¿Qué pasa si les oramos a María y los santos?

Q

Martes 7 de mayo de 2024

P: Pienso qué tendría usted qué decir acerca de los católicos “orándoles” a María y a otros santos. Yo entiendo que el primer mandamiento dice de no tener otros dioses, pero los católicos parecen creer que no les están orando a María o a otros santos, sino más bien orándole a Dios a través de ellos.

Eso me lleva a otra pregunta y es orarle a alguien después que ha muerto. ¿Hay algún lugar en la Biblia que menciona eso?

Muchas gracias por su razonada respuesta.

A

R: Durante todo el tiempo del Antiguo Testamento, la manera de llegar a Dios era por medio del Sacerdote. La gente traía sus oraciones al templo junto con un sacrificio y los sacerdotes presentaban esas oraciones a Dios. Cuando Jesús murió el velo de separación en el Templo se rasgó, lo que significaba que la gente ahora ya no necesita de un intercesor en la Tierra. La gente ahora puede dirigirse directamente a Dios (Efesios 3:12).

En el Nuevo Testamento, solamente Jesús (Romanos 8:34) y el Espíritu Santo (Romanos 8:26) son nombrados como intercesores por nosotros. Nadie más está autorizado a hacerlo. La noción de orarle a María o a otros es exclusivamente católico y no tiene ningún respaldo bíblico.

Lo mismo es cierto acerca de orarle a los muertos. Eso proviene de la tradición católica del purgatorio, al cual, según ellos, van todas las personas creyentes para pagar por sus pecados remanentes después de morir. Se cree que las oraciones y buenas obras de sus seres queridos pueden acortar su estadía en ese lugar. Esa es otra tradición no bíblica de la Iglesia Católica.

El único propósito de nuestras vidas es decidir si permitimos que la muerte del Señor pague por nuestros pecados o no. Nosotros debemos decidir por nosotros mismos, y nadie más puede hacerlo por nosotros, y tenemos que hacerlo mientras tenemos vida. Fracasar en decidirlo es lo mismo que rechazarlo. Al momento de morir, somos salvos o no lo somos, basados en esa única decisión, y ningún esfuerzo de parte nuestra ni de alguien más que quedó atrás, puede alterar eso. El ser humano está destinado a morir una sola vez, y después de eso es el juicio (Hebreos 9:27).