Lunes 5 de febrero de 2024
P: He estado estudiando algo sobre el pecado y me encontré con un versículo del Salmo 32:2 “Dichoso el hombre a quien el SEÑOR ya no acusa de impiedad.” En primer lugar, pensé que el salmista se refería a Jesucristo, pero entonces, ¿por qué la palabra “hombre” no tiene mayúscula? ¿A quién salva el Señor de la culpa de la iniquidad? Pensé que todos éramos culpables de pecado por el pecado de Adán. Por favor, ayúdame en esto.
R: La humanidad heredó una naturaleza de pecado de nuestros padres originales la cual nos da una inclinación natural hacia el pecado, pero no somos culpables por los pecados de otras personas. Los efectos de los pecados de un padre se pueden pasar a los hijos de las personas no creyentes (Éxodo 20:5), y si alguien bajo la ley incumple un mandamiento, es como si él o ella los quebrantara todos (Santiago 2:10). Pero Dios dejó en claro su posición.
“El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él.” (Ezequiel 18:20)
Lo que se nos ha impuesto es la justicia de Jesucristo (Romanos 3:21-22) que nos hace tan justos como Dios mismo (2 Corintios 5:21). Es una bendición increíble y esto es lo que dicen los versículos iniciales del Salmo 32 estaban buscando transmitir.