Jueves, 3 de diciembre de 2020
P: Acabo de empezar a leer “La forma en que debía ser” y solo quería decirle que debe tener cuidado de hacer que parezca que nunca debemos enfrentar el pecado en los demás. A algunos les gusta llamarlo “juzgar”, que es un término preferido para aquellos que evitan ofender a un hermano o hermana por hacer lo correcto y ayudarlos / corregirlos de una manera amorosa. No es “juzgar”. La Biblia nos dice que enfrentemos el pecado. Jesús lo hizo a menudo. Un ejemplo fue la mujer del pozo. No se limitó a hablar con ella y luego decirle “que tengas un buen día”. Él la confrontó con su pecado y le dijo que no volviera a pecar. Hay momentos en que las personas creyentes deben hacer lo mismo. Cuando no lo hacen, fácilmente se puede interpretar que aprueban los pecados que se cometen a su alrededor.
R: En Mateo 7:1-5 Jesús dijo:
“No juzguen, para que no sean juzgados. Porque con el juicio con que ustedes juzgan, serán juzgados, y con la medida con que midan, serán medidos. ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no miras la viga que está en tu propio ojo? ¿Cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, cuando tienes una viga en tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.”
Cada uno de nosotros tiene suficiente de qué preocuparse con nuestros propios pecados como para evitar estar tan ansiosos por corregir a los demás. Jesús podía confrontar a la gente porque no tenía pecado. Recuerde, Él también dijo: “El que esté sin pecado, que lance la primera piedra”. (Juan 8:7) No es nuestra responsabilidad aprobar o desaprobar el comportamiento de los demás. En 1 Corintios 4:5 se nos dice que no juzguemos nada hasta el tiempo señalado, cuando el Señor vendrá y expondrá los motivos ocultos del ser humano.
Cuando alguien peca contra nosotros específicamente, podemos confrontar a esa persona (Mateo 18:15) Pero incluso si no se disculpa, debemos perdonarla 70 X 7 veces si es necesario (Mateo 18:23). Si el comportamiento de esa persona es una vergüenza pública para el Señor, no debemos asociarnos con ella (1 Corintios 5:11) pero en ninguna parte de la Biblia se nos llama a ser la “policía del pecado”.