La voluntad de Dios o la nuestra

Q

Miércoles 6 de marzo de 2024

P: Hola, tengo un amigo que ve a muchos “predicadores” en la TV. Él me dijo que cuando oramos, si decimos, “hágase Tu voluntad” después que le hemos pedido algo a Dios, que eso al final anularía nuestra oración. Él aprendió eso de uno de esos tele-evangelistas. ¿De dónde surgió esa enseñanza? ¿No es que estamos supuestos a orar en la voluntad de Dios? Si no es según la voluntad de Dios para nosotros, ¿por qué la vamos a querer de todas maneras?

A

R: La Biblia contiene una amplia evidencia de que Dios responde a nuestras oraciones de acuerdo a nuestra fe. Algunas personas dicen que si estamos de acuerdo en dejar que se haga la voluntad de Dios, eso muestra que no tenemos mucha fe de que obtendremos lo que estamos pidiendo y que estamos dispuestos a aceptar cualquier cosa que Él nos dé.

Esa es una interpretación incorrecta de los pasajes en los evangelios en los cuales Jesús dice algo como, “Que se haga con ustedes conforme a su fe” (Mateo 9:29), o “Si ustedes creen, todo lo que pidan en oración lo recibirán (Mateo 21:22). (Recuerde, en el Nuevo Testamento, creer y tener fe son dos formas de la misma palabra.)

Como personas creyentes sabemos que la voluntad de Dios para nosotros siempre es preferible a nuestra propia voluntad. Hay algunas cosas en las que la voluntad de Dios ya se conoce, de tal manera que cuando oramos pidiéndolas no tenemos que decir “hágase Tu voluntad”. Por ejemplo, no vamos a orar por la salvación de un ser querido diciendo “que se haga Tu voluntad”, porque ya sabemos que es Su voluntad que todas las personas se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:1-4, 2 Pedro 3:9).

Pero cuando el asunto es sobre un automóvil nuevo o un mejor trabajo o una cita con una persona bien parecida que acabamos de conocer, es mejor que recordemos (Dios no necesita ser recordado) que Dios hace todas las cosas para nuestro bien (Romanos 8:28). Al pedir por Su voluntad en estos asuntos, no muestra una falta de fe, sino el deseo de ceder nuestra voluntad a la de Él. Después de todo, nosotros ya sabemos lo que queremos, pero no siempre sabemos lo que Él quiere.

Y la mayoría de las veces cuando decimos, “Si Tú quieres” con esa actitud, Él responde “Si quiero” porque nuestro Padre en el Cielo sabe cómo darles buenos regalos a quienes se lo piden (Mateo 7:11).