Martes 28 de mayo de 2019
P: En Santiago (1:14) leemos que “Al contrario, cada uno es tentado cuando se deja llevar y seducir por sus propios malos deseos”, lo que implica que somos ostensiblemente nuestro peor enemigo. Lo que significa que la razón por la que pecamos es únicamente por nuestra propia naturaleza pecaminosa y no por alguna influencia externa (el diablo). Sin embargo, en 1 Pedro (5: 8) leemos “Sean prudentes y manténganse atentos, porque su enemigo es el diablo, y él anda como un león rugiente, buscando a quien devorar,” y otra vez en 1 Juan (4: 4) leemos “mayor es el que está en ustedes que el que está en el mundo. Estas dos escrituras implicarían que la tentación por el diablo existe y que (al menos parte de) nuestro pecado se debe al diablo.
R: Santiago tenía razón cuando dijo que nos atrae nuestra propia lujuria y nos seduce. Esta es la razón por la que Pedro nos advirtió que debemos controlarnos y estar alertas en 1 Pedro 5:8. El diablo está buscando a alguien cuya falta de control lo convierte en su objetivo. La palabra traducida seducir en Santiago 1:14 significa literalmente ser atrapado por una carnada. Satanás coloca su carnada en todas partes, pero si somos autocontrolados, no seremos tentados por ello.
En 1 Juan 4:4 el tema es la falsa enseñanza. Debido a que le hemos pedido a Jesús que venga a nuestro corazón, tenemos el discernimiento para reconocer las falsas enseñanzas que provienen del espíritu de anticristo y superarlas.
En resumen, el pecado siempre comienza en el corazón del pecador. La carnada de Satanás es una constante en nuestro ambiente. La variable es si nos dejamos arrastrar y seducir por ella. Si no estamos protegiéndonos de ello, nuestra naturaleza pecaminosa siempre será la carnada.