La doctrina de la elección. Seguimiento

By Jack Kelley Acerca de los 2 minutos de lectura
Q Estaba leyendo un articulo de un reconocido autor sobre la doctrina de la eleccion. El cita varios pasajes que parecen indicar que, de alguna forma, nosotros no estamos en el proceso de decidir seguir a Cristo, sino que El nos elige a nosotros, y no nosotros a El. Sin embargo, el no finalizo el pasaje que continua, «…y uno de ustedes es un diablo.» Yo siempre he creido que todo se reduce a algo en medio del libre albedrio versus la predestinacion. ?Podria usted explicar algo sobre el tema?
A Permitame empezar diciendo que ese autor claramente tomo Juan 6:70 fuera de contexto. Alli dice, «?Y acaso no los he escogido yo a ustedes doce, y uno de ustedes es un diablo? Obviamente el estaba limitando el alcance de Su respuesta a los 12 discipulos.

Pero en el sentido general, realmente aqui no hay ninguna base intermedia. Ya sea que tenemos donde elegir o no. Ya sea que el Senor murio por nuestros pecados o no. Hablando de Jesus, 1 Juan 2:2 dice, «Y el es la propiciacion por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino tambien por los de todo el mundo.» De tal manera que El no solamente murio por las personas creyentes y, sin embargo, no todas son salvas. La unica conclusion razonable que podemos hacer es que algunas personas eligieron ser salvas y otras no. Por eso es que rehusarse a aceptar Su perdon es el unico pecado imperdonable.

Yo honestamente no puedo entender como es que la doctrina de la eleccion puede tener sentido a un erudito docto como el que usted menciona. La misma esta en contra de tantas declaraciones inequivocas en la Biblia como Mateo 7.7-8; Juan 3:16,Romanos 10:9 y otras. Esa doctrina esta en contra de las instrucciones finales del Senor a Sus discipulos en Mateo 28:19-20 de predicar el Evangelio en todo el mundo.

Y finalmente, esa doctrina esta en contra de la naturaleza y el caracter de Dios como Pedro lo revelo en su comentario de que el Senor no quiere que nadie se pierda sino que todos lleguen al arrepentimiento (2 Pedro 3:9).