es solamente un instrumento inútil al que debe tenérsele lástima, no temor. Empiece a pedirle a Dios que lo perdone a él y que lo salve, a pesar de que usted no sienta hacerlo. Usted no está luchando en contra de carne y sangre aquí sino en contra de poderes espirituales de maldad en las regiones celestes (Efesios 6:2). Esta es una batalla espiritual y usted tiene un Campeón luchando por usted, pero usted tiene que ayudar.

2.- Satanás actualmente tiene una fortaleza en su enojo desde la cual él puede atacarla cada ver que él quiere hacerlo. Pero usted tiene las armas con poder divino para la destrucción de fortalezas. Usted puede llevar sus pensamientos de enojo y resentimiento cautivos a la obediencia a Cristo (2 Corintios 10:3-5). Usted puede resistir al diablo y él huirá de usted (Santiago 4:7).

3.- Al hacer un esfuerzo consciente para enfocarse en las cosas buenas de su vida y dar gracias por ellas, usándolas para sacar los malos pensamientos de su mente, usted puede restablecer su paz aún en momentos de persecución (Filipenses 4:4-9). Y su enemigo, el cual sabe cuando está peleando una batalla en la que va a perder, huirá. Igual lo hará su ex esposo. Ganador y todavía Campeón, Jesús el Cristo, pero la victoria la obtiene usted.