Permanezcan en Mí

Q

Viernes 6 de noviembre de 2020

P: Soy un ávido lector de su sitio web y un firme creyente en la suficiencia de la obra de Cristo en la cruz. Sin embargo, estoy confundido con el capítulo 15 de Juan, donde en el versículo 2 Jesús dice: “Él (el Padre) corta toda rama en mí (Jesús) que no da fruto…” Luego, en el versículo 6, Jesús continúa diciendo: “Si alguno no permanece en mí, es como una rama que se tira y se seca; esas ramas se recogen, se arrojan al fuego y se queman ”. Este versículo no me suena como un versículo de “comunión”.

En la superficie, Juan 15:2 aparece como un fuerte estímulo para que los discípulos permanezcan en comunión con Cristo, o más bien permanezcan en el amor de Cristo.

Pero ¿cuáles son las consecuencias de no permanecer en Su amor? ¿Perdemos nuestra salvación?

A

R: El Señor les está hablando a las personas creyentes aquí, y dado que ya ha prometido que nunca perderá ni desechará a ninguna de los que vengan a Él (Juan 6:37-40), no puede estar hablando de nuestra salvación. El contexto es dar fruto y cómo el permanecer en Él es necesario para dar fruto. Ser salvo no es lo mismo que dar fruto.

Él está diciendo que sólo aquellas cosas que hagamos en Su poder serán consideradas valiosas. Las cosas que hacemos con nuestras propias fuerzas no valen nada para Él, y aquellas personas que insisten en trabajar con sus propias fuerzas son como las ramas improductivas de una vid.

La frase “me gusta” está destinada a mostrar una comparación en valor. Cualquier rama de una vid que no da fruto no tiene valor para el jardinero, por lo que se corta de la fuente que produce el fruto. Así es con nosotros. Trabajar con nuestras propias fuerzas no tiene ningún valor para Él. Nos hace vulnerables a ser separados de Su poder, y sin Él, no podemos hacer nada. Pero cuando permanecemos en Él, nuestras vidas pueden estar llenas de Su poder y podemos lograr todo lo que pidamos.

Piense en la innumerable cantidad de personas creyentes que pasan por la vida sin dar a nadie la más mínima indicación de que son cristianas, ya sea de palabra o de hecho. Nunca le dan al Señor un pensamiento entre semana, excepto los domingos, y por la forma en que viven y trabajan es imposible distinguirlos de sus vecinos paganos. Luego van a la iglesia y hacen oraciones en voz alta y apasionadas pidiendo liberación o curación o alivio de sus aflicciones y culpan a Dios cuando no sucede nada. La triste verdad es que no han permanecido en Él y están separados de Su poder. Todavía son salvos, pero no pueden dar fruto, ni en sus propias vidas ni en las vidas de los demás.

Pablo describió esta misma situación en 1 Corintios 3:10-15 donde dijo que, aunque gran parte de nuestro trabajo podría ser quemado en el fuego del juicio, todavía seremos salvos. Estaba hablando de las cosas que hacemos con nuestras propias fuerzas o para nuestra propia gloria. No ponen en peligro nuestra salvación, pero tampoco nos califican para ninguna recompensa. No tienen ningún valor.