Q He estado luchando con la oracion durante algun tiempo. Yo oro con frecuencia pero me siento como que no he podido llevar mi «mensaje al otro lado». Siento como que tengo que estar orando y orando repitiendo lo mismo para asegurarme que el me escucha. Siento como que si no oro lo mismo cada dia algunas veces entre 5 y 6 veces, entonces mis oraciones no seran respondidas. Tambien yo se que no debemos pedir por cosas egoistas, entonces, ?esta mal que le oremos a Dios para pedirle que nos ayude a vender nuestra casa o a encontrar una casa cerca de nuestra familia en donde queremos estar? Por favor ayudenos.
A Si usted quiere asegurarse que sus oraciones estan «llegando al otro lado» yo le recomiendo que siempre le pida a Dios que lo perdone por los pecados que usted haya cometido cuando ore para estar seguro de que no hay ninguna cosa pendiente entre usted y El. Usted no tiene que enumerar sus pecados uno por uno, el perdon es automatico, asi que no sea reacio a pedir. «
Si confesamos nuestros pecados, el es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad» (
1 Juan 1:9)
Tambien, yo creo que es una buena idea pedirle al Senor que es lo que El quiere en asuntos como estos, y no solamente asumir que lo que usted ha decidido es lo mejor para usted. Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de los que el ha llamado de acuerdo a su proposito (Romanos 8:28) asi que usted no tiene nada que perder al buscar Su voluntad para usted.
Finalmente, por lo que usted dice parece que tiene dificultad en ser paciente, asi que le recomiendo que estudie Mateo 6:5-8. En ese pasaje usted aprendera que Dios conoce las necesidades suyas antes de que usted se las pida, asi que usted no tiene que repetir la misma oracion sin parar esperando poder comunicarse. El ya ha escuchado su oracion y ha decidido la mejor manera de contestarla.
Despues de haber hecho esas cosas, y usted cree que vender su casa y trasladarse mas cerca a su familia es algo que El quiere para usted, entonces pidalo. Nuestro Dios es un Padre amoroso que se deleita en darle cosas buenas a Sus hijos (Mateo 7:9-11).