Nuestro Omnisciente Dios. Seguimiento

Q Ref.: «Nuestro Omnisciente Dios» (11 de noviembre de 2013). Usted dijo que «no moriremos hasta que los dias ordenados para nosotros se hayan cumplido.» Tambien, «creo que Dios conocia de antemano quien de nosotros iba a aceptar el perdon que El compro para nosotros (Romanos 8:29-30), y por consiguiente no podemos morir sin antes haber tomado esa decision.» La cuestion de los bebes abortados (ya sea de manera «natural» o forzados) viene a la mente, y me deja pensando como todo esto se ajusta a ellos.

Tambien, su afirmacion que «Nada de esto implica que Dios elige quien nacera…» lleva a otra pregunta. ?Significa eso que el Salmo 139 se hace efectivo «despues» que el espermatozoide se une al ovulo? ?Y como fue que esos dos se unieron es quizas una accion del «azar»? He pensado sobre esto por mucho tiempo, ya teniendo cinco hijos.

A Cuando Dios les dijo a Adan y Eva que «Sean fructiferos y multipliquense; llenen la tierra, y dominenla» (Genesis 1:28) El estaba estableciendo el proceso que llamamos la procreacion. Eso quiere decir que ya El no estaba directamente involucrado en crear seres humanos sino que nos permitiria traer hijos e hijas al mundo de manera independiente.

En efecto, el Salmo 139 nos dice que la vida empieza al momento de la concepcion, y ese es el momento cuando Dios nos llega a conocer. Ya sea que una persona sea abortada antes de nacer o vive 100 anos, el Senor sabia el numero de sus dias antes que uno de ellos sucediera.

En terminos simples, Dios sabia de nosotros antes de haber creado a Adan, pero el nos conocia personalmente desde el momento de la concepcion. El sabe quien sera abortado y El sabe cuantos anos va a vivir cada persona que ha nacido. El sabe quien de nosotros va a aceptar el perdon que El compro para nosotros en la cruz, y El ya nos ha reservado un lugar en Su Reino.

(Recuerde, aquellas personas que mueren entre el momento de la concepcion y el momento en el que adquieren el uso de la razon cuando ya son responsables por sus pecados, ya le pertenecen a Dios y no necesitan ser perdonadas. David (2 Samuel 12:22-23) y Pablo (Romanos 7:9) hablan sobre ello.)