Jueves 7 de marzo de 2024
P: La bendición antes de las comidas se ha convertido en un asunto de burla en nuestra familia. La naturaleza repetitiva de la misma me pone la piel de gallina cada vez que se pronuncia. Además, también es mi creencia que la cabeza del hogar es quien debe pronunciar la oración antes de la cena. Pero mi esposo no está de acuerdo conmigo. Él dice que todos deben tomar turnos al pronunciarla. Y ahora nadie quiere hacerlo. Yo desearía que la misma fuera agradable y diferente cada vez y que pudiéramos incluir cosas que están sucediendo en nuestra familia y pedir por bendiciones específicas, etc. Pero es más como una oración regular y no una bendición a la hora de la cena.
R: Todos los niños deben ser animados a orar voluntaria y alegremente en agradecimiento por la provisión de Dios. Pero cuando se sienten obligados a hacer algo cuyo propósito no entienden y cuyas palabras no tienen ningún sentido para ellos, se resisten de manera natural.
Usted puede darles el ejemplo orando espontáneamente desde su corazón en vez de repetir algo que usted memorizó. Y no obligue a contribuir a nadie que no pueda tener suficiente edad para entender la razón de la oración y que no siente agradecimiento por la provisión de Dios. Si los motivos de nuestro corazón no son correctos, la oración que ofrecemos no tiene ningún sentido. Solamente a las personas cuyos motivos son los correctos se les debe pedir que oren. No importa lo que digan. Lo que importa es que quieran decirlo.
La oración de un padre sobre su casa y sobre los hijos específicamente, puede ser una de los recuerdos más atesorados para sus hijos. Pero solamente si el padre lo hace de corazón en agradecimiento, y no por obligación (eso es para todos, no solamente para los padres). Eso es importante, ya que tenemos la tendencia de ver al Señor como vemos a nuestros padres terrenales.
Hablarle a Dios debe de ser algo natural. Pero al obligar a los niños a orar cuando no sienten hacerlo, podemos producir serios efectos en su futura vida de oración. Todos conocemos personas adultas que no pueden orar en voz alta como resultado de sus experiencias de oración cuando eran niñas.