Lunes 31 de octubre de 2022
P: He oído hablar de algunas personas en mi vida que parecían ser cristianas devotas y que luego rechazaron a Cristo y se convirtieron en ateos devotos y enemigos de la fe. De acuerdo con 1 Juan 2:19, parece que estas personas nunca fueron salvas, para empezar. ¿Esa es la interpretación correcta? A la luz de esto, ¿cómo puede alguien estar seguro de su propia salvación?
R: Hay dos posibilidades aquí. La primera es la declaración de Juan en el sentido de que abandonar la iglesia puede ser una confirmación de que esa persona nunca perteneció verdaderamente a la misma (1 Juan 2:19). La otra posibilidad es que sean como las ovejas que deambulan en la parábola de la oveja perdida (Lucas 15:3-7). El Señor conoce nuestro corazón y sin importar qué impresión transmitan nuestras palabras y acciones, Él ha prometido no perder ni siquiera una persona de las que le han sido dadas (Juan 6:39-40). En el momento apropiado irá detrás de aquellas que son suyos y las traerá de regreso.
He conocido personas que realmente tienen grandes problemas con el Señor, por una razón u otra, y no pueden encontrar nada bueno que decir sobre Él. Para todo el mundo se ven y actúan como militantes no creyentes. Pero las personas que realmente no creen en Dios son más propensas a ser indiferentes hacia Él porque no pueden tener problemas con alguien que, según ellas, no existe. Esto me ha llevado a la conclusión de que una persona es salva para siempre o nunca fue salva, y muchas veces es imposible saber cuál de los dos es.
En cuanto a estar seguro de nuestra propia salvación, creo que es seguro decir que preguntarse si realmente es salvo es una buena señal de que sí lo es. De lo contrario, no le importaría.