¿Sigo siendo responsable después de todo?

Q

Viernes 15 de septiembre de 2023

P: Recientemente escuché el siguiente comentario. “Además, para las personas creyentes que han cometido pecado y no se han arrepentido del mismo, el tribunal de Cristo no será el ‘pastel en el cielo’. Somos responsables de cada pecado que cometemos”. ¿Es esto correcto? Mientras trato de evitar el pecado en mi vida, pensé que cada pecado que hemos cometido o que cometeremos está cubierto por la sangre de Jesucristo. ¿Existe alguna responsabilidad por el pecado no confesado del que no soy consciente?

A

R: Obviamente, esas dos posiciones no pueden ser precisas. Nuestros pecados son perdonados o no. Colosenses 2:13-14 nos dice que cuando Jesús fue a la cruz, tomó todos nuestros pecados y los perdonó allí. Hebreos 10:14 dice que con ese sacrificio nos hizo perfectos para siempre. Si estamos en Cristo, somos una nueva creación a la vista de Dios (2 Corintios 5:17). En Romanos 7:18-20, Pablo dijo que Dios ya no nos hace responsables de nuestros pecados (habiéndolos perdonado todos) sino que los atribuye a la naturaleza pecaminosa que habita en nosotros. Es por eso que ahora no hay condenación para aquellos que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1). Esto es lo que dice la palabra de Dios.

La declaración de que seremos responsables de cada pecado que cometemos es solo la opinión de una persona. Probablemente se basa en una interpretación incorrecta de 2 Corintios 5:10. De lo contrario, Pablo habría estado contradiciendo lo que dijo en 1 Corintios. 3:10-15.

En el tribunal de Cristo nuestros pecados no serán discutidos. En vez de eso, el Señor juzgará si nuestras buenas obras se hicieron según sus indicaciones y con su poder, como lo requiere Juan 15:5, o si fueron motivadas por nuestro propio interés y se hicieron con nuestras propias fuerzas. Esto determinará su valor para la recompensa, que es el propósito del juicio del Señor (1 Corintios 4:5).

Uniendo 1 Corintios 3:10-15, 2 Corintios 5:10 y Juan 15:5  podemos ver que las obras descritas como oro, plata y piedras preciosas son aquellas realizadas en la voluntad y fortaleza del Señor y se consideran buenas. Las obras comparadas con la madera, el heno y la hojarasca son las que se hicieron por nuestra propia voluntad y fuerza y se consideran malas. Jesús dijo que aparte de Él no podemos hacer nada de valor para el Reino.