¿Por qué Dios interviene en algunos casos y en otros no

Q

Miércoles 17 de junio de 2020

P: He sido una persona creyente durante 27 años. He tenido algo en mi mente durante mucho tiempo pero no había tenido el valor de preguntar. Es esto. En los casos de violación, asesinato, abuso, etc., pareciera que algunas veces Dios interviene y otras no. Yo sé que Dios ama tanto a la víctima como al criminal con un amor que no puede ser comprendido en este lado de la eternidad. ¿Me podría ayudar a entender por qué está bien para Él detener ataques como esos en algunos casos y en otros no?

A

R: Lamentaciones 3:22 dice que la misericordia del Señor nunca se agota y según Hebreos 13:8, Jesús es el mismo ayer, hoy y para siempre. Eso significa que Él no es arbitrario, interviniendo algunas veces y otras no sin ninguna razón aparente. Por lo tanto, tienen que existir otros factores que están involucrados los cuales actualmente no están bajo Su control, porque ciertamente Él no creó el mundo de la manera cómo se encuentra ahora.

Piénselo. Jesús nunca dijo que no nos enfermaríamos, sino que Él prometió que podríamos ser sanados (Santiago 5:15). Él dijo que tendríamos congojas y problemas en este mundo pero que cobráramos ánimo, porque Él había vencido al mundo (Juan 16:33). Él también dijo que Él está haciendo que todas las cosas le resulten bien a quienes lo aman (Romanos 8:28). Yo tomo esa frase de todas las cosas como que significa todo, las buenas y las malas.

¿Entonces, cuáles son los otros factores? Pues bien, primero está nuestra creación caída la cual actualmente está bajo el control del maligno (1 Juan 5:19). Debido a esto vivimos en un mundo malvado y arbitrario, en dónde aún las personas inocentes con frecuencia son atacadas. Según 1 Pedro 5:8 el diablo siempre está acechando como un león rugiente buscando a quién devorar.

Y luego tenemos nuestra naturaleza pecaminosa la cual nos puede colocar fuera del poder de protección de Dios sin que siquiera nos demos cuenta hasta que ya es demasiado tarde. Y algunas veces nuestra fe es tan débil que es obvio que no creemos que recibiremos la ayuda que pedimos. Santiago le llamó a eso ser de doble ánimo y dijo que de esa forma no debemos esperar nada cuando oramos (Santiago 1:6-8). Uniendo todo eso no debería sorprendernos que Dios todavía pueda intervenir con la frecuencia con que lo hace.