Pecar sin saberlo

Q

Jueves 29 de diciembre de 2022

P: ¿Es posible pecar sin saberlo?

A

R: No solamente es posible sino que es absolutamente cierto. Juan dijo, «Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros» (1 Juan 1:8). Pecar es una gran parte de nuestra naturaleza por lo que muchas veces pecamos sin darnos cuenta. Las personas que se han convencido que ya no pecan, no entienden eso. Ellas creen que es solamente un asunto de un comportamiento que se puede observar y no se dan cuenta que nuestros pensamientos y palabras nos condenan también.

En Mateo 5:22, 28 Jesús dijo que nuestros pensamientos pueden ser tan pecaminosos como nuestras acciones, dando como ejemplos el enojo y la lujuria.

Y en Mateo 12:36 Jesús dijo que el ser humano será responsable por toda palabra inútil o vana que haya pronunciado.

Él dijo que los maestros de la Ley y los fariseos eran como sepulcros blanqueados, bellos por fuera pero llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia por dentro (Mateo 23:27). Esas personas aparentaban ser justas y puras, pero solamente porque nadie podía ver la hipocresía y la maldad que llenaba sus corazones.

Y nosotros no somos diferentes. Una vez escuché a un predicador visitante decir: «Si pudieremos decir con solamente mirar lo pecadores que ustedes son, yo no estaria aqui para predicarles. Y si ustedes pudieran mirar lo pecador que yo soy, ustedes no estarian aqui oyéndome.»

Es tan importante guardar nuestro comportamiento y resistir la tentación a pecar, pero nunca permita ser enganado en pensar que eso no significa que usted no es una persona pecadora. Recuerde, nosotros no somos pecadores porque pecamos. Nosotros pecamos porque somos pecadores. Eso está en nuestra sangre, y nosotros no podemos ayudarnos a nosotros mismos. Por eso es que necesitamos un Salvador.

«¿Quién podra reconocer sus propios errores? Perdóname de los que no puedo recordar. ¡No permitas que la soberbia domine a este siervo tuyo! ¡Líbrame de cometer grandes pecados, y nadie podrá entonces culparme de nada!» (Salmo 19:12-13).