Miércoles, 26 de abril de 2017
P: En su comentario del Salmo 121 usted discutió el beneficio de la confesión. Debido a las muchas formas como la religión humana ha nublado este tema, ¿podría usted aclarar cuál es el punto de vista bíblico de la confesión? ¿Exactamente qué se requiere para que yo restablezca mi comunión con Dios? ¿Qué hay de los pecados mentales que podemos olvidar? ¿Tenemos que recordar cada pecado para poder pedir perdón? ¿O es suficiente pedir ser uno perdonado de todos los pecados? ¡Gracias por su ayuda en este tema!
R: El Rey David estuvo de acuerdo en darme la respuesta. Él escribió hace 3000 años,
“¿Acaso hay quien reconozca sus propios errores? ¡Perdóname por los que no puedo recordar! ¡No permitas que la soberbia domine a este siervo tuyo! ¡Líbrame de cometer grandes pecados, y nadie podrá entonces culparme de nada!” (Salmo 19:12-13).
“¿Acaso hay quien reconozca sus propios errores? ¡Perdóname por los que no puedo recordar!” El pecado es tan natural conmigo, perdóname por los pecados que no sé si he cometido.
“¡Líbrame de cometer grandes pecados!” Perdóname por mis pecados conscientes, también. De hecho, no permitas que cometa ninguno.
“Nadie podrá entonces culparme de nada” Una vez que me has perdonado, será como si nunca hubiera pecado.
Dios no está buscando lagunas legales que pueda usar para evitar perdonarnos. Realmente, Él llegó al extremo en la dirección opuesta. Y Él conoce la intención de nuestro corazón. Así que no tenemos que preocuparnos acerca de dejar algún pecado fuera de confesión.
Pero yo he encontrado que el Salmo 19 es una buena manera de protegerme, igualmente.