En Mateo 5:20 Jesus dijo que nuestra justicia debe de superar la justicia de los fariseos y los maestros de la Ley para poder entrar en el Reino de los Cielos.
Luego El explico lo que la Ley realmente requiere.
El mandamiento en contra del asesinato significa que no debemos enojarnos.
El mandamiento en contra del adulterio significa que no debemos tener ningun pensamiento de lujuria.
Si las diferentes partes de nuestro cuerpo hacen que pequemos, debemos removerlas.
No se divorcie por ningun motivo excepto por causa de adulterio.
Siempre haga lo que ha dicho que va a hacer.
Siempre de mas de lo que se le exige.
No solamente ame a sus amistades, tambien ame a sus enemigos.
En otras palabras, sea perfecto como Dios es (Mateo 5:21-48).
En Romanos 3:20 Pablo escribio que nadie sera declarado perfecto por guardar la Ley porque es imposible que un ser humano pueda cumplir son esas normas. Luego el dijo que la justicia que viene de Dios es aparte de la Ley. La misma viene por medio de la fe en Cristo a todas las personas que creen (Romanos 3:21-22).
Desde el primer momento en que creimos, Dios nos ve como una nueva creacion, una que es tan justa como El es (2 Corintios 5:17, 21). Es como si nunca hubieramos pecado, y eso es lo que nos da la entrada el Reino.
En Romanos 7:19-20 Pablo dijo que cuando pecamos luego de haber sido salvos, Dios ve esos pecados como que son producto de nuestra vieja naturaleza pecaminosa, y no de nuestra nueva naturaleza.
El nuevo yo es perfecto a Su vista, porque con un solo sacrificio Jesus nos hizo perfectos para siempre (Hebreos 10:14). Entonces, desde la perspectiva de Dios, su amigo esta en lo correcto. Ya somos perfectos. Todo el esfuerzo del mundo no nos hara perfectos, solamente nuestra fe en lo que el Senor ha hecho por nosotros puede hacer eso.
Nada de lo anterior tiene la intencion de significar que podemos pecar tanto como queramos. Debido a nuestro agradecimiento con Dios por vernos en este imposible estado de perfeccion es que debemos vivir de acuerdo a lo que ya hemos alcanzado (Filipenses 3:16). Y no es porque estamos tratando de lograr la perfeccion, sino porque estamos tan agradecidos de que no tenemos que hacerlo.