Perdonando a otras personas

Q

Martes 3 de octubre de 2023

P: La Biblia dice que debemos confesar nuestros pecados uno por uno y pedir perdón y Dios nos perdonará. También entiendo por la oración del Señor, “perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores” que en ambos casos le pedimos a Dios que nos perdone. Si alguien me ha lastimado, ¿por qué debo perdonarlo si no me han pedido perdón, cuando tengo que pedirle a Dios que me perdone MIS pecados? Y si no pido perdón por un pecado olvidado, ¿todavía se me permitirá entrar en la eternidad con Cristo?

A

R: Yo no creo que la Biblia realmente diga “uno por uno” cuando se nos ordena buscar el perdón por el pecado de otras personas (1 Juan 5:16) así como por los nuestros (1 Juan 1:9). Pedirle al Señor que perdone a otras personas es obedecer el mandamiento de “amarse unos a los otros como Yo los he amado” (Juan 13:34) y muestra que somos agradecidos porque Él nos ha perdonado (cosa que no tenía que hacer, después de todo). Puesto que Él nos perdonó de todo, Él espera que nosotros nos perdonemos unos a los otros de igual forma.

Pero así como tan importante es que eso nos ayuda a perdonar a otras personas, también acelera el proceso de curación. Ese sentimiento incómodo entre dos personas que mantienen asuntos pendientes y que está en detrimento tanto a nuestra salud física como de nuestro caminar espiritual. Si la otra persona no consigue superar eso, es su problema.

El Señor entiende los motivos que usted tiene al pedirle perdón. Él no está buscando una escapatoria que puede utilizar para privarlo a usted de su salvación. Recuerde, Él entregó Su vida para que usted pudiera tener la suya. Cuando usted dice, “perdóname todos mis pecados” Él sabe que usted quiere decir todos ellos. Pero si usted realmente quiere estar seguro de eso, utilice la oración que David escribió en el Salmo 19:12-13:

¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente! Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis pecados.