Viernes, 16 de marzo de 2018
P: Ref.: ¿Por qué el misterio?. En relación a la aceptación del Mesías por Israel, he estado tratando de entender qué significa realmente “su aceptación”. Mi pensamiento inicial fue que si ellos no lo hubieran matado, eso habría sido su aceptación de Jesús como el Mesías. Pero después de leer “¿Por qué el misterio?” me recordé que Él tenía que morir, para cumplir con las Escrituras. En “¿Por qué el misterio?” usted dijo, “Si ellos hubieran aceptado la muerte del Señor como el sacrificio final por sus pecados entonces no habría habido una Iglesia”. Entonces, ¿qué fue lo que constituyó su “aceptación”?
R: Durante el curso de Su ministerio, Jesús había persuadido a innumerables miles de personas de todos los niveles de la sociedad judía que Él era el Mesías. Pero el pacto de Israel con Dios fue hecho a través del Sumo Sacerdote. Eso significaba que la relación que el pueblo tenía con Dios estaba determinada por la relación de Dios con el Sumo Sacerdote. Cuando esa relación era buena, eran bendecidos, pero cuando era mala no eran bendecidos.
Lo que quiero decir por Israel aceptando al Mesías es lo siguiente. El Sumo Sacerdote tenía que creer que Jesús era el Hijo de Dios que vino a quitar los pecados del pueblo en cumplimiento de sus propias Escrituras. Recuerde, el Antiguo Testamento decía que el Mesías moriría por los pecados de ellos (Daniel 9:24-27). Entonces el hecho de que lo mataran no era el asunto. Era que ellos rehusaron permitir que Su muerte pagara el castigo de sus pecados, y eso fue lo que ofendió a Dios. Ellos relegaron la muerte de Su Hijo a un estatus inferior a las muertes de los animales de los sacrificios, lo cual por lo menos tenía algún significado para ellos.
Comparemos eso con la Iglesia. Nuestro pacto con Dios también fue hecho a través de nuestro Sumo Sacerdote. Pero en nuestro caso el Sumo Sacerdote es Su Hijo. Por consiguiente, nuestra relación con Dios está determinada por la relación de Dios con Su Hijo. Puesto que esa relación siempre es buena, siempre somos bendecidos.