La Seguridad Eterna y 1 Juan

Q

Miércoles 3 de julio de 2024

P: Sus artículos sobre la seguridad eterna han sido de mucha bendición para mí. Todavía estoy luchando con algunas preocupaciones vitales sin embargo. Usted ha dicho en varios de sus artículos que el comportamiento de una persona creyente no niega su salvación. Pero hay varios versículos en 1 Juan que parece indicar lo contrario. Por ejemplo, el capítulo 3 versículo 9 dice que todo aquel nacido de Dios no continuará pecando porque la simiente de Dios permanece en él, y ¡no puede pecar! Hay otros similares también.

Habiendo salido de una denominación que enfatiza la gracia/obras y luchando con el pecado como creyente, yo quiero con todo mi corazón ¡abrazar lo que usted está enseñando! Mi sanidad mental y mi matrimonio dependen de ello. ¡Por favor manténgase sirviendo a nuestro precioso Señor ayudando a liberar a multitudes que se encuentran atadas al legalismo y a las reglas y mandamientos enseñados por los hombres!

A

R: Apliquemos alguna lógica simple aquí. Considere los dos puntos siguientes.

1.- Si la seguridad de una persona creyente no es eterna, ¿cómo puede Dios garantizar nuestra herencia desde el momento en que creímos la primera vez, en lugares como Efesios 1:13-14, y afirmar que Él es Quien nos hace estar firmes en Cristo en 2 Corintios 1:21 y luego repetir la promesa en Efesios 1 desde los primeros versículos? ¿Y cómo podría Él afirmar que una vez que ha puesto Sus manos en nosotros nadie nos puede arrebatar de Él? (Juan 10:27-29).

2.- Casi todos están de acuerdo que Juan escribió sus cartas a personas creyentes; en otras palabras, a personas que ya eran salvas. ¿Cómo le podía Juan estar diciendo a los creyentes en 1 Juan 1:8-10 que si decimos que no tenemos pecado somos mentirosos y también hacemos de Jesús un mentiroso, y luego prometernos que si sólo confesamos nuestros pecados Dios es fiel y nos purifica de toda injusticia, y luego 2 capítulos después decir que nadie nacido de Dios puede continuar pecando?

Y cómo puede Juan enseñar que las personas creyentes ya no pueden pecar, cuando Pablo dedicó la mayor parte de un capítulo lamentando el hecho de que no importa el esfuerzo que hagamos no podemos dejar de pecar; de hecho mientras más se esforzaba, era peor? (Romanos 7:7-25) ¿Y luego decirnos que debido a Jesús, las personas ya no están condenadas por sus pecados, que hemos sido liberados de la ley del pecado y la muerte, y que nada nos puede separar del amor de Dios? (Romanos 8:1, 38-39). ¿Estaba Juan implicando que Pablo no era salvo?

¿Y en dónde se encuentran el hombre y la mujer de cualquier época de la historia que habiendo sido creyentes nunca pecaron otra vez? ¿Es que todos hemos sido  obligados a renunciar a nuestra salvación? Porque todos somos pecadores. Cada uno de nosotros.

La lógica simple nos dice que Juan tenía que estar hablando acerca de un pecado en particular, y no del pecado en general. Y ese es exactamente el caso. Sus cartas fueron escritas como una advertencia en contra del gnosticismo, una de las herejías más peligrosas en la primera iglesia. Esta sostenía que la salvación no procedía de la fe sino de la adquisición del conocimiento secreto. También que si Jesús era Dios, Él no pudo haber sido un hombre, y si Él era un hombre entonces no podía ser Dios. 1 Juan 1:1, 2:22, & 4:2-3 tocan este tema específicamente. Colosenses, 1 & 2 Timoteo, Tito, y 2 Pedro también hablan sobre esta temprana herejía. Y todavía está aquí. La Masonería, la Nueva Era y la Cientología todas son formas re empacadas de este gnosticismo del siglo primero.

Usted le ha llamado correctamente a la negación de la Seguridad Eterna una forma de atadura. Lo que necesitamos para romper esa atadura es usar nuestro poder de la razón y la lógica para ver la contradicción que representa. Debemos preguntarnos si realmente creemos que Dios soportó la muerte más terrible jamás concebida solamente para presentarnos un nuevo juego de condiciones aún más imposibles de cumplir para poder lograr la vida eterna. El Antiguo Testamento condenaba a las personas por sus obras, pero el Nuevo Testamento nos condena por nuestros pensamientos.

Las personas que proponen la seguridad condicional ya sea que han renunciado a su propia salvación o de alguna manera se han hecho exentas de sus condiciones. Porque si 1 Juan 3:9 tiene una aplicación general aquí, lo siguiente es requerido para obedecerla: Ningún enojo, jamás. Ninguna envidia, jamás. Ninguna idolatría, jamás. Ningún favoritismo o discriminación, jamás. Ningún pensamiento impuro u obras de cualquier clase, jamás (Mateo 5, Santiago 2). Como dijo Juan, la persona que dice que nunca ha hecho alguna cosa de esas es una mentirosa. Pero se pone peor. Resbale una sola vez y usted queda fuera para siempre (Santiago 2:10). ¿Son estas las Buenas Nuevas, y las incomparables riquezas de Su Gracia? No lo creo.