Miércoles 18 de agosto de 2021
P: ¿Por qué Jesús daría la orden, “Vete, y no peques más,” en Juan 8:11, si todo pecado futuro es perdonado y libremente aceptado? ¿Y no es el pecado futuro efectivo sino hasta que es aceptado y de esa manera ya es pasado? ¿Es el pecado futuro de uno para ser lamentado cuando el libre albedrío está aún disponible? ¿No es la gracia verdaderamente recibida la que nos permite seguir adelante a pesar de ser malentendida por el mundo? ¿O es que la gracia suprime el pecado, aún el pecado futuro?
R: Aquí hay dos factores en juego. Primero, Jesús conocía que la mujer en Juan 8:11 no podía abstenerse de dejar de pecar, así que Él tenía que estarle advirtiendo que dejara de cometer el pecado del que ella estaba siendo acusada, el adulterio.
Segundo, a pesar de que todos los pecados de nuestra vida fueron perdonados en la cruz, eso no quiere decir que está bien que vivamos una vida de pecado. Esto lo sabemos porque Pablo, el campeón de la salvación por gracia, en repetidas ocasiones nos aconsejó vivir de una manera que complazca a Dios. Él le llamó, “vivir de acuerdo a lo que ya hemos alcanzado” (Filipenses 3:16).
A pesar de que hemos sido perdonados, nuestros pecados aún entristecen al Espíritu Santo, y aún ejercen un impacto en nuestra relación con el Señor. Por lo tanto, no debemos “aceptarlos libremente.”
Al combinar esos dos factores, podemos entender que la gracia no elimina el pecado. Por la gracia de Dios es que hemos sido aliviados de la pena por nuestros pecados, pero es una señal de nuestra indiferencia acerca de lo que Él hizo, seguir actuando como si el pecado de nuestra vida ya no importara más.