La parábola del sembrador. Más seguimiento

Q

Jueves 10 de marzo de 2022

P: Usted hizo un comentario en una de las preguntas acerca de la Parábola del Sembrador relacionado con el tercer tipo de semilla sembrada en donde los espinos la ahogaron haciendo que la semilla no produjera fruto. Usted lo resumió diciendo que somos salvos debido a lo que creemos y no debido a cómo nos comportamos. A pesar de que lo entiendo en principio, salvos por gracia y no por obras, ¿no es que lo que creemos produce cómo nos comportamos? Yo siempre he entendido que un verdadero creyente siempre producirá algún fruto. ¿No es posible que el grupo al que usted se refirió como “la mayoría de personas cristianas nacidas de nuevo en los EE.UU. hoy caen dentro esta categoría”, profesan ser cristianas pero realmente no son verdaderos creyentes?

A

P: En Juan 6:28-29 Jesús dijo que la única obra que Dios requiere de nosotros es que creamos en Aquel que Él envió. En Efesios 1:13-14 Pablo dijo que nuestra salvación está garantizada desde el momento en que creímos (antes que tuviéramos oportunidad de hacer algo bueno o malo). En Efesios 2:8-9 él dijo que nuestra salvación es por gracia por medio de la fe y no por obras. Por consiguiente la salvación y el producir fruto son dos cosas diferentes.

En 1 Corintios 3:10-15 Pablo describe el juicio ante el Tribunal de Cristo en donde las cosas que hacemos como personas creyentes serán separadas en dos grupos. Un grupo se compara con oro, plata y piedras preciosas con lo cual se indica que son cosas que tienen valor. El otro grupo se compara con madera, heno y hojarasca, indicando que son cosas que no tienen valor. El segundo grupo será quemado por el fuego del juicio. Pablo dijo que a pesar de que todo lo que una persona creyente tenga a su favor se quema en el fuego, esa persona aún será salva (1 Corintios 3:15). Para mí eso significa que aún una persona creyente que no ha producido fruto será salva.

Yo creo que fue por esta razón que en 1 Corintios 4:5 Pablo nos advirtió en contra de juzgar algo antes del momento asignado, sino que esperáramos hasta que el Señor viniera. Él dijo, “Él aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.”

De lo anterior he podido concluir que es el motivo de nuestro corazón al hacer algo lo que determina su valor ante el Señor y no las apariencias externas de valor que pueden ser vistas por las personas. Por consiguiente, solamente el Señor es capaz de evaluar la condición espiritual de una persona. Eso no quiere decir que tenemos que aprobar toda clase de comportamiento que vemos, solamente significa que nuestra percepción del comportamiento de otra persona no nos califica para emitir juicio sobre su condición espiritual.