Como el dijo, el bautismo de Juan era un bautismo de arrepentimiento. Esto significa que las personas que se bautizaban cambiaban su manera de pensar acerca de su necesidad de un salvador en vez de depender de sus propias obras para salvarse. Pero el bautismo de Juan no salvo a nadie. Cuando Jesus resucito El soplo sobre ellos y asi recibieron el Espiritu Santo (Juan 20:22). Desde entonces cada creyente recibe el Espiritu Santo en el momento en que cree (Efesios 1:13-14).
Nosotros cumplimos la ensenanza de Juan sobre la necesidad de arrepentirnos cuando cambiamos nuestra manera de pensar y estamos de acuerdo en que necesitamos un Salvador. Nosotros cumplimos su profecia acerca de Jesus bautizandonos con el Espiritu Santo cuando creemos que El es nuestro Salvador, que murio por nuestros pecados y resucito de nuevo, y tenemos el Espiritu Santo sellado en nuestro corazon (2 Corintios 1:21-22). Por consiguiente, recibir el Espiritu Santo y ser bautizados con el Espiritu Santo es lo mismo.