¿Un gran círculo o un camino recto?

Q

Miércoles 16 de noviembre de 2022

P: Crecí pensando que Dios en su sabiduría infinita tenía un plan fijo para cada persona individual. Que había angostos y pequeños caminos, una voluntad perfecta a la que nadie podía pensar en llegar. Ahora yo sabía que no podía hacer todo perfecto, pero pensé que necesitaba acercarme lo más posible que pudiera al “camino correcto.” Eso realmente me produce mucho temor cuando empiezo a pensar que estoy en el camino equivocado de la voluntad de Dios.

Un amigo dijo que nuestro caminar realmente no es una senda recta, sino más bien como un círculo gigante. Estamos viajando en ese círculo en cualquier dirección y sin importar qué, todavía estamos dentro de la voluntad de Dios. Sin importar qué camino tomamos, aún si es uno horrible, Dios todavía hará que terminemos donde Él quiere que lo hagamos. ¿Es eso correcto?

Yo sé que la voluntad de Dios no puede ser torcida, pero sí podemos rehusar hacer lo que Él nos pide, ¿cierto? Si eso es así, entonces Él no es todo poderoso, ¿cierto? Realmente estoy muy confundido.

A

R: Si usted está pensando sobre el mundo en general, su amigo está equivocado porque según 2 Pedro 3:9 si todos termináramos donde Dios quiere, entonces todos seríamos salvos, y eso no es así. Dios es todopoderoso, pero la ha dado al ser humano la autoridad última para que este elija su propio destino. Eso es para que el ser humano pueda elegir libremente si acepta el amor de Dios o no.

Para personas creyentes eso es un poco diferente. Nuestras vidas pueden ser comparadas con el hijo pródigo, el cual contrario a los deseos de su padre tomó su herencia y la malgastó en un estilo de vida hedonista. Tan pronto se dio cuenta de su error y retornó a su familia, fue bienvenido como si nada hubiera sucedido. Él pudo haberse ido de la casa de su padre y pasar un tiempo alejado de la voluntad de él, pero nunca dejó de ser el hijo de su padre.

Lo mismo sucede con una persona creyente. Yo estoy convencido de que de alguna forma Dios retira su cobertura de protección de creyentes que se alejan con el objeto de no puedan prosperar apartados de Él. Cuando nos damos cuenta y nos devolvemos, somos bienvenidos como si nada hubiera sucedido. Dejamos la casa de nuestro padre y pasamos un tiempo fuera de su voluntad, pero nunca dejamos de ser hijos de nuestro padre.

Jesús prometió que nunca perdería ni siquiera a uno de los que el Padre le había dado (Juan 6:39) y Pablo escribió en 2 Corintios 1:21-22 que el mismo Dios se ha responsabilizado de nuestra seguridad cuando somos creyentes en Jesús.