¿Soy responsable que no sea salva?

Q

Jueves 28 de enero de 2021

P: Mi esposa no es creyente. Ella dice ser atea, pero eso es casi imposible porque está enojada con Dios por el odio y la injusticia que defienden muchos que se llaman a sí mismas personas cristianas. Oro para que Dios la ilumine y la lleve a Cristo, pero, para evitar conflictos en el hogar, no cumplo con mi deber de testificarle tanto como debería. Usted y yo estamos de acuerdo en que ella está en las manos de Dios y que todo lo que puedo hacer, de manera realista, es orar por su salvación.

Sin embargo, la amo y temo por su destino eterno. Sigo pensando, ¿qué puedo hacer? ¿Qué puedo decir (como si hubiera algunas palabras mágicas que pudiera decir en el “momento adecuado” que de repente la despertarían)? Siento que Dios me hará responsable si ella se pierde. Me he cansado y no puedo orar por ella tan constantemente como debería. ¿Qué me dirá Jesús si ella se pierde debido a mi fe débil y mi incapacidad para orar como debería? ¿Cuánto tengo de culpa si eso sucede?

A

R: Como todas las demás personas en el mundo, su esposa es responsable de su propia salvación. Rechazar el perdón que el Señor le ha ofrecido porque no le gusta el comportamiento de los demás es una excusa, no una razón. Es como rechazar un coche gratis porque a usted no le gusta la forma en que conducen algunas personas. Dios sabe que esto es ilógico y, en algún nivel, ella también lo sabe.

No se le hará responsable a usted de la negativa de ella a creer ante la abrumadora evidencia de la existencia de Dios. Muchos de nosotros tenemos amigos y seres queridos que simplemente no lo “entenderán” y todos tenemos lapsus en nuestras oraciones por ellos. Dios no quiere que nadie perezca, sino que todos lleguen al arrepentimiento (2 Pedro 3:9). Pero ni siquiera Él puede obligar a una persona a creer en Él o aceptar el único remedio que Él ha provisto para nuestros pecados. Es una elección que Él nos ha dado a cada uno de nosotros, y tenemos que tomarla nosotros mismos. Nadie puede hacerlo por nosotros.

Si usted ha compartido el Evangelio con ella y respondió a sus preguntas, y si ha orado por ella, usted ha hecho tu parte. Usted puede decidir ser más diligente al orar, pero a usted no se le puede responsabilizar por la negativa de ella a permitir que la muerte del Señor haga expiación por sus pecados.