Jueves 13 de abril de 2023
P: El Evangelio según Juan enseña que después de que Jesús resucitó, se le apareció a María Magdalena y le dijo que no lo “sujetara” porque aún no había ascendido a Su Padre. Sin embargo, después de eso y antes de la ascensión, le dijo a Tomás que pusiera su mano en su costado. ¿Qué sucedió entre esos dos los eventos para permitir que Tomás lo tocara cuando María no podía hacerlo?
R: María había “perdido” a su Señor una vez y no iba a arriesgarse a perderlo de nuevo, por lo que estaba aferrándose a él para siempre. Pero Él no le dijo a ella que no lo sujetara. Lo que realmente le dijo a ella fue: “Suéltame porque todavía no he vuelto al Padre” (Juan 20:17) No pudo haber estado hablando de su ascensión porque todos lo vieron esa noche. Y, además, Él estuvo con ellos durante un total de 40 días más.
Hebreos 9:11-12 nos da la respuesta. “Cristo, por el contrario, al presentarse como sumo sacerdote de los bienes venideros en el tabernáculo más excelente y perfecto, no hecho por manos humanas (es decir, que no es de esta creación), entró una sola vez y para siempre en el Lugar Santísimo. No lo hizo con sangre de machos cabríos y becerros, sino con su propia sangre, logrando así un rescate eterno.”
Habiendo cumplido Su función como nuestro sacrificio perfecto, Él se estaba preparando para actuar como nuestro Sumo Sacerdote, rociando Su sangre sobre el altar en el Cielo como Su último acto de expiación por nuestros pecados. Así que no era cuestión de no dejar que María lo sostuviera. Le estaba pidiendo que lo soltara para poder realizar esta tarea final. Al atardecer, regresó y se les apareció a sus seguidores en el aposento alto (Juan 20:19-20).